Punto de Encuentro

¿Hasta cuándo, Zoraida, abusarás de nuestra paciencia?

21 Diciembre, 2021

Punto de Encuentro

La historia es pródiga en ejemplos con respecto a la función de acusar dentro de un proceso judicial. Muchas veces, el acusador se erige como la voz del pueblo, como encarnación de su ira frente a los abusos y la injusticia. Es imposible no recordar al mejor de todos, al ilustre jurista romano Marco Tulio Cicerón. Defensor de los eternos principios del derecho natural y de los valores esenciales que fundamental la vida republicana, se enfrentó la corrupción de Verres, administrador nefando que esquilmó a los honestos ciudadanos sicilianos, la tiranía de Julio Cesar, la dictadura de Sila, y la conspiración golpista de Catilina.

También tenemos al acusador de Sócrates, el oscuro Méleto, como ejemplo de cobardía y manipulación. La historia reivindicó a Sócrates a través de la obra de su discípulo Platón. Méleto se encuentra olvidado en los anales de la historia griega. Ni siquiera queda registro de sus discursos.

En los sistemas modernos, la función de acusar recae en el fiscal. En el sistema angloamericano, la figura del fiscal tiene un indudable prestigio. Muchos políticos inician su camino hacia el poder ejerciendo el rol de fiscal, como el popular exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani.

En Perú, la Fiscalía de la Nación ha sido sistemáticamente cuestionada por su sometimiento al poder de turno o por su cobardía. Ejemplo de una fiscal sumisa al poder, es la corrupta Blanca Nélida Colán Maguiño. Ejemplo de un fiscal cobarde, el tibio Miguel Aljovín.

De la cortesana justicia fujimorista hemos involucionado a la justicia caviar, inaugurada con el paniaguismo. El seudo discurso garantista de respeto irrestricto de los derechos humanos solo es el recubrimiento para utilización de la justicia como un medio de persecución política en contra de los enemigos de la intolerante izquierda “políticamente correcta”.

La etapa final de este proceso de lumpenización es la justicia vizcarrista, el modelo de administración de la justicia vigente. La directora de esta nueva etapa, desde el Ministerio Público, es la Sra. Zoraida Ávalos.

No vamos a discutir, en esta ocasión, la obligación la academia y de los operadores jurídicos de realizar una crítica global permanente del funcionamiento de la justicia, esencialmente de la justicia penal. Tampoco haremos mención al evidente descalabro institucional del incompetente Castillo, quien está socavando los pilares de la República con su ineptitud y sus evidentes actos de corrupción.

Respetuosos de la (supuesta) autonomía del Ministerio Público, le formulamos dos preguntas a la Sra. Ávalos:

¿Hasta cuándo, señora fiscal, esperaremos, mientras el país se desmorona, que inicie una investigación preliminar contra Castillo?

¿Hasta cuándo, señora fiscal, tendremos libres al corrupto y sinvergüenza Martín Vizcarra y sus cómplices?

Su extraño silencio genera desconfianza. O algo más grave. Cuidado que, por entregarse a los brazos de Castillo, no termine siendo asfixiada. Mire lo que le pasó a Blanca Nélida. Advertida está.

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