Punto de Encuentro

El Gran Premio de la Fórmula 1 en México.

Este fin de semana se llevó a cabo uno de los eventos deportivos más importantes del año en el mundo. El denominado Gran Premio de la Fórmula 1 es  la principal competición de automovilismo internacional. Es el deporte de autos más popular del planeta.

Cada carrera se denomina “Gran Premio”; se realiza alrededor de las ciudades más importantes de los países que por su infraestructura lo permiten, por ejemplo, Montecarlo, Japón, Australia, Arabia Saudita, España o México.

Los premios son divididos en 2 días; el primer día los pilotos corren para obtener su posición en la carrera al día siguiente; es decir, que dependiendo el tiempo que hagan en las prácticas será su puesto en la carrera, siendo el mejor el primero y así, sucesivamente hacia atrás.

Este domingo, se celebró una edición más en México. Aunque no llegó la victoria para Sergio ‘Checo’ Pérez, el piloto mexicano logró colarse en el podio en la tercera posición.

Hasta aquí, todo muy bien; mas porque escribo sobre automovilismo en una columna de opinión política. Lo hago, porque la política es la gestión que realizan los países para con otros, y así obtener beneficios o logros para el país, que son materializados a través de diferentes eventos, en este caso, una carrera de monoplazas que genera una derrama económica brutal.

Hablando específicamente del gran premio de la Fórmula 1, este evento fue gestionado por el Partido Acción Nacional, en los años en que Felipe Calderón Hinojosa fue el titular del poder ejecutivo entre los años  2006 y 2012.

En ese sexenio se gestiono de manera cordial, respetuosa e insistente; situación que se dio en el año 2015, durante el sexenio en que el Priista (porque pertenecía al Partido Revolucionario Institucional) Enrique Peña Nieto era presidente de México.

Esto quiere decir que, fueron unidos los esfuerzos de 2 presidentes y de los 2 partidos contrarios en el país para anteponer el interés del pueblo mexicano; una de esas pocas veces en que las cosas salen bien.

Que un evento de esta magnitud se realice en México es una clara prueba al mundo que somos un país que cuneta con la infraestructura y el poder adquisitivo para albergar un acontecimiento de tal envergadura.

Porque debemos ser claros, no es un evento de 15 o 20 USD el boleto. Es un evento con boletos de 200 USD mínimo, que debes sumarle los dólares que requerirás en el evento para comer y beber durante las emocionantes carreras. Los boletos se agotaron en minutos.

Sobra decir que son menos de 20 países alrededor del globo los que tienen el privilegio de tener carreras de la fórmula 1. No escribo este artículo para engrandecer un evento deportivo, sino para demostrar que también en México a veces hacemos bien las cosas.

Es más, para deleite de los aficionados mexicanos, en la actualidad existe un piloto mexicano entre los mejores, contratado por una escudería muy poderosa y que el fin de semana quedó en la tercera posición.

Todo es miel sobre hojuelas hasta que, en días pasados, la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum en una más de sus declaraciones que muestran, no sólo a México sino al mundo entero que adolece de las habilidades necesarias para dirigir a la capital y al país (porque es un secreto a  voces que será presidenciable y que es apoyada por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador), calificó el evento de “fifís”.

Sí, la persona con el cargo más importante en la capital expresó declaraciones que además de segmentar a la población y discriminar, empequeñecen todos los esfuerzos de las personas encargadas de hacer posible el evento y, de las miles y miles de personas que esperan el evento con ansias. Y no son sólo mexicanos, ya que vienen personas de todos los rincones de Latinoamérica para apreciar el evento.

La palabra “fifi” ha sido empleada por el presidente y sus seguidores para referirse a las personas que trabajan y que buscan tener acceso a mejores condiciones de vida; en lugar de esperar que la asistencia social les pague un cheque mensualmente para poder vivir sin hacer esfuerzo alguno o fruto de su trabajo.

Lo más despreciable de toda esta situación, es que al final, la jefa de gobierno recapacitó -o le hicieron recapacitar- y aceptó que estaba contenta por la Fórmula 1 en México y, hasta terminó aceptando un casco de piloto regalado por parte de Sergio el “Checo” Pérez.

Todo lo acontecido, muestra a la población la incongruencia con la que actúa la dirigente de la capital, que manifiesta una opinión o dirección y al final, ejecuta acciones que no tienen concordancia con sus declaraciones.

Al final, los mexicanos bailaron el payaso de rodeo en el Gran Premio de la Fórmula 1, Segio el “Checo” Pérez ganó el tercer lugar y, la Jefa de gobierno, quedó en ridículo…otra vez.

 

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