Punto de Encuentro

Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, los genocidas de la pandemia en Perú

19 Noviembre, 2022

Abraham Fudrini

DUDOSO NEGOCIADO CON PRUEBAS SEROLÓGICAS Y VACUNAS DE LOS CORRUPTOS MARTÍN VIZCARRA Y FRANCISCO SAGASTI

“El presidente Francisco Sagasti, ampliamente cuestionado por continuar con millonarias y dudosas malas compras iniciadas por el expresidente corrupto, Martín Vizcarra; entre ellas las pruebas serológicas o rápidas que dan falsos negativos en el análisis de los infectados con coronavirus, que fue la razón por la cual la epidemia en Perú proliferó en cortísimo tiempo y produjo decenas de miles de muertos por COVID-19. Francisco Sagasti fue acusado también desde diciembre de 2020 por continuar el dudoso negocio de las vacunas que desde meses antes hizo su antecesor, vacado por inmoralidad permanente, quien tuvo el interés dudoso y exclusivo de solo comprar dos vacunas cuestionadas por su baja eficacia, según el estudio clínico preliminar realizado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y por la Universidad Cayetano Heredia, a la empresa estatal china Sinopharm (vacunas de Beinjin y Wuhan); gestiones sospechosas pues marginaron a otras tres empresas de prestigio internacional cuyas vacunas son más baratas, de mayor efectividad y que iniciaron en el mismo momento o antes coordinaciones comerciales con el expresidente Martín Vizcarra, quien fue vacado por corrupto y procesado por haber gestionado y recibido millones de soles en coimas desde el año 2012 como gobernador de la región de Moquegua y durante su corta gestión como presidente de Perú. El contrato y protocolo con la farmacéutica china Sinopharm fue firmado en diciembre de 2020 por el presidente Francisco Sagasti  con la misma empresa de China en cuestión, que antes hizo desacostumbradas donaciones y regalos a los gobernantes peruanos, entre los que estaban las dosis de vacunas con las que se inocularon clandestina o irregularmente altos funcionarios públicos (presidente, ministros, viceministros, directores) y de instituciones privadas, razón por la que desde febrero de 2021 están siendo investigados en este caso, al que la opinión pública le ha llamado Vacunagate, en alusión al Watergate que le costó la pérdida de la presidencia de los EE. UU. a Richard Nixon el año 1974”.

(“PANDEMIA. El coronavirus y la Covid-19 en el escenario Político de Perú”. Páginas: 17 y 18. Por: Abraham Fudrini).

CULPA DE MARTÍN VIZCARRA, QUE LA MUERTE POR COVID-19 SE MASIFICARA DESDE UN COMIENZO.

“Desde el 8 de marzo hasta el 5 de abril de 2020, ya era evidente el creciente incremento de infectados, recuperados, fallecidos, hospitalizados y de pacientes en unidades de cuidados intensivos. Durante este corto tiempo, menos de un mes, los infectados ya se habían multiplicado casi 23 veces, los fallecidos habían llegado a 65 personas, los hospitalizados a 214 y los enfermos en unidades de cuidados intensivos eran ya 41 con la enfermedad de COVID-19, todo esto ocurrió en menos de un mes.  Esto demostró que no se actuó con la rapidez adecuada para atender el inminente crecimiento de pacientes ni en la adquisición de mascarillas, camas de cuidados intensivos, respiradores mecánicos, oxígeno, pruebas moleculares, médicos especialistas, etc. que evidentemente se iban a necesitar en muy corto tiempo, tal como sucedió.
De esta manera la epidemia en Perú se convirtió en perniciosa en pocas semanas después, debido a que los muertos empezaron a incrementarse, las unidades de cuidados intensivos a escasear, igualmente la ausencia de respiradores mecánicos, la falta alarmante de oxígeno, la especulación, el consecuente sobreprecio de los productos medicinales, la falta de mascarillas o tapabocas, la falta de médicos especializados, la infección de médicos, enfermeros, trabajadores de limpieza, comedores y otros de los hospitales, de los policías, soldados y serenazgos municipales, que se contagiaban, enfermaban y morían. El sistema hospitalario había empezado a colapsar, los muertos empezaron a aparecer en las calles, en las puertas y en cuartos de los hospitales donde se los apilaba envueltos en herméticas bolsas negras y sin nombres de tal manera que cuando los deudos iban a rescatar a sus muertos no los encontraban y muchas veces se llevaban cualquier cuerpo inerte y putrefacto pues la devolución demoraba hasta más de una semana, en algunos casos se denunció que para rescatar un muerto propio con rapidez la corrupción llegaba a cobrar cien soles equivalentes a 30 dólares USA en ese momento.
Al colapsar el sistema hospitalario y ya no recibirse a los enfermos graves por COVID-19, las personas muy enfermas empezaron a morirse en sus hogares, en las calles, haciendo cola en los hospitales sin ser recibidos. Las estadísticas oficiales de muertos que el Ministerio de Salud daba diariamente empezaron a ser incrementadas y tiempo después superadas por los muertos informales o no oficiales, a aumentar los cementerios clandestinos y a ser enterrados sin ataúdes, en bolsas plásticas porque no había dinero o los fabricados de madera eran escasos. Los crematorios empezaron a agotar su capacidad instalada a tal punto que el Gobierno ordenó enterrarlos en los cementerios, que en un momento de mayor gravedad de esta crisis, por la epidemia del nuevo coronavirus, también colapsaron.

(“PANDEMIA. El coronavirus y la Covid-19 en el escenario Político de Perú”. Páginas: 52 y 53. Por: Abraham Fudrini).

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