Una reflexión previa. Cuando el Presidente llama la atención al Congreso remarcando las palabras “separación de poderes”, da la impresión que concibe dicho principio democrático como una división formal y funcional entre órganos constitucionales, cuando la doctrina nos enseña que hay que interpretarlo como “frenos y contrapesos” por el que ejercen mutuamente controles políticos, interfiriendo en el funcionamiento del otro, a fin de que ninguno tenga demasiado poder.
El Presidente ha recibido un mandato del electorado, el conducir al país con la energía y liderazgo necesarios para tratar de solucionar sus problemas. Hay quienes gobiernan con perfil bajo, exhibiendo sus logros concretos para fortalecer la confianza, otros mantienen una fuerte comunicación con la sociedad, ilusionándola con un discurso emocionado y también logran aumentar la confianza. Kuczynski no puede desplegar, hasta hoy, ninguno de esos estilos.
Así, hemos asistido a un discurso correcto, que bien hubiera podido ser anunciado como la prolongación del discurso inicial de su presidencia, cuando puntualizó cuatro objetivos sin avanzar en ninguno de ellos. Hoy vuelve a anunciar que trabajará en agua potable, lucha contra la corrupción, seguridad ciudadana y desarrollo de infraestructura. Ojalá que no tengamos el próximo año los mismos buenos deseos con identicos resultados.
La pequeña autocrítica fue notoriamente insuficiente, mejor no la hubiera mencionado. Ni una palabra por haber perdido dos ministros al tratar de salvar el doloso contrato de Chinchero. Bien podría afirmarse que los problemas de este Gabinete se los han creado los propios ministros, ya sea por cometer errores o por inacción al tratar de no errar. Si algo era necesario, era apuntalar su gestión presidencial con un Premier con peso político específico, capaz de desplegar un liderazgo propio como un autético jefe de gobierno.
Me preocupa pensar que acaso el Presidente no se dá cuenta de lo que necesita, si consulta a personas fuera de su entorno. Una cosa es seleccionar temas para un discurso y otra muy distinta es saber quiénes se fajarán para que lo anunciado se concrete. Proponer una Autoridad Autónoma de Transporte para Lima y Callao está bien, pero ese tipo de instituciones, cuando no está liderada por un político tractor, no obtienen resultados. Lo mismo ocurre con el crecimiento de 4 por ciento o los 7 millones de turistas, o la reforma de la administración de justicia y la percepción de seguridad ciudadana. Son complejos problemas que requieren un impulso sostenido, vehementes que se compren el pleito y destruyan los obstáculos e intereses opuestos.