Punto de Encuentro

De la penumbra al ocaso, en un spleen

Por, Gustavo Adolfo Orozco

Epígrafe: les recomiendo leer el poema “reír llorando” de Juan de Dios Peza.

En ocasiones, me es en cierto modo sencillo redactar algunos escritos que intentan al menos ser imparciales hasta donde los recursos literarios me lo permiten.

En ese sentido, creo que si bien lo exige cierta ética literaria (si acaso ello es un derecho) o algún atisbo de dignidad me asiste a la hora de referirme al momento que vive la historia de Colombia, debo aclarar que, esta vez ser imparcial no es justo ni para mí ni para para quienes lean este escrito.

Existen serios indicios de una consabida ruptura democrática, ya enquistada como forma de gobierno, pero que, como un animal malherido en sus estertores de muerte, ese último zarpazo puede ser el más mortífero.

Las incesantes declaraciones de la clase oficialista, que arremete en contra de todo cuestionamiento, declaración o crítica que perturbe la serenidad de su cetro, ya se irradió a las diversas capas y esferas sociales, donde contertulios antes amigos, pareciera que están dispuestos a debatirse en duelo; los unos en defensa del ideario que sostiene que el País en manos del oficialismo va fuerte y sano y que las quejumbrosas voces que lo cuestionan, son solo turbas de vagos que todo lo quieren gratis y sin esfuerzo. Los otros divididos en muchos aspectos políticos (como pasa en tantos países de nuestra amada América Latina) intentando ondear banderas de cambio; unos y otros adoloridos por la carga de veneno que se bebe en los medios, en las redes sociales, en cada impreso que reparten los unos y los otros.

Es pasmoso saber que la realidad es aún peor que los delirios de los debatientes, y lo explico: Desde las altas esferas de la política parlamentaria y del gobierno, nos venden minuto a minuto la palabra polarización; lo hacen aún, a sabiendas que dicho enunciado es una construcción que desde el oficialismo y sus medios se lanza como la fórmula mágica que impida que surjan líderes que puedan alcanzar el poder, ajenos a las maquinarias. Lo que logran siempre es enfocar los lentes de las cámaras, las entrevistas, encuestas y debates, bajo el óbice que solo a las elecciones presidenciales, en primera vuelta, puede llegar el candidato del oficialismo y su contradictor más extremo (quien más lo haya criticado). Los logros ejemplarizantes que, a la vista de todos, obtienen de primero, es desdibujar la existencia de líderes reformadores que intentan construir un País incluyente y sin violencia. El segundo logro y también a la vista, es que el siempre inocuo candidato que a principio de campaña casi nadie del común reconoce, sea transformado (artificialmente) en el nuevo prócer, listo para combatir a la maldad que encarna cualquiera que se le oponga a la gran maquinaria engrasada y sana, más robusta que nunca, y que sea quien sea será llamado como agente del castrochavismo, del socialismo del siglo XXI, comunista, terrorista, narco paramilitar, asesino, guerrillero y cualquier calificativo que impida que sea escuchado.

Esta democracia nuestra está enferma, elegimos al que va a gobernar, le entregamos las leyes, las armas de nuestras fuerzas del orden y la constitución para que esa persona a partir de ser electo, decida desde el poder lo que considere conveniente; de ahí en adelante sufrimos y padecemos dirigentes que gobiernan de espalda a sus electores y que rompen los juramentos y promesas en campaña. Incluso me atrevo a decir que la democracia no está enferma, está diseñada para enfermarnos. Es así como nosotros las personas de a pie no entendemos casi nada de lo que debe hacer quien es electo, es decir, elegimos solo para que nos gobiernen (que estupor siento al escribirlo) ¡Nos gobiernan como creen que merecemos por nuestra ignorancia! Y es claro que no entendemos casi nada de lo que significa mantener la regla fiscal, menos del sistema de funcionamiento de la inversión del dinero de las pensiones trasladado al sector privado para que genere rendimientos (que descaro), no sabemos nada de las cuentas de participación nacional que determinan la moderación del sistema productivo nacional, de lo que implica consolidar el producto interno bruto, ni de tantas y tantas variables que determinan el incremento del índice de precios al consumo (IPC), en fin, tenemos el privilegio como constituyentes primarios, como sufragantes, de elegir quien gobierne nuestra ignorancia o desconocimiento de que es eso de gobernar un País.

Lo más difícil está por venir. Discutir el abstencionismo que se erigió como una costumbre de descanso dominical, es un debate inocuo. Basta con preguntarse por qué en Colombia está reglamentado ofrecer medio día de descanso a los trabajadores que ejerzan el derecho a votar, pero no se cambia el día domingo que siempre se ha destinado para las elecciones en todos los niveles, por un día entre semana que permita ejercer ese medio día de derecho a elegir y ser elegido. Como tampoco se implementan nuevos modelos que impriman transparencia a esas elecciones, como por ejemplo dejar esa vana cultura de decir que el voto es secreto cuando se negocia a plena luz del día a la sazón de la oferta, según el aspirante o el riesgo que corra de perder el poder. ¿Porque tenemos un número significativo de senadores que obtienen votos en toda la geografía nacional que jamás llegarán a recorrer y que son ciudadanos de tan pocas regiones para representarlas a todas? En fin, sigamos la perorata y discúlpenme los improperios.

