Punto de Encuentro

La democracia representativa es obsoleta en Perú y otros países de América Latina

Por: Abraham Fudrini

Están apareciendo nuevamente, en los medios de comunicación de masa, los mismos políticos conocidos por la opinión pública, para enunciar sus tradicionales mensajes que resultan chácharas insulsas, a veces maquilladas como “propuestas” de la derecha y de la izquierda: libertad económica, proteccionismos, altos aranceles, asamblea constituyente, respeto a la Constitución, Senado sí, Senado no, etc., pero ninguna propone resolver el problema de la estructura  en crisis que tiene Perú desde hace varias décadas.

Nada de lo que sugieren la derecha y la izquierda tiene valor para el futuro de la sociedad peruana. Lo que se debe hacer hoy, es corregir las fallas y no repetir los errores. Dentro de la situación actual los políticos están perdidos como cuyes de tómbolas, no saben qué hacer ni hacia dónde ir, no proponen soluciones, porque no las conocen, para superar esta grave crisis del sistema político.

Considero seriamente que la democracia representativa se ha agotado para Perú y otros países latinoamericanos: Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc.

Es inevitable hacer una propuesta diferente, nueva, que supere y reemplace a esta estructura de democracia representativa cuyos presidentes del poder ejecutivo, desde hace siete lustros están enjuiciados, presos, perseguidos por corrupción en y contra el Estado.

Cada uno de casi todos los presidentes ganaron las elecciones como “mal menor”, así empezó a devaluarse el cargo de presidente de Perú, hasta que después de 35 años proclives, la historia parió un feto político en un escenario social, económico y democrático, enfermado desde 2020 por la pandemia y los últimos gobernantes inmorales. Desde mi punto de vista, el presidente y los dos vicepresidentes (la presidencia), cuestan mucho y la opinión pública generalmente los ve como sospechosos de corrupción.

Presidente es una institución central del Estado, encarnada por una persona que concentra excesivo poder, decide sobre alrededor de 18 ministerios que conforman un Gabinete con un Jefe que también depende de él. Además dirige las relaciones exteriores de Perú.

¿Puede encarnar adecuada y moralmente el cargo de presidente de Perú, por ejemplo, Pedro Castillo, Ollanta Humala, Martín Vizcarra u otro semejante?, ¡claro que no!.

Los presidentes de Perú desde hace más de 35 años, en general no han gobernado bien y ninguno se liberó de la sombra de la duda de la corrupción que cubre a todos los de este período.

La propuesta es que los candidatos para presidente y vicepresidentes de Perú no deben ser elegidos en sufragio universal del pueblo peruano.  

Finalmente no ha surgido y no creo que surja un candidato de derecha, izquierda, centro, de arriba o de abajo que haya expuesto o discurseado la solución sobre lo que históricamente requiere solución: cambiar la obsoleta estructura del sistema político de Perú que en los últimos 72 años ha funcionado y que desde hace siete lustros, ha venido empeorando, hasta hoy que ya no sirve para contener dictaduras de derecha o de izquierda.

Esto se sintetiza planteando que hay  que terminar con la democracia representativa y con el exceso de poder del Presidente, haciendo un Poder Ejecutivo colegiado.

Sin embargo los políticos conocidos por todos están desfasados, creen algunos que con un sistema bicameral, el grave problema del Estado se resolverá. ¡Falso!.

La democracia representativa no sirve, con Senado o sin Senado, es obsoleta, dos recientes ejemplos de sociedades con un Senado cada una, Chile y Colombia han demostrado que ese sistema representativo es pura formalidad, incapaz de contener formas de gobierno autoritarias y hasta dictatoriales que desde Rusia en 1917 han venido levantando, en diferentes formas y matices, el capitalismo de Estado frente al capitalismo de Mercado.

Es imprescindible proponer un nuevo sistema político con presidente y vice presidentes no elegidos por votación universal.

El Poder Ejecutivo debe ser colegiado.

La crisis de los políticos se evidencia porque vuelven a repetirse las viejas y estériles propuestas, que solo podrían lograr modificaciones ornamentales, pero no transformar la estructura del sistema político.

“Lo viejo debe perecer”.

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