Hay que sanearse y educarse a sí mismo, para quedar libre
de dos plagas igualmente abominables:
la costumbre de obedecer y el deseo de mandar.
Con almas de esclavos o de mandones,
no se va sino a la esclavitud o a la tiranía
Gonzales Prada
Con cada día que pasa, la institucionalidad del país continúa desmoronándose. En estos días, los ciudadanos hemos presenciado un penoso sainete político, cuyos principales protagonistas han sido la Presidencia y novísimo Congreso elegido tras un golpe de Estado.
Los medios de comunicación no pudieron ni tapar ni ocultar los innumerables audios -cada cual más comprometedor y pútrido que los otros- donde el Presidente Vizcarra muestra un innato talento para orquestar declaraciones falsas, borrar pruebas y confabular contra la Ley. Nivel digno de Maranguita.
Ante ésta grave situación, en esos mismos días, la mayoría de congresistas levantaron sus histriónicas denuncias en defensa de la “moral de la patria”, “contra la corrupción” y es así que vimos muchas vestiduras alaracosamente rasgadas para las primeras planas, muchas indignaciones de set de TV, y también muchísimas valentías de horario estelar.
Con la sociedad en el medio y como invitada de piedra, los peruanos hemos observado de un lado un Presidente pillado con las grabaciones en la masa, para ocultar uno de los miles de micro-desfalcos que en su gestión se están realizando –todo parecería indicar que por indicaciones suyas- contra los recursos del Estado, y del otro, un congreso que, para la sorpresa de muchos, levantaba las banderas de la moral pública y del estricto cumplimiento de la Ley y de la Constitución. En ese aparente enfrentamiento de poderes, se llegó al día de la votación sobre la Vacancia Presidencial.
Para no abundar en mayores detalles, sólo diremos que mientras los discursos eran más chillones y rocambolescos para denunciar indignados los actos del Presidente como acciones que violaban flagrantemente la Constitución, la votación contra la vacancia Presidencial mostraba las inconsecuencias y traiciones a sus propias palabras dichas minutos antes. Cómico y burlesco. La fiera moralizadora había sido una sumisa celestina.
Evidentemente que ni la Presidencia ni el actual Congreso lleno de tránsfugas morales representan al país ni a la sociedad peruana trabajadora y emprendedora. En un país destrozado por la Pandemia, con una economía popular aniquilada, con la pérdida de millones de puestos de trabajo, ni el actual precario inquilino moral de Palacio, ni los varios ganapanes que calientan sus sillas en el Hemiciclo, tienen nada que decir.
Por ello, hoy más que nunca es bueno recordar a Jorge Basadre, el Historiador de la República “Los Podridos…han prostituido y prostituyen palabras, conceptos, hechos e instituciones al servicio de sus medros, de sus granjerías, de sus instintos y de sus apasionamientos… han hecho y hacen todo lo posible para que este país sea una charca”.