Punto de Encuentro

AGENDA PARLAMENTARIA, SEGUNDA PARTE

En nuestra anterior columna, escribimos acerca de la paradoja en la cual se verán inmersos los  congresistas recientemente electos respecto a la necesaria suspensión de la norma que aprueba la intangibilidad normativa electoral, más concretamente, sobre la suspensión temporal del artículo 4° de la Ley Orgánica de Elecciones, dispositivo que establece que las normas con rango de ley relacionadas con procesos electorales que se publican desde un año antes del día de la elección, entran en vigencia luego de concluido el proceso electoral.

Lo dicho significa que estando programadas las próximas Elecciones Generales para el domingo 11 de abril del 2021, únicamente hasta el 11 de abril del 2020 podrían introducirse reformas legislativas de índole electoral y, toda vez que los congresistas electos entrarán en funciones recién en el mes de marzo, el tiempo para aprobar las reformas electorales se reduce a poco más de un mes.

Teniendo en cuenta lo dicho, redactamos el presente artículo asumiendo que esta suspensión legislativa operará gracias a la concertación de las bancadas y si siendo esto es así, correspondería a continuación determinar cuáles serían los puntos principales sobre los cuales estructurar la reforma electoral.

La lista reformista no es corta pero el tiempo sí, por tanto, pensar que este Congreso podrá ver todos los temas sería iluso. Así por ejemplo, no resulta lógico suponer que un congreso que tendrá  menos de año y medio de duración pueda legislar sobre temas tan diversos como: la regulación de la obligatoriedad del voto, la anulación del voto preferencial, el retorno a la bicameralidad, la reelección de autoridades, la paridad y alternancia en la aplicación de la cuota género, la obligatoriedad de elecciones internas partidistas, el fortalecimiento del sistema de partidos, entre muchos otros.

Esta ineludible barrera nos lleva a razonar cuales serían los temas que deberían priorizarse en la futura agenda parlamentaria, y en este sentido, consideramos que por su alto impacto y su fácil aprobación, deberían empezar por la derogación de la segunda disposición complementaria de la Ley 30998 que exime a los partidos políticos inscritos de llevar a cabo elecciones internas.

Nos explicamos. La reforma electoral del mes de agosto del año pasado, aprobó la obligatoriedad de las elecciones primarias, lo cual será una novedad en el país. Pero estas elecciones “primarias”, contrariamente a lo que podría pensarse, no servirán para determinar a los candidatos de los partidos inscritos, esas serán las elecciones “internas”. Distingamos entonces a las elecciones internas y las elecciones primarias.

A través de las elecciones internas, los partidos políticos mediante el voto de sus afiliados y no del criterio partidista, determinarán quiénes serán sus candidatos en las Elecciones Generales del año 2021 y siguientes procesos electorales; en estas elecciones internas regirá la auto postulación, de modo tal que cualquier afiliado de un partido político que cumpla con las normas internas del mismo, puede postularse como precandidato y competir contra sus correligionarios por captar el voto de lo demás miembros del partido, los cuales dicho sea de paso, son los únicos electores de este proceso interno. En otras palabras y para resumirlo, los afiliados de un partido eligen democráticamente a sus candidatos.

Sin embargo, como quiera que nos enfrentamos a una reforma electoral incompleta, la segunda disposición complementaria de la Ley 30998 ha establecido que “por única vez” y con vistas  a las Elecciones Generales del año 2021, los partidos políticos inscritos a la fecha de promulgación de la norma, en otras palabras TODOS, pueden (y en esa palabra está el problema) llevar a cabo estas elecciones internas de conformidad con las normas establecidas en dicho dispositivo legal, es decir, con la participación de los organismos electorales, padrones aprobados, etc. Pero como quiera que el vocablo “pueden” alude a una decisión interna partidista, las agrupaciones políticas bien pueden optar por no seguir esas disposiciones, de modo tal que las elecciones internas se convertirían una vez más en un saludo a la bandera, generando nuevamente la venta de candidaturas y los partidos políticos se presentarían a las elecciones primarias con las listas de candidatos confeccionada por la dirigencia partidista.

A título informativo señalaremos, que las elecciones primarias sí son obligatorias y en ellas todos los peruanos incluidos en el padrón electoral acudiremos a votar y decidiremos con nuestro voto que partidos políticos participarán en las Elecciones Generales. Recordemos que estas “primarias” no son para elegir candidatos sino para legitimar la participación de los partidos en la Elección General, pues solo podrán ser parte de ésta los partidos que las elecciones primarias obtengan al menos el 1.5% de los votos válidos, pero recordemos que su participación será con la lista previamente armada ante la posibilidad de no llevar a cabo (previamente) elecciones internas tal como precisa la Ley 30998.

En este escenario, resulta evidente que la derogación de la norma bajo mención o su modificación, debe hacer obligatoria las elecciones internas con la participación de los organismos electorales. Su aprobación en el parlamento no debería generar mayores problemas pues para ello no se requiere de un amplio debate y los eventuales partidos que se opongan quedarían en flagrante evidencia antidemocrática.

A lo dicho, cabe adicionar una ventaja adicional. Estas elecciones internas servirían además para que los afiliados de un partido fijen el orden de sus candidatos, de forma tal que el que obtenga la mayor votación sea el candidato con el número uno en la lista, quien ocupe el segundo lugar lo haga con el número dos y así sucesivamente, lo cual permitiría anular el voto preferencial que genera luchas internas, alienta la dispersión del discurso de campaña con cientos de candidaturas individuales y  permite el ingreso de dinero negro en las campañas pues con el voto preferencial cada candidato se hace responsable de su campaña.

Esperemos que la agenda parlamentaria priorice los temas señalados.

 

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