Punto de Encuentro

Martín Vizcarra, el genocida de la pandemia.

Por: Abraham Fudrini.

Octubre-Noviembre de 2020.


Al parecer no había forma cómo proteger al corrupto presidente de Perú y sus aliados, la televisión (canales Frecuencia Latina, América, Canal N, ATV y RPP-TV) y los periódicos El Comercio y La República urdieron otra falsedad al decir que no convenía que sea vacado porque faltaba poco tiempo para las elecciones generales, porque él pronto se iría por el fin de su gobierno, porque la crisis de la epidemia del coronavirus podía empeorar y se estaba viviendo una crisis económica sin precedentes. Nada de esto sirvió pues la población ya había empezado a pensar masivamente que no se le debía dar tregua a la corrupción y menos apañarla. Asimismo, era evidente que la lucha contra la epidemia del coronavirus había sido un fracaso, pues si la tasa de muertos respecto a los infectados en el mundo había subido hasta el 3.5 %, en Perú, los datos del Minsa indicaban que el porcentaje era 4.9 % y que, además lo más grave, con cifras reales que había dado la prensa internacional, los médicos y biólogos especializados en este mal y los estadísticos más calificados de Perú, el porcentaje de la relación entre muertos e infectados llegaba increíblemente hasta el 10.1 %. De otro lado, las instituciones internacionales calcularon en ese momento que el PBI (Producto Bruto Interno) sería -13.0 %. Ya no quedaba duda de que lo mejor era vacarle por sus actos de corrupción, el mal manejo de la epidemia en Perú y por las continuas mentiras que expresaba, sin reparo, públicamente.
En Perú los políticos, en su mayoría, que denuncian corrupciones e inmoralidades, generalmente tampoco tienen ética; viven cuidándose que no los investiguen y les saquen a la luz sus inmoralidades. Esta es la razón por la que son manipulables y sus voluntades políticas son compradas por quienes quieren una ley, apoyo en gestiones o cuando sus protectores –que los han favorecido con altos cargos en el Estado– son cuestionados y pueden ser destituidos y hasta vacados.

En los más importantes países de Europa, a excepción de Suecia, los gobiernos se han enfrentado a la pandemia causada por este virus, los gobiernos han luchado para evitar que proliferen y haya una enorme cantidad de muertos, unos iniciaron mal su lucha, como los casos de España e Italia, pero después la mejoraron hasta contenerla relativamente.

Faustino creía que el rebrote, en los países de Europa, obligó a que se refuercen las medidas de control y distanciamiento social y tuvieron que hacerlo porque en ellos la gran mayoría de habitantes de cada país aún no se habían infectado, pero el reinicio de las actividades económicas y sociales abrió las puertas del peligro de que se puedan infectar. Por esta razón se experimentó un rebrote con muchos miles de infectados promedio por día, en varios países de Europa.

En el caso de Perú la lucha del Gobierno contra la pandemia comenzó en forma pésima, principalmente porque se usaron y usan desde un comienzo hasta hoy las pruebas serológicas o rápidas que dan más del 50 % de falsos negativos y por esa razón la infección con el nuevo coronavirus proliferó, no se pudo cercar y menos controlar. Cuando se llegó a la segunda quincena de octubre los especialistas y técnicos en estadísticas de instituciones de salud y de las universidades calcularon, para sorpresa de todos, que había más de 16 millones de infectados en todo Perú, es decir que estaban afirmando que muy cerca del 50 % del total de nuestra población estaba contagiada,  pero probablemente en dos o tres meses podría volver a contagiarse ya que aún no se había producido la vacuna que es la única capaz de paralizar y acabar con la pandemia en el mundo. Por lo tanto, era necesario que, de los 7800 millones de habitantes, se vacunen –por lo menos– 4600 millones de habitantes y así el resto, 3200 millones de habitantes, adquirirían la inmunidad de rebaño, que solo se puede obtener en el contexto de la vacuna, es decir cuando haya vacunación masiva de por lo menos el 60 % en cada sociedad, país o grupo social.

El fracaso del Gobierno y de sus gobernantes Martín Vizcarra primero, después Francisco Sagasti y la ministra de Salud Pilar Mazzetti, que se mantuvo con los dos presidentes del mismo período gubernamental durante muchos meses sin éxito en esta cartera; fue causa determinante para que sectores de la población peruana optaran angustiadamente por las opciones del uso de medicamentos y fármacos inefectivos, plantas medicinales y otras curas esotéricas o las recomendadas por los chamanes o brujos. Era común que sectores de la población en las redes difundieran diferentes formas, casi todas ineficaces, para derrotar al coronavirus y que todos recurrieran con fe a Dios, la Virgen, los santos, los versículos de la Biblia, etc. para salvarse o contrarrestar al coronavirus que amenazaba con la muerte. Casi todas estas opciones tenían un efecto esperanzador que solo lograba levantar o robustecer el espíritu ante su temor por el contagio y la muerte, sin embargo, nada detenía al patógeno que ya había proliferado en todo Perú llegando a infectar a alrededor del 50 % de su población. 

(Del libro: "PANDEMIA. El coronavirus y la COVID-19 en el escenario político de Perú", de Abraham Fudrini).

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