Por Roberto Rendón Vásquez
El mundo vive un tiempo dramático: la Pandemia del Covid-19. “Expreso” cada día informa sobre el devenir de ese flagelo. El 6 de marzo fue la primera muerte, ahora a más de 100 días son 8.761. Cada día se incrementa el número de fallecidos. Pronto serán 10.000.
Puede verse en Lima y otras ciudades aglomeraciones de gente que no respeta las advertencias públicas para no contagiarse. Y por su irresponsabilidad extienden el mal a su familia, vecinos y a muchos más. De esa manera han colapsado los centros hospitalitos y muchos se quedan sin atención.
Eso evidencia falta de conciencia de la grave situación que aqueja la humanidad; hay carencia de responsabilidad en miles de personas que salen a las calles a pesar del peligro a que se exponen. Nos falta disciplina y autodisciplina para impedir se propague el mal que ha llegado sin la voluntad del hombre.
Conciencia es conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. Responsabilidad es el cumplimiento de las obligaciones o el cuidado al tomar decisiones o realizar algo. Disciplina son reglas de comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de una colectividad. Autodisciplina es la capacidad personal de seguir reglas imprescindibles, con orden y constancia, usando solo la fuerza de voluntad
Si todos hubiéramos sido consientes, responsables y auto disciplinados habríamos evitado que el Convid-19 avance. No estaríamos lamentando la muerte de padres, hermanos, cónyuges e hijos. Esta pandemia ha azotado más en los sectores populares a quienes desacataron las medidas preventivas para cuarentena.
No podemos silenciar la irresponsabilidad personal y colectiva, la falta conciencia del deber humano para evitar propagar un mal que se convierte en irreversible en las personas. Nuestra obligación es invocar la disciplina colectiva y auto disciplina.
No se impide la libertad pero debe invocarse ejercitarla con organización. Todos deben laborar pero hagámoslo disciplinadamente. Si venden productos deben estar organizados racionalmente y quien compra puede hacerlo ejercitando los protocolos y que ambos no produzcan las aglomeraciones. No se vende más en los amontonamientos y quienes consumen pueden hacerlo donde están los productores minoristas pero organizados y disciplinados. Quienes tienen necesidad de ir a bancos y centros comerciales, que guarden la disciplina y tengan paciencia para que se les atienda. No es necesario fomentar el desorden.
Seamos responsables y auto disciplinados.