Existen autoridades de toda ralea. Están los obcecados, los mandones, los que cazan más moscas con miel que con hiel. Pero, es muy difícil encontrar una autoridad abstraída en su propia realidad; una autoridad que su mente deambule dispersa la mayor cantidad de tiempo; una autoridad que no se entere realmente de lo que está pasando a su alrededor. En otras palabras, los gobernantes pueden mostrar muchas pieles, pero nunca o casi nunca viven distraídos.
La distracción para quien ejerce un cargo de mando es un contrasentido a su propia permanencia. Y aún así, en el Perú se haya un mandatario que luce esta peculiarísima manifestación del poder. Pedro Castillo ha demostrado que con sombrero o sin él, lo mismo da, y da para muy poco. Además, de una subyacente amenaza al sistema político -que para mucha gente aún es latente-, el severo desentendimiento del presidente del Perú con el actual contexto nacional es otra conminación al precipicio de la gestión pública.
A continuación, presentamos algunos aspectos que este gobierno no solo desatiende categóricamente, sino que complica con sus propias formas de agitación y enfrentamiento. Aspecto que sí preocupan a las peruanas y peruanos que todos los días tienen que enfrentarse a la adversidad.
Pobreza
Según la propia ministra de Inclusión Social, “en el Perú existen alrededor de 16 millones de personas en situación de pobreza o vulnerabilidad”, cifra que ha sido cuestionada por muchos especialistas por considerarla bastante conservadora en cuento a la medición del riesgo permanente en que viven millones de peruanos de clase media.
Precisamente, el mayor golpe de la vulnerabilidad se ha afincado en las zonas urbanas, debido a que las medidas de confinamiento por la pandemia de la covid-19 fueron mucho más estrictas y provocando, así, una ralentización de la reactivación económica de dichos sectores sociales.
¿Es consciente la actual administración gubernamental de que casi al 33% de la población no le alcanza el dinero para solventar sus gastos diarios, según lo detalla el Instituto Nacional de Estadística e Informática en su informe de los dos últimos trimestres de 2021? ¿Podemos asegurar que a marzo de 2022 la situación a mejorado contundentemente? Obviamente, la situación de catástrofe económica sigue siendo una realidad constante para millones de peruanos.
Desempleo
La recuperación del mercado laboral se mantendrá rezagada y tomará tiempo recuperar niveles pre pandemia. Esto se debe a que la crisis ha ejercido una inmensa presión a la baja sobre los salarios, lo que ha provocado que los empleos tiendan a precarizarse más, haciendo que los trabajadores que perdieron su empleo hayan migrado al sector informal o a estar subempleados.
Según el INEI, para agosto de 2021 la tasa de desempleo superaba el 7% de la población. Ante esta dramática situación cabe pensar si desde el gobierno se están tomando las medidas adecuadas para, al menos, elevar la calidad de empleo que los trabajadores formales para que a través de ellos (como posible integrante de una misma familia) puedan mitigar esta situación. Sin embrago, todo indica que desde el Ejecutivo solo se está perjudicando a cientos de miles de trabajadores con ciertas iniciativas cuestionables al ser poco reflexivas.
Por ejemplo, algunas medidas que están precarizando la calidad de los empleos en el Perú: (1) Los límites a la tercerización de los servicios en las empresas. (2) La propuesta de incrementar la remuneración mínima vital (RMV). (3) La propuesta de elevar de 1.5 a 3 sueldos por año la indemnización por despido arbitrario. ¿Nuestro país se desarrolla con estas medidas? Según el grupo Videnza Consultores, el problema central de estas iniciativas no radica en la esencia social, sino en la aplicación contable de ellas sobre un porcentaje reducido de trabajadores de las MYPES, cuyos empleadores no podrían sostener un ritmo presupuestal que cubra tales expectativas.
Informalidad
Otro problema que enfrenta el mercado laboral está en los elevados niveles de informalidad. Las pérdidas en productividad debido a las distorsiones generadas en el mercado laboral por la informalidad son significativamente altas.
La informalidad afecta a la productividad, dado que muchas empresas informales prefieren producir a baja escala (y, por lo tanto, de manera ineficiente) para que no las puedan detectar. Al cierre del cuarto trimestre de 2021 la informalidad en nuestro país aún supera el 74%.
Cerca a los 10 meses de gobierno, una cifra tan elevada de la informalidad no puede ser motivo de auto exculpación, ni de demagogia bicentenario, señalando que “son 200 años de atraso”, tal como lo han repetido innumerables veces desde el actual premier, Aníbal Torres, hasta sobresalientes figuras del partido de gobierno en el Parlamento, como Waldemir Cerrón.
Bomba de tiempo
Si no por la aplicación de un programa cavernario y estatalista, ni por la supina ignorancia en más de una ocasión revelada, Pedro Castillo sí pueden empeorar mucho más las cosas en nuestro país debido a la falta de conexión entre su mente y el clamor popular. ¡Parece estar más preocupado en no terminar sus días igual que otros ex presidentes a los que tanto él ha criticado!