Punto de Encuentro

Quemaron vivo a un abogado en Puebla, ¡Basta de impunidad!

Huauchinango es una ciudad que forma parte del estado de Puebla, México.

A partir del 25 de septiembre de 2015 fue reconocido con el distintivo de pueblo mágico por la Secretaría de Turismo; es decir, que se reconoce su riqueza cultural y se busca preservarla. Es una ciudad con poco más de 55000 habitantes.

La semana pasada, en ese mismo pueblo mágico, se perpetró a cabo un crimen atroz e indescriptible. Papatlazolco es una localidad dentro de Huachinango, con unos 2000 habitantes.

El viernes 10 de junio, Daniel Picazo, abogado y trabajador de la Cámara de Diputados, fue golpeado, amarrado y, quemado vivo. No, no leíste mal, ¡fue rociado con gasolina y quemado vivo!

Los propios habitantes, tanto hombres como mujeres (desgraciados y desgraciadas) llevaron a cabo tales acciones. Supuestamente, fue confundido con un secuestrador de menores.

Todo sucedió después de las 11 p.m., Daniel, que era empleado de la diputada federal Joanna Felipe Torres, fue detenido por algunos pobladores del lugar. Ellos aseguraron ante los medios, que durante una semana recibieron mensajes vía WhatsApp informándoles que había personas que llegaban al poblado con el objetivo de secuestrar a menores.

Así de fácil, un rumor esparcido por los habitantes del poblado, hicieron que sospecharan del abogado (colega) que tan sólo tenía 31 años, que había estudiado en España hace 3 años (conocido de amigos), que daba su vida al servicio público para buscar mejorarlo, para que acudieran a toda prisa a golpearlo, sin mediar argumento alguno válido para detenerlos y terminar con su vida.

Si el lector, se pregunta, ¿y dónde estaba la policía? La decepcionante respuesta es que, los elementos de la policía municipal y algunos paramédicos de la Cruz Roja quisieron evitar el linchamiento, sin embargo, las 200 personas sin escrúpulos los obstruyeron y les impidieron pasar.

Así como se lee, una persona viaja por un poblado, ya sea por trabajo, por turismo, por tránsito hacia otro lugar, y terminó su incinerado vivo.

El objeto de escribir este artículo no es para describir el horror que sufrió Daniel, sino para explicar qué carajos pasa en México, para que la gente esté matando a personas que no tienen ninguna culpa y sin ninguna prueba fehaciente.

México está sumido en una crisis desde hace algunos años, en el que impera la impunidad en el país, esto es, que cuando una persona es detenida no es encarcelada, ni cumple condena alguna. Solamente es detenido por los y las policías, llevado a una galera, y días después sale en libertad.

Las personas pueden librarse de cárcel por diversos motivos: i) no existen pruebas suficientes según los y las jueces para acusarlos; ii) al ser detenidos no son respetados sus derechos humanos según los y las jueces; iii) al ser detenidos las pruebas no son resguardadas (la denominada cadena de custodia) y registradas conforme a la ley.

Ósea, que la culpa, siempre recae en las autoridades, ya sean policías o jueces, pero invariablemente el error es de aquellos que tienen como función recabar pruebas, acusar a los delincuentes y, encarcelarlos.

Reitero, que un hombre que mata niñas o que una secuestradora no pase 40 años en la cárcel, no es responsabilidad de los padres o de las madres o de las víctimas, sino únicamente de las y los policías, de las y los jueces, en otras palabras, del gobierno.

Entonces, la gente está ávida de castigar a los delincuentes, de imponer lo que algunos llaman justicia (concepto que considero muy definir pero que la gente usa de manera desmedida).

En las grandes ciudades, la gente no puede tomar la justicia por su propia mano, porque existen muchos más elementos de policía y mucho mejor equipados para evitar que una situación así suceda; mas en los pueblos pequeños, donde sólo existen 40 o 50 elementos de seguridad, la gente puede organizarse y tomar la justicia en sus manos.

La gente está harta que siempre que un delincuente es detenido, se enteran en menos de una semana ya está libre, y que después vuelve a delinquir ya sea en el mismo poblado, o en uno próximo.

En conclusión, la gente ha decido que, si las autoridades no pueden hacer su trabajo, entonces, ellas y ellos lo harán, porque prefieren quemar gente inocente entre los culpables, que permitir a todos los culpables seguir libres.

Estamos viviendo el reflejo de una sociedad harta de su gobierno, que no confía en sus instituciones, y que ante la impunidad…ellos harán su propia justicia.

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