Punto de Encuentro

El presidente Andrés Manuel López Obrador envío una persona a la protesta de Daniel Ortega.

El pasado lunes, Daniel Ortega, tomó posesión para un nuevo periodo en la presidencia de Nicaragua. Es el quinto periodo y el cuarto consecutivo, es decir, que es el mandatario desde 2007; y el mundo tiene pleno conocimiento de la dictadura que impera actualmente en Nicaragua.

Las elecciones se llevaron a cabo el pasado 7 de noviembre de 2021.

Es importante recordar que la reelección de Daniel Ortega ha estado manchada por diversas violaciones; no hay observadores, se encarcelaron a todos los opositores y hasta a los otros candidatos.

En otras palabras, la elección estaba decidida previo a las votaciones.

Los gobiernos del mundo no reconocen estas elecciones, ni la Unión Europea, ni los Estados Unidos de América, ni la mayoría de los países latinoamericanos apoyan una situación de esta magnitud.

Previamente, la Organización de Estados Americanos (OEA) había emitido una declaración objetando la elección de Ortega y expresar que las elecciones "no fueron libres, justas ni transparentes y no tienen legitimidad democrática".

Por todo lo anterior, la delegación mexicana mostró clase y diplomacia al declarar que no asistiría al evento. La  Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) informó previamente que ninguna persona del gobierno de México estaría presente en la toma de posesión.

Esta era una decisión plausible del gobierno federal y del C. Marcelo Ebrard Casaubón, que tiene su objetivo en la presidencia. El mensaje fue claro y sutil, pues no sé enviaría a nadie a Nicaragua porque había otros eventos en la Ciudad de México que eran indispensables.

Sin embargo, el Secretario de Relaciones Exteriores, no contaba con la astucia -como dice el Chapulín Colorado- del titular del poder ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, que ordenó designar a un representante del país para asistir a la ceremonia apenas unos días antes.

"Es la decisión de los nicaragüenses” dijo el presidente mexicano, respecto a las elecciones, demostrando el nulo conocimiento del tema.

Al final, Ramiro Ayala, jefe de Cancillería de la Embajada mexicana en Nicaragua, fue designado para acudir a la toma de protesta. Es cierto que no es un mandatario de alto rango, pero aún así se envío a un representante del país a un evento marcado por el  de un gobierno.

Esta situación dejó en claro 2 situaciones; la primera, que el presidente mexicano desconocía la fecha de toma de protesta de su homólogo nicaragüense y, la segunda,  que el gobierno federal está peleado internamente, pues no está  de acuerdo en las decisiones que toma una Secretaría con lo que desea presidencia

Al final del día, Nicaragua sigue siendo un país que no respeta la democracia a todas luces y, México termino demostrando a sus conciudadanos la incongruencia que impera entre el gobierno federal y los deseos del presidente.

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