Punto de Encuentro

Atrapado en su propia red

ÁNGEL DELGADO SILVA

A veces corresponde dejar la coyuntura política y su desenvolvimiento, en aras a un asunto aparentemente menor. Sobre todo si dicho incidente, marginal incluso, devela conductas decisivas para la configuración del tinglado vizcarrista, hace dos años. Nos referimos a la apertura de investigación preliminar contra el jefe del partido Morado, quien habría recibido 400 mil dólares de la corrupta Odebrecht, para la campaña del 2016.

            En realidad no debería sorprendernos. Un personaje oscuro, sin trayectoria política ni profesional destacada, un perfecto desconocido sin recursos propios, pero, eso sí, ambicioso, aventurero y dueño de una audacia espectacular, sólo arriba a los proscenios de la alta política, gracias al milagro de jugosos subsidios financieros. Es público que el personaje, imposible de elevarse por sus propios medios, fue hechura de magnates angurrientos y ávidos de fabricar un candidato a su medida. Por eso todo en él es impostura: mensajes de banalidades enlucidas, gestos de cliché ensayados con espejo, modales engolados que soslayan cosas, voz aflautada, suave, para contentar a todos.

            Como todos los productos de laboratorio, fruto de un sinfín de repetidos  experimentos, Julio Guzmán concentra en sí una generosa inversión económica. Y como acontece en el mundo mercantilista, estos gastos iniciales exigen ser retribuidos a la brevedad, apenas se aúpen en el aparato estatal. Por eso, si los fiscales colocan de cabeza al susodicho sabremos del cortejo de contribuyentes, además de Odebrecht, que hicieron dable a este epígono de sus intereses empresariales. Y si aplicaran los cánones de otras causas, ahí descubrirían la existencia de una organización criminal.

            Pero hay más. Cuando Guzmán recibió el pago millonario ya se sabían las trapacerías de la compañía brasileña. Más aún, estaban en curso las investigaciones, en varios países y la prensa las difundía a diario. Por lo tanto, no podrá argüir desconocimiento, como sería razonable con los aportes de campañas de los años 2011 o 2006.

            Estamos, en consecuencia, ante un caso de contubernio fragante. Similar al del ex Primer Ministro Villanueva, el sujeto más poderoso del régimen después de Vizcarra, operador de Odebrecht desde cuando se desempeñaba como Gobernador Regional de San Martin. Recordemos que el hoy imputado Villanueva, gracias a las delaciones de la firma corrupta, llevó a la cárcel a los principales opositores del Gobierno, cerrando en ese momento una alianza nefanda.

            No nos causaría asombro que el jefe del Partido Morado y, quizá algunos más de su organización, se hayan venido desempeñado como voceros asalariados de esta maquinación perversa, de esta espuria concurrencia de una empresa mafiosa con el accionar inescrupuloso del Gobierno. ¡Esperemos vigilantes los avances de la investigación.

Lima, 18 de agosto del 2020

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