Punto de Encuentro

Los vendidos ilustrados:

Crítica al actual stablisment cultural “progresista” peruano

El objeto o materia del pensamiento transformador

radica en las cosas y hechos de presencia inmediata,

en la realidad tangible y envolvente.

El intelectual revolucionario opera siempre de la vida en carne y hueso

frente a los seres y fenómenos circundantes.

Sus obras son vitalistas. Su sensibilidad y su método son terrestres

(materialista, en lenguaje marxista) es decir, de este mundo, y no de ningún otro, 

extraterrestre o cerebral.

Nada de astrología ni cosmogonía.

Nada de masturbaciones abstractas ni de ingenio de bufete.

El intelectual revolucionario desplaza la fórmula mesiánica,

diciendo: “mi reino es de este mundo”

 

“El Arte y la Revolución”

Cesar Vallejo

 

¿Desde una perspectiva de cambio por la justicia social, cuál es la historia del movimiento cultural peruano?

Desde inicios del siglo pasado, gran parte del mundo de la cultura apostó por comprometerse activa y militantemente por tener una sociedad más equitativa y justa. La cita de Cesar Vallejo es una clara muestra de ese compromiso. LAS escribió un ensayo denominado “Balance y Liquidación” donde hace cuentas a la generación de intelectuales que le precedieron (de allí el título).

Novelas como el “El Mundo es ancho y ajeno” de Ciro Alegría o “Todas las sangres” de Arguedas contienen –además de la extraordinaria calidad literaria en sí misma- una profunda crítica social a las contradicciones de la compleja sociedad peruana. En esa línea, en los años 40 y 50  los “Poetas del Pueblo ( Gustavo ValcárcelManuel ScorzaMario FloriánIgnacio CamposRicardo TelloJulio Garrido Malaver, Alberto Valencia, entre otros) vinculados al aprismo, reivindicaban el compromiso social, en la línea propuesta por el autor de Trilce.

En las décadas del 60 y 70 emergen grupos de escritores y artistas que dan cuenta del deterioro creciente del Centro de Lima (Hora Zero, Kloaca); irrumpe el Rock con mucha fuerza, igual que el consumo de estimulantes. En los 80 maduran y se consagran escritores como Lauer, Hernandez, Calvo o Marco Matos. En todos los casos, de distintas formas y opciones estéticas, la crítica social siempre estaba presente, junto con un optimismo por la posibilidad de un cambio “socialista”. En esa década, el terrorismo tanático de Sendero Luminoso tuvo el dudoso mérito de llevar a los hechos lo que casi toda la “nueva izquierda” planteba: la lucha armada del campo a la ciudad. La ilusión ideológica la pagaron con sangre mayoritariamente los sectores populares.

En los años 90, la IU (marcada por un maoísmo maniqueo por un lado y por la tutela de un Castrismo ya abiertamente autoritario en esa época por el otro) implosiona sin pena, gloria ni balance de ningún tipo. Llega el abandono político e ideológico. Los grupos culturales “progresistas” se disgregan y “el panorama poético del siglo XX en Perú se cierra con una sensación de atomización de la sociedad y de la pérdida de un lazo de comunidad o nación[1]

Más allá de las opciones políticas de cada artista, hasta este punto hay una variable que queremos destacar: la autenticidad de su vocación artística. Ser artista, escritor, músico, pintor o poeta significaba una obsesión y felicidad personal que no generaba un sustento de vida. Por el contrario,  la mayoría de los artistas pasaban muchas carencias económicas y se ganaban la vida trabajando en “cachuelos”, la más de las veces en campos fuera de la cultura.

¿Qué ocurrió con el establishment cultural progresista con la llegada del mercado en los 2,000?

En los años 70, 80 y 90 ser artista progresista significaba hasta un compromiso personal contra “el sistema”. Por ejemplo, participar en un comercial o publicidad para una empresa o corporación privada era impensable.

Con la llegada de Fujimori al poder y las reformas de Boloña de apertura de la economía peruana al mercado, cambia el país y se inicia un importante proceso interno de acumulación de capital. El país celebra importantes TLC con las principales economías del mundo, con el segundo gobierno de García la pobreza se reduce dramáticamente y el país comienza a acumular reservas internacionales como nunca antes en su historia lo había tenido. En ese mismo periodo, la red de ONGs con amplio financiamiento internacional crece de manera importante, y con ella sus proyectos,  financiamiento y contratos. Poco a poco los artistas “progresistas” ingresan a la TV y al tiempo ya figuran en las planillas de las principales corporaciones privadas del país para sus comerciales (Mónica Sánchez es, quizás, el ejemplo más paradigmático de una versión de socialismo declarativo por un lado, y un conveniente marketing empresarial personal por otro[2])

¿Cuál ha sido la posición del establishment cultural “progresista” contra la mega corrupción que viene sufriendo nuestro país?

Ya en el gobierno de Humala se inicia el saqueo de las arcas públicas por parte de la neo oligarquía mercantilista peruana expresada en GyM y varias constructoras, asociadas con Odebrecht principalmente. Mediante contratos marcados por la corrupción, estas empresas constructoras coimearon autoridades, sobre valuaron costos, pusieron presidentes, interfirieron abiertamente en la política y elecciones de nuestro país.

