Punto de Encuentro

Un absurdo llamado Ciro

Ad portas de la segunda vuelta electoral en el primer puerto del Perú, resulta menester expresar una sólida postura ante los candidatos, en especial ante aquellos que representan una enorme amenaza a los intereses de la población. Por ello, las líneas que - a continuación - se escriben, tienen como objetivo promover la información necesaria en pro del electorado y detener el avance de lo que constituiría un grave perjuicio para el Callao. En suma, el presente texto será circunscrito al candidato Ciro Castillo-Rojo, pues su record político lo convierte en enemigo del pueblo y, por lo tanto, en el adversario a derrotar.

En virtud de lo expuesto, cabe resaltar como punto de partida, la carencia de atributos que resaltan en el susodicho. Evidentemente, incursionar en el quehacer nacional demanda una alta preparación, que –en definitiva- no es conseguida con la simple y llana injerencia de la prensa y sus reflectores. Por desgracia, Ciro representa la figura del hombre que aprovecha el mediático acaparamiento periodístico para introducirse en la gestión pública, pues no es a través de trabajo partidario o social que es reconocido y ensalzado, mucho menos por alguna propuesta en pro de intereses colectivos. Su reconocimiento gira en torno a la metódica parafernalia dominical.

Recordemos pues, que el individuo cuyo fin último es ocupar un cargo público, utiliza cualquier herramienta, a su merced, para conseguirlo. Precisamente, la herramienta, por antonomasia, es el partido político. Valiéndose de ello, Ciro posee un record de -por lo menos- haberse afiliado a cinco movimientos, que sirvieron como vientres de alquiler, siendo uno de los principales saltimbanquis de dicho espectro en la actualidad. Lo asombroso de esta situación es que el mencionado personaje ha naufragado buscando cobijo y abrazando doctrinas diametralmente opuestas. Así ha ido desