Punto de Encuentro

Si no puedes criticar a Hitler… eres nazi

La ideología autocrática encuentra despreciable la natural confrontación de intereses que existe en toda sociedad pluralista. Para el autócrata los conflictos se originan en la falta de un Estado que monopolice la correcta interpretación del verdadero y colectivo interés del pueblo; por tanto, el partido único o hegemónico una vez que conquista el poder niega la posibilidad de discrepar y de disentir, pues todo interés legítimo ya se encuentra formalmente representado por los autócratas. Quien discrepa debe ser encarcelado o eliminado, pues es un enemigo del pueblo. Por ello, se convierte en dogma afirmar que los hermanos Castro defienden la dignidad de Cuba  o que Maduro es el guía del pueblo venezolano hacia su verdadera liberación.

Por el contrario, la ideología democrática cree que las contradicciones entre las tendencias e intereses, expresadas por diversos grupos sociales, son perfectamente naturales y deben ser respetadas, en tanto no existe un solo interés de todo el pueblo. Por ello, los representantes políticos son elegidos luego de un proceso electoral signado por el pluralismo y la competitividad, todas las corrientes importantes terminan obteniendo representación. Quien gobierna no es necesariamente mejor que las demás personas, sólo significa que recibió la confianza de la mayoría de ellas, en tanto supo representar sus tendencias e intereses más significativos.

Cuando un grupo neonazi intenta justificar el régimen de Hitler, está manifestando su deseo de reproducir dicho régimen porque comparte sus presupuestos conceptuales y, en consecuencia, también las acciones destinadas a materializar su ideología. Un partido que se niegue a rechazar el genocidio de judíos, gitanos, homosexuales y opositores políticos implementado en los campos de exterminio, está expresando compartir las mismas bases ideológicas que los nazis.

Similar situación se produce al lado opuesto del espectro. Cuando un grupo de extrema izquierda se ve impedido de negar las atrocidades cometidas por Stalin y Mao a sus respectivos pueblos, o lo que debiera ser mucho más fácil, el carácter autoritario del régimen de Maduro en virtud de la concentración del poder, la manipulación de los jueces y del Derecho y el desprecio por la vida y la libertad de sus adversarios, simplemente se revela seguidor de sus principios ideológicos y de su accionar político. Inevitablemente se identifica partidario del totalitarismo aunque lo niegue durante su proceso de captura del poder.

Los peruanos estamos avisados. Los líderes visibles del Frente Amplio no tienen un proyecto político verdaderamente democrático y si ganan las elecciones generales intentarán conducir un proceso inconstitucional destinado a concretar el proyecto chavista, con todo lo que significa en el aspecto económico y en el aspecto jurídico. La juventud idealista que aún los sigue, necesita otro proyecto, moderno y democrático, pluralista y constitucional, que en lugar de promover el modelo comunista en su fracasada versión populista latinoamericana, proponga una izquierda democrática coherente con el socialismo francés o el laborismo inglés.

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