Estamos seguros que vamos a tener muchos más twitts del ex presidente Alan García incendiando los trigales. Los futuros twitts indicarán, las veces que haga falta, sucesivos quiebres del sistema democrático, conspiraciones y nuevas lesiones constitucionales que incrementen aún más la duda del ex presidente acerca de ya estar insertos en la batahola de un golpe de Estado.
Siempre es pertinente mantener la reflexión: ¿Cuándo deja de ser legítimo el poder conferido por la ciudadanía? No está de más tener la cuestión siempre presente, pero volvamos a la actividad virtual de García Pérez.
¿Por qué creer que habrá mayor producción twittera enfática acerca de golpes de Estado? Las razones podrían ser las siguientes:
1. El ex presidente se encuentra tanteando el vacío de poder dejado por la lideresa de Fuerza Popular. Como sabemos, Keiko Fujimori se encontrará privada de libertad, tal vez, por varios meses o por los siguientes tres años.
En este terreno baldío, Alan García ha comprobado dos implicancias:
- Que un twitt suyo aún puede revolver el escenario. Mantenerse como protagonista de la discusión nacional por varios días consecutivos.
- Que podría cosechar algunos aliados. Por ejemplo, alguno tan importante como el propio Daniel Salaverry, Presidente del Congreso y congresista con licencia en FP.
Solo por seguir con el ejemplo, con Salaverry dentro o fuera del fujimorismo, según la circunstancia, García podría tender puentes a congresistas fieles a Keiko o a congresistas renegados de ella y de la bankada.
2. El ex presidente está convencido que las aguas oficialistas son turbias y que al agitarlas podrían quedar demostradas las componendas que, según sugiere, existirían en el entorno de Pedro Pablo Kuczynki, actual aliado del presidente Martín Vizcarra.
La cruzada de García es desmantelar una supuesta mafia que, más allá de hechos fácticos como el contrato de Chincheros, sostendría una correspondencia política entre distintos actores del actual (MV) y del anterior (PPK) gobiernos para consolidar el encubrimiento de acciones truculentas que son denunciadas vía tuitter.
3. El ex presidente buscaría adelantarse a “la jugada” del fiscal Domingo Pérez, en caso éste solo quiera "la foto" (la de García enmarrocado). Dentro de la lógica de un golpe de Estado, algunas instancias fiscales, como el Equipo Especial Lava Jato, habrían perdido autonomía y, únicamente, alentaría a dichas instancias obtener mayor detrimento de su imagen política, hoy más esquiva que nunca ante la opinión pública.
Estas podrían ser tan solo algunas razones que motivarían a Alan García a continuar transmitiendo, codificadamente, mensajes implacables en medio de la crisis política peruana que no ha terminado y que, por el contrario, mantiene desenlaces reservados.
De estar cerca este análisis a la verdaderas intenciones, poco o nada le interesaría al ex presidente García que los medios otorguen crédito, o no, a lo propalado. Sus criterios siempre han correspondido a tiempos más elongados, no a juegos inmediatos.