Punto de Encuentro

¿Qué aprender? II

Francisco Basili Domínguez

¿No es claro que nuestras niñas y niños deben desarrollar desde temprano la autoestima, la asertividad, la autonomía, la autorregulación y la actividad, porque la calidad de la convivencia se deteriora si los ciudadanos no tenemos esas capacidades?

Para que las niñas y niños tengan y consoliden esas capacidades es clave que las familias, los vecinos, los educadores y animadores de servicios para la infancia los traten con respeto, amabilidad y sin discriminación... 

Es un poco absurdo y desvergonzado insinuar que la tarea de construir con las niñas y niños las capacidades para la ciudadanía es  sólo de las familias, los educadores y los gestores de servicios para ellos. 

Lo que la sociedad valora, promueve o tolera y soporta, es un marco formativo que facilita la ciudadanía o que la socava. Se dice que una masa crítica de gente con sentido ético sólido y bien informada basta para promover el cambio y mejorar la educación ciudadana.

En este contexto… ¿qué aporta la escuela?

En un trabajo con Omar Gandarillas, David Ortiz, Carmen Carbajal, Mario Yáñez, Miguel Hidalgo, Lourdes Portugal y Raquel Rosales, interrogamos a más de mil adolescentes de quinto año de secundaria de siete escuelas públicas de diferentes distritos de Lima y a 190 adolescentes de 17 a 19 años desertores de escuelas públicas- sobre lo que aprendieron y lo que no aprendieron para ser ciudadanos.

Preguntados sobre qué fue lo más importante y útil que aprendieron, las respuestas más frecuentes fueron: A leer y a hacer cuentas, a convivir con otros estudiantes, a comportarme en una institución.

Leer les permitía conseguir información y hacer cuentas les facilitaba interactuar en la economía.

Leer y hacer cuentas fue lo más valorado, aunque reconocieron que no todos eran capos para leer entendiendo bien lo que leían ni todos eran buenos en resolver problemas.  Al menos uno de cada seis se reconocía con dificultades serias para la lectura o las cuentas.

Convivir con otros estudiantes y con docentes, empleados y autoridades.  La convivencia lleva a un aprendizaje con angustias y satisfacciones porque uno puede conocer sus fortalezas y debilidades.

Uno aprende cómo funcionan los grupos y también que lo que se enseña en las clases no es siempre lo más importante de cada día en la escuela. 

Uno aprende también que hay otros talentos útiles para convivir, aparte de los que se necesitan para sacarse buenas notas. Y aprende que la envidia y la crueldad están a flor de piel y pueden ser tóxicas e implacables si nadie las observa y regula.

La vida institucional tiene horarios, reglamentos, prioridades, sus autoridades formales y fácticas, e incluso en escuelas con escasa disciplina, desafía a superar el tengo ganas o no tengo ganas –porque en la escuela no puedes hacer siempre lo que quieres, donde quieres, cuando quieres, como quieras-.

Sea la autoridad necia o inteligente, justa o arbitraria, tienes que aprender a relacionarte con ella y con sus reglamentos. Aprendes que cuando la autoridad es débil es peor la opresión de los abusivos.

Preguntados sobre qué les gustaría haber aprendido en la escuela y que no consiguieron aprender y les hace falta, la respuesta más frecuente fue hablar en público.

Necesito expresarme, sea en grupo o en público; ordenar mis ideas para exponerlas, hacerlo sin ansiedad y de modo comprensible y agradable.  

Necesito aprender a pensar mejor, a traducir mis pensamientos en palabras sin atropellarme ni perderme, sin miedo, fueron respuestas frecuentes.

Aprender a discutir y escuchar, a distinguir los buenos argumentos de los falsos o manipuladores.  A distinguir a  los que hablan y aprendes algo de los charlatanes que sólo quieren convencerte de algo.

No aprendimos verdaderamente a conversar y decidir con la cabeza, buscando y consiguiendo información y siendo conscientes de las consecuencias de lo que decimos y elegimos.  Estamos casi siempre dejándonos guiar por los intereses del momento o por las emociones.

Desde hace varios años, así llegan a la edad del voto nuestros nuevos ciudadanos.  ¿Cómo se notan estas deficiencias de aprendizaje, no?

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