Punto de Encuentro

El hambre y la necesidad

El partido de Reagan tiene por principios fundamentales la ética del trabajo y la libertad del individuo. Para los primeros peregrinos puritanos de Virginia, el trabajo no sólo es la forma de satisfacer honradamente las necesidades de la familia sino también, una manera de relacionarse con el Creador, todo esfuerzo es ofrendado al Señor, por tanto, obtener riqueza es una bendición y señal de gratitud de Dios. El trabajo entonces no es una carga sino una magnífica oportunidad de salvar el alma. Los instrumentos para la realización de tan magnífica tarea deben estar protegidos de la arbitrariedad de las autoridades, por ello la empresa, en tanto prolongación de la misma dignidad del individuo y herramienta de trabajo, debe estar premunida de libertades y derechos. Imponer una excesiva reglamentación o impuestos confiscatorios sería un daño irreparable, no solo económico, sino social, pues violaría el pacto del individuo con su autoridad. El gobierno estatal entonces debe garantizar esas libertades, y el gobierno federal limitarse a sus pocas y bien definidas competencias constitucionales.

El partido de F.D. Roosevelt es partidario de la igualdad y de los derechos sociales. Originalmente ligado a las corruptas prácticas del Tammany Hall, se vinculó por interés a las políticas favorables a la inmigración de irlandeses y de otras etnias, a las que convertía en su base social. Construye así estrechos vínculos con los sindicatos y en función de ellos desarrolla una doctrina en procura del desarrollo de beneficios para los trabajadores. Exitoso al aprovechar la Segunda Guerra Mundial para superar la Gran Recesión, Roosevelt une las políticas antimonopolio y anti trust a programas sociales, dando forma a la doctrina política actual del partido Demócrata, que necesita de un gobierno federal fuerte para implementar su programa.

Donald Trump no encaja en el perfil republicano. Heredero de una fortuna, la multiplicó mediante prácticas empresariales reñidas con la ética, hizo de su vida un verdadero reality show para hacerse popular y sus propuestas parten de un proteccionismo comercial hasta la expulsión de migrantes indocumentados, pasando por el desconocimiento del TPP y de los Tratados de Libre Comercio. Su elección supondría un populismo impredecible para todos.

Hillary Clinton, en su paso por la Secretaría del Departamento de Estado falló al usar sus correos personales en delicados asuntos de Estado, también se la acusa de haber tomado decisiones en crisis con lentitud e ineficiencia. Ambos candidatos serán duramente tratados en la campaña y es probable que sus propios partidos merezcan mejores candidatos, aunque, a decir verdad, sus rivales internos tampoco exhibían grandes aptitudes para gobernar.

El Partido Republicano presentó precandidatos incapaces de comunicar sus ideas y desprovistos del carisma necesario, presos además de costosos compromisos con el conservadurismo duro del Tea Party e iglesias protestantes. Los demócratas sufrirán el divisionismo de parte de los seguidores de Sanders, más cercanos al socialismo francés que al liberalismo norteamericano. Se extrañarán candidatos moderados que representen a sus electorados, en noviembre se votará por el mal menor, signo de los tiempos.

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