Esta democracia está enferma, lo dije y lo repito, porque mientras en las calles, enquistados en discusiones de quien debe ser y quien debe “desaparecer”, en las altas esferas políticas donde se dictan doctrinas y normas, están construyendo una idea, un ideario, “una amenaza” y es que pretenden proteger la democracia yéndose en contra de quien pretenda llegar al solio de Bolívar, a la casa de Nariño ¡a la presidencia! ¿Qué tal estos? Se cuestionan, mientras con esencias de dignidad perfuman sus planes funestos.

Increíblemente en el partido que conquistó la mayoría parlamentaria, léase partido conservador, su presidente, además ex jefe de estado (presidente de la república) anunció a solo horas de haberse elegido el nuevo congreso, que no reconocía dichas elecciones; lo siguió, o lo antecedió, ya da igual, el también expresidente Álvaro Uribe (confieso cierto temor al escribir esos nombres). El partido que es el mismo que llevó al actual presidente de gobierno al poder, sí, ese, el Centro Democrático, que además tiene como vicepresidenta a la principal figura política vigente (del partido conservador), es increíble que sean ellos quienes como una “jugadita de magos o de poker” no reconozcan dichas elecciones en un congreso que, para infortunio de todos, de nuevo es de mayorías oficialistas.

El comandante en jefe de las fuerzas militares del País, que en su día lamentó públicamente la muerte de “alias Popeye” principal sicario y lugarteniente de Pablo Escobar, ese mismo general expreso en Twitter el rechazo al candidato de la oposición el señor Gustavo Petro, en un acto de ruptura total de la doctrina castrense, donde su postura política hizo que se parcializara parte de la institución, además con la amenaza abierta cuando en televisión y en directo, señalo que no teme ningún proceso o investigación disciplinaria porque como lo dijo él mismo “ en el ejército nacional ya hay muchos Zapateiros” ¿de qué nos advierte? Juzguen ustedes.

Desde palacio el presidente Duque lo defiende acusando a Petro de azuzador que ofende a las tropas en sus continuas declaraciones, en las que manifiesta y prueba que son muchos lamentablemente los altos militares y también los mandos medios y bajos, permeados por la corrupción y el narcotráfico. Revisar la historia de los contubernios de la clase política o de muchos de ellos con narcotraficantes aliados con agentes del estado, en todas sus dimensiones institucionales, convierte lo dicho por el presidente de la república en una caricatura propia de un comediante. Es una verdadera lástima que Duque abandone el solio de Bolívar con una impopularidad histórica que lo va a llevar pronto al olvido, a fuerza de sus propias decisiones.

La intolerancia, los homicidios colectivos (antes llamados como masacres) nombre cambiado, porque es una falta de estética denominar así al exterminio de la gente humilde que lucha por derechos que solo reposan en papeles inertes, es algo para el señor fiscal general de la nación Francisco Barbosa al menos inconcebible, por ello decidió el cambio semántico ¿ah?; algo así como darle un nuevo uso al deber ser de los componentes del significado que son: Denotación y Connotación ¡Que verborrea por dios!

Lo más sombrío en este arbitrio de confabulaciones está por venir, y termino con este enunciado a modo de pregunta para que usted, ilustre lector que no pertenece a la gente como yo, ignorante en asuntos constitucionales, me ayude a dilucidar.

Que pasaría en el momento en que el señor Gustavo Petro llegue a ganar la presidencia, en un momento donde continúa el escrutinio de votos de las recientes elecciones al congreso, donde los expresidentes-presidentes Pastrana y Uribe anunciaron que no reconocieron dichas elecciones, en las que la diferencia entre preconteo y escrutinio es de más de 1.5 millones de votos, todo esto reconocido por el registrador nacional Alexander Vega Rocha; votos en favor de los partidos opositores al oficialismo, y que tienen enredadas quien sabe cuántas curules en ambas cámaras, donde quien posesiona al presidente de la república electo, es el presidente de nuevo congreso electo, en sesión anterior a dicha posesión?

No hay precedentes en este país que puedan dar claridad a lo que significa que terminados los periodos constitucionales de los elegidos en congreso y donde no se puede posesionar el nuevo por las demandas ya comentadas, permitan un tránsito al menos normal del cambio de gobierno.

Esto puede pasar y solo Dios sabe qué país nos van a permitir mantener.

Les dejo la inquietud a sus saberes y entelequias jurídicas, yo me declaro el menos idóneo para tocar esta espina que desgraciadamente no porta una rosa.

Otro escenario: el voto en blanco está creciendo a pasos agigantados; ¿Qué pasaría si la primera votación es la de Petro y la segunda es la del voto en blanco? ¿se acabaría el oficialismo o se impondría a fuerza de lo que sea?

Los exhorto a que voten a conciencia; cada voto dentro y fuera del País marcará el camino que ustedes y yo conocemos de Colombia y de la emigración.

Un galicismo, discúlpenme el spleen: ¿les suena la palabra Gobierno Interino?

¡Da miedo, da horror!

Muy a pesar de ellos, nosotros los que ignoramos que significa ser gobernados, que por décadas hemos sido ignorados, vamos a sobrevivir y a luchar hasta que la dignidad se haga costumbre, hasta que lleguemos “a vivir sabroso”.

 

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