Es imposible mirar la fotografía sobre estas líneas y no esbozar una sonrisa. La misma que tiene este hombre, entre el cariño y la satisfacción del trabajo bien hecho, mientras sostiene en sus brazos, dentro de un coche, a una gorila. La historia, aunque dura, tiene también un final hermoso. «Pikin», una gorila de un santuario de Camerún, había sido capturada e iba a ser vendida para carne de animales silvestres, pero, por fortuna, pudo ser rescatada por la organización Ape Action Africa. La fotografía fue tomada cuando el primate estaba siendo trasladado de su antiguo recinto a uno nuevo y más grande, junto con un grupo de compañeros. Primero fue sedada, pero durante el traslado se despertó. Afortunadamente, no solo iba muy adormilada, sino que también estaba en los brazos de su cuidador, Appolinaire Ndohoudou, por lo que permaneció calmada durante todo el trayecto lleno de baches. Cómo se le agarra el animal resulta conmovedor. La imagen ha resultado ganadora por elección del publicó del prestigioso certamen Wildlife Photographer of the Year, que organiza cada año el Museo de Historia Natural de Londres.
«Espero que (esta imagen) pueda inspirarnos a todos a preocuparnos un poco más por los animales», afirma su autora, la fotógrafa Jo-Anne McArthur, quien asegura que «ningún acto de compasión hacia ellos es demasiado pequeño». La fotoperiodista, natural de Canadá, explica que normalmente documenta las crueldades que los animales soportan en manos de los humanos, pero a veces es testigo de historias de rescate, esperanza y redención.
La caza furtiva de primates está muy extendida en Camerún. Los cazadores matan a los animales salvajes para vender su carne tanto en su país de origen como en el extranjero. Los bebés simios suelen quedar huérfanos después de que maten a sus madres y, por tanto, o mueren en libertad o son vendidos como mascotas.
(Fuente www.abc.es)