Punto de Encuentro

Alan García, el suicidio como lógica política

Alan García se suicidó en el más grande acto de coherencia con la lógica política. Albert Camus, al tratar acerca de la experiencia vital del suicidado y del proceso que lo conduce al suicidio, se pregunta si “¿hay una lógica hasta la muerte?”, para responderse que “Es fácil siempre ser lógico. Pero es casi imposible ser lógico hasta el fin. Los hombres que se matan siguen así hasta el final la pendiente de su sentimiento”. García se convierte en un Sísifo condenado por el fatalismo lógico de las pendientes perpendiculares, y en un Anti-Sísifo por la rebeldía de no aceptar toda la condena: Cuesta arriba, su camino se hizo más largo, desde que se instala la mega comisión congresal que debía investigar su segundo gobierno hasta que se crea el equipo de fiscales que debía investigar los casos de la empresa Odebrecht; y cuesta abajo, su camino se hizo más corto, desde que Uruguay le deniega su solicitud del asilo político hasta que la fiscalía y el poder judicial determinaron su detención preliminar. García caminó hacia su suicidio pensando políticamente, de acuerdo a ciertas reglas de la lógica: De subida fue más inductivo, en la escala de abstracción miró hacia abajo: preferentemente a la posibilidad del archivamiento de la investigación fiscal, y a la política desde las políticas públicas; y de bajada fue absolutamente deductivo, en la escala de abstracción miró hacia arriba: preferentemente a la posibilidad de los mandatos de detención preliminar y preventiva, y a la política desde los procesos políticos. García, sobre todo el Anti-Sísifo de los últimos días, fue un hombre metafísico y angustiado.

García tuvo un suicidio camusiano, por la lógica política. La mayor lógica del suicidio de García radica en que él era un hombre político proyectado en la historia y en la metafísica. Sísifo tuvo un destino fatal, en parte o en todo, porque fue descendiente de Prometeo. Igual: García, tuvo un destino inevitable, en parte o en todo, porque fue heredero de Víctor Raúl Haya de la Torre. Por ello, especialmente sus últimos meses, fue lógico al extremo de ejecutar la ceremonia de su propia muerte, y fue rebelde al punto de ocupar el lugar metafórico del suicida: ¿Qué son sus Metamemorias? ¿Qué es La razón de mi acto? Testamentos políticos. García, agonista y aún suicidado, continuó (y continúa) construyéndose como sujeto político, y estructurándose él mismo como discurso para perdurar, para trasuntar su vida y su obra. Estoy convencido de que en sus estados finales de Sísifo y de Anti Sísifo, tuvo la plena conciencia de las razones abstractas y empíricas, y de las consecuencias políticas e históricas de su acto porque sabía, como Camus, que “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio” y que “Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental”. El propio filósofo argelino francés, aún en su existencialismo ateo, cree ver en el suicidio del hombre absurdo, que por ese tiempo le tocó ser a García, a un hombre proyectado y rebelde para con la absurdidad de una vida en la cárcel, de un chaleco maldito con la grafía “detenido” y de unos grilletes como dispositivos que no acepta.

Se trató de un suicidio por vocación, por amor a la política. García coincide con Camus: “Quienes se suicidan suelen estar… seguros del sentido de la vida”. El mayor sentimiento que condujo al suicidio a García fue su amor por la política y el procedimiento que lo lleva al suicidio fue querer poner a salvo a su propia vida política y la de su partido. Es así: García se suicida para resolver el problema del absurdo de su vida sin la política. Tal absurdo se convierte en el motor de los actos de los últimos días de García. Precisamente, Camus encuentra que en “esa relación entre lo absurdo y el suicidio, la medida exacta es que el suicidio es una solución de lo absurdo”. Camusianamente, se trata de un caso en el cual el sentido de la muerte se encuentra en la vida misma. García fue un “animal político” en el sentido aristotélico, un hombre antiguo, que siendo habitante de la ciudad estado no concebía su vida sino a condición de ser él mismo y la política uno solo; y un “semi animal político” en el sentido maquiavélico, un hombre moderno, que siendo habitante de la ciudad república era lo suficientemente “mitad hombre, mitad bestia” como para no concebir su vida sino a condición de proyectarla en la autonomía de la política. En verdad, Camus escribe su célebre ensayo como contraargumento normativo al suicidio como acto; no obstante, reconoce que “El suicidio puede, en efecto, relacionarse con consideraciones… respetables. Ejemplo: los suicidios políticos”.

La dictadura caviar fue la dictadura tanática de García. Camus parece ser piadoso con el suicidado: "Nada es una tragedia hasta que el héroe es consciente de su circunstancia". Todos: Absolutamente todos los políticos de verdad, incluidos los tanáticos caviares, sabían que en el acto de su detención García se suicidaba para impedir la indignidad pública de los grilletes y del chaleco de detenido. Por la lógica política del suicidio de García, el auto judicial que ordena la detención preliminar vale por la sentencia que lo condena a la muerte. Camus parece no ser tan piadoso con los que no se suicidan, aún en la misma circunstancia del suicidado, como son todos los ex presidentes encarcelados y excarcelados, pero vivos, del Perú: “En el apego de un hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo. El juicio del cuerpo equivale al del espíritu y el cuerpo retrocede ante el aniquilamiento”. García amó la política porque amó la vida aún más allá de la vida. Es más, pidió asilo para el cuerpo cuando era ya un exiliado del espíritu como una forma de lucha por la integración de su persona en la vida. El día de su suicidio coincidió con mi clase de análisis político en San Marcos: Me dirigí a mis alumnos en clave de El mito de Sísifo, de Albert Camus, para decirles básicamente lo mismo que hoy escribo. Un alumno interrumpió mi discurso: “Profesor, no importa. El disparo duró lo que duró, pero su eco se escuchará en la historia”. Proseguí, como ahora: Con el enfoque de Camus: Alan García, el suicidio como lógica política.

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