Fernando Rodríguez Patrón
Todos deseamos contar con partidos sólidos, sin embargo, un sistema de partidos como el nuestro dónde pareciera que ya no hay espacio para más y sin embargo el número de sigue incrementándose, parece haber estado liderado por quienes no ven en la consolidación del sistema una prioridad, la cual únicamente se orienta hacia el triunfo electoral, el cual a veces es producto de una simple casualidad. Los líderes partidistas entienden que el éxito electoral representa el punto culminante de su partido político y quizás el único, olvidándose que, de allí en más, el reto debería enfocarse en fortalecer la organización política, no actuando como si no hubiera mañana.
Lamentablemente en el Perú ha sucedido precisamente eso, pues al parecer la elección lo es todo y ganarla constituía un fin que se agotaba en sí mismo. En efecto, desde el año 1990 (salvo la excepción de las elecciones del 2006) todas las organizaciones políticas que ganaron las Elecciones Generales eran de reciente creación y ahora ya no existen, fueron outsiders, para éstas, ganar una elección no solo debió implicar la obligación de gobernar correctamente, sino también debió generar una responsabilidad hacia adentro, hacia el propio partido, buscando su fortalecimiento, pues ganar una elección los posicionaba como una organización electoralmente eficiente, pero ello no significaba que se tratara necesariamente de un partido bien estructurado.
Debemos tener presente que un partido que gana una elección cuenta con las condiciones idóneas para desarrollarse, para crecer política, organizacional y socialmente, en otras palabras, cuenta con una vía expedita hacia su maduración y consolidación institucional; sin embargo, revisando el comportamiento de algunos partidos, pareciera que éxito electoral y la fragilidad partidaria, caminaron de la mano. Quienes alcanzaron el éxito electoral en nuestra historia reciente como Perú Posible (2001), Partido Nacionalista Peruano (2006) y Peruanos por el Kambio (2016), hoy son partidos inexistentes, situación que parece volverá a repetirse en el corto plazo con Perú Libre (2021).
Nótese que se trató de organizaciones partidistas que actuaron eficientemente durante la campaña electoral que ganaron, pero su comportamiento post electoral nos reveló que fueron meras organizaciones edificadas sobre estructuras precarias, que se trató de partidos constituidos con el único propósito de participar en el primer proceso que se llevaría a cabo y no de trascender políticamente No tenían objetivos más allá de una elección.
Perú Posible gobernó entre los años 2001 y 2006, sin embargo, poco más de una década después, perdió su inscripción al no superar el umbral electoral en las elecciones del año 2016 donde pobremente alcanzó poco más del uno por ciento (1%) del total de votos emitidos. Hoy día su líder y fundador se encuentra preso.
Si bien accedió a la presidencia a través de un vientre de alquiler llamado Unión por el Perú, partido hoy inexistente, fue el Partido Nacionalista Peruano la estructura partidista que sostuvo desde el año 2011 al hoy procesado ex presidente Ollanta Humala; sin embargo, este partido tuvo una fantasmal presencia en la escena política reflejada por su ausencia elecciones generales del año 2016 y las elecciones sub nacionales del año 2018 para perder finalmente su inscripción al no pasar la valla electoral en el año 2021. Fue debut y despedida.
Peruanos por el Kambio (PPK), luego Contigo, también fue un efímero partido que desarrolló una línea argumental similar a las descritas, con escasa participación en las elecciones subnacionales posteriores al triunfo electoral del año 2016. La crisis política y jurídica que afrontó su líder motivó la extinción del partido en el año 2021.
Adviértase que en todos los casos se trató de organizaciones políticas electoralmente exitosas, sin embargo, la nomenclatura de partido político les quedó grande, pues se comportaron como entes caudillistas, incapaces de desarrollar estructuras y funcionaron como simples maquinarias electorales, fueron lo que en música se conoce como one hit wonder.
Dicho esto, esperamos que esta vorágine partidista originada por la contra reforma electoral que nos ha llevado a contar con más de cuarenta partidos, la gran mayoría nuevos, no nazcan impregnados con un único objetivo electoral y por el contrario, desarrollen paralelamente una cultura de crecimiento que permita su ulterior desarrollo y con ello logren aportar al fortalecimiento de nuestro debilitado sistema. Necesitamos partidos que perduren, no simples estructuras electorales resultadistas.