Punto de Encuentro

La Generación Z: ¿Una plataforma política mundial?

En las últimas semanas, la generación Z ha ganado notoriedad en nuestro país, impulsada por jóvenes que buscan destacar en el ámbito político y transformar la realidad de sus naciones.

Hemos visto los primeros movimientos activistas en Nepal a finales del año pasado y a comienzos de 2025, cuando este grupo logró la renuncia del primer ministro comunista K. P. Sharma Oli. El entorno represivo generó protestas que derivaron en daños al patrimonio de Katmandú y, finalmente, en la salida del líder del poder.

Posteriormente, la misma generación Z se ha manifestado en Marruecos a través del movimiento GEN Z 212, cuyos líderes luchan contra la corrupción, reclaman mejoras en los servicios públicos y denuncian la indiferencia del gobierno. Esta plataforma, que se define como independiente y apolítica, ha impulsado las protestas juveniles, aunque en la práctica varios dirigentes de izquierda se han sumado a su causa.

Situaciones similares se observan en Madagascar, donde persisten graves problemas estructurales como la corrupción, la pobreza y la falta de servicios básicos. Este contexto ha favorecido la aparición de espacios de activismo que buscan reducir esas brechas sociales.

Asimismo, grupos de jóvenes identificados como parte de la Generación Z comienzan a organizarse en Indonesia, Serbia y Bangladesh. En estos países también surgen demandas sociales legítimas, y todo indica que nuevos movimientos seguirán adoptando este nombre como emblema de una lucha social cada vez más extendida.

Pero ¿qué ocurre en el Perú? Considero que aquí el escenario de la Generación Z difiere del observado en otros países. En nuestro contexto, esta generación se ha convertido en una suerte de plataforma política que impulsa protestas legítimas, amparadas por la Constitución, como marchas y movilizaciones bajo su propia etiqueta. Sin embargo, estas acciones también buscan deslegitimar el poder del Estado y debilitar la autoridad de sus instituciones, cuestionando normas que, según su interpretación, obstaculizan la mejora de las condiciones sociales, como la reducción de la violencia.

En este proceso, se percibe la construcción de una agenda política implícita que trasciende las características propias de la llamada Generación Z. Por ello, es necesario analizar su activismo a la luz de las recientes manifestaciones encabezadas por grupos de jóvenes que se autodenominan parte de este movimiento y que buscan resultados similares a los de otros países. No obstante, las acciones de contención policial han impedido, por ahora, que la Generación Z alcance sus objetivos, los cuales aún no se definen con claridad, según diversas declaraciones públicas.

Los jóvenes peruanos representan hoy una población clave, pues su voto será determinante en las próximas elecciones. Poco a poco, muchos de ellos se identifican con el grupo denominado Generación Z. ¿Será que estamos presenciando el nacimiento de una nueva forma de hacer política, impulsada por las plataformas que estos jóvenes han construido en todo el mundo?

Habrá que observar qué ocurre en los próximos meses y si otros grupos juveniles se suman a esta tendencia global. Los tiempos están cambiando, y la polarización, junto con las manifestaciones en las calles, parecen haberse convertido en los nuevos espacios de debate. Ojalá esta etapa sea solo una transición hacia una participación más activa de los jóvenes en los sistemas políticos formales, como históricamente ha ocurrido.

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