Punto de Encuentro

¡Culpable eres tu!

ÁNGEL DELGADO SILVA

La millonaria campaña publicitaria del oficialismo para prevenir el contagio del Covid-19, constituye una afrenta a todo el país. No sólo porque los 140 millones de soles pudieron tener mejor destino: plantas de oxigeno, por ejemplo; en lugar de financiar a una prensa devaluada y mentirosa, que hace amén a la pésima conducción gubernamental. Pero sobre todo, el rechazo obedece, principalmente, a su contenido agraviante para los peruanos de toda condición.

La cínica teoría que imputa a la población la culpa por la extensión sin freno de la pandemia, ha sido la excusa permanente de Vizcarra para escamotear su insoslayable responsabilidad. Sin embargo, ahora, mediante la campaña de marras el descaro alcanza su máxima expresión. Con una procacidad sin límites los spots televisivos y los avisos gráficos acusan a las familias de provocar la muerte de los suyos. De esta manera se invierte groseramente la realidad. Es de conocimiento público que los infectados fallecen sin atención, en las puertas de los hospitales desabastecidos de respiradores, camas UCI y equipos similares. Y este hecho incontestable pretende ser ocultado a la mala, adrede y mafiosamente, recurriendo a una propaganda infame e indigna.

Resulta evidente que la mentira arraigada en los más hondo del vizcarrismo se ha desbocado, tan igual que el coronavirus. Por ello, esta carrera enloquecida viene cobrando víctimas adicionales. Entonces, “el virus no mata solo” –como reza la campaña. Parodiando, la policía también lo hace, como en los luctuosos sucesos de la discoteca de Los Olivos. Pero a diferencia de la respuesta facilista del Ministro del Interior, que siguiendo la vieja tradición de “romper la pita por el lado más débil”, carga la responsabilidad en los cuerpos operativos, nosotros condenamos las concepciones e intereses de quienes dirigen tales operaciones.

No se dice que la incompetencia del Gobierno y su ineficacia para controlar la peste y relanzar la economía, son disimuladas con operativos faranduleros. El desproporcionado despliegue de efectivos, tanquetas y demás parafernalia, busca imágenes televisivas y portadas periodísticas, para dar la falsa impresión de una eficiencia oficial, que ciertamente no existe.

Esta consigna hace que nuestra policía se vea psicológicamente presionada para estar a la altura de actos que deben ser espectáculos. Pero la épica del operativo no puede ser más pueril. Pues los objetivos de ellos no son terroristas ni bandas delincuenciales. En vez de tales enemigos públicos, tenemos la persecución de borrachos consuetudinarios, amantes de jolgorios, jóvenes desadaptados y asistentes de fiestas infantiles. Nada heroico, por cierto. Pero en este desequilibrio ostensible, quizá radica la causa de las tragedias que estamos lamentando.

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