En todos los casos, lamentablemente el establishment cultural “progresista” apostó por apoyar a los personajes políticos más corruptos: Toledo, Elian Karp, Ollanta Humala, Nadine Heredia, Susana Villarán…y siguen nombres. Del ideal “socialista” de los años 60 del siglo pasado, se pasó a apoyar al político peruano  más mercantilista, lobista y pro yanqui de los últimos 50 años: PPK. La pérdida de brújula política y ética le daría arcadas a Manuel Scorza. Sospechamos que Javier Heraud se pegaría el mismo un tiro en la cabeza.

¿El establishment cultural “progresista” peruano ha hecho alguna marca contra Odebrecht? Ninguna. ¿Contra GyM? Ninguna. ¿Contra el dueño de las principales acciones, el grupo El Comercio? Ninguna. ¿Contra los contratos de asalto de la Refinería de Talara, línea 2 del Metro de Lima, gasoducto del Sur, Interoceánicas? Nada. No se oye padre.

¿Porqué el establishment cultural “progresista” es parte del establishment de dominación actual?

La respuesta la tiene Agatha Christie que recomendaba que, para descubrir al autor de un crimen debemos seguir las huellas del dinero. Gran parte del establishment dizque “progresista” peruano está comprado con dinero del Estado. Su silencio es peor que cómplice: está vendido.

El actual modelo de dominación es sencillo: son un conjunto de empresas constructoras (la neo oligarquía peruana) con acciones en medios de comunicación (TV y periódicos) las que están imponiendo al país gobiernos asociados directamente a esos contratos corruptos, cerrando el Congreso, judicializando la política, copando el Ministerio público, el TC e “interpretando las leyes” con la delicadeza y sustento de una dictadura Somocista, etc, etc, etc. En todos los casos, las empresas con pruebas, delaciones, testimonios de corrupción públicos…han sido “limpiadas” por la Fiscalía de toda responsabilidad, sus medios de comunicación reciben transferencias groseras de parte del Estado en nombre de la “libertad de prensa” y la repartija vía consultorías no tiene límites. El caso del Sr. Swing es simplemente un perla minúscula de un inmenso lodazal. Ahora casi todos reciben su “chequecito” del Estado. Es un establishment mercantilista.

El establishment cultural “progresista” peruano brinda al actual modelo de dominación las post verdades necesarias para su manutención y el entretenimiento adormecedor adecuado para evitar el ejercicio de la crítica.  Desde ésta perspectiva, es igual ver un programa de “Chibolín” que leer una columna de Claudia Cisneros.

Atrás quedaron los años de la poesía contestaría, de la ética revolucionaria, del arte comprometido con el cambio, con la búsqueda de la realidad de los trabajadores y obreros. Ahora todo es contratos con el Estado, subvenciones a los medios de comunicación y ONGs también con dinero del Estado, consultorías a manos llenas, bonos “pro artistas”, contratos en la TV con programas de una banalidad cultural y libresca impresionante[3].  Son los vendidos ilustrados.

¿Qué hacer?

En nuestro país, el pensamiento políticamente correcto es el funcional a Obebrecht y sus secuaces nacionales.

En éstas circunstancias, es imperativo rescatar la función crítica y contestataria de la cultura y del artista. No ser parte de lo “políticamente correcto” es un imperativo moral y político.

Y rescatando a Vallejo que denunciaba en tono de burla que no es materia del artista comprometido la “astrología” sino los temas terrenales, una de las funciones y desafíos para la nueva generación de artistas juveniles es rescatar la realidad del nuevo país. Hacer un “balance y liquidación” con los “podridos” de ahora (Basadre) y ejercer una feroz crítica de la verdadera corrupción, de los verdaderos responsable empresariales, políticos y sus encubridores culturales y comunicacionales; es poner en la lupa de análisis y crítica a la inmensa y obesa burocracia pública que todos los días extorsiona a los empresarios y emprendedores peruanos; es volver a vincularse con las realidades del pueblo trabajador y emergente del país: Gamarra, Juliaca, la carretera Central, las comunidades originarias de la selva, los comerciantes informales, los nuevos exportadores cholos,  el Perú de todas las sangres de verdad. Es también superar esa mirada maniquea y estúpida de la actual “progresía” de una sociedad dividida entre “buenos” vs “malos”, porque también hay mucho que criticar y superar en el campo popular.

El nuevo artista comprometido está en camino. En PdE trabajamos por ello.

[1].La reconstrucción de la memoria: la poesía peruana después de la violencia política 2000-2010. Carlos Villacorta, University of Maine.

[2] La crítica no es a que celebre un contrato con TOTTUS, o Los Portales, o Ariel u otra corporación privada. La crítica es a la falta de coherencia con sus propios principios.

[3] Ver en TV a Carlín, Tola o algún otro anónimo es insufrible. A ese nivel, hay muchísima mayor sustancia comunicacional, estética y cultural (incluso con más de una posibilidad de impacto político) en programas de gastronomía peruana como “Sabe a Perú”, entre otros.

 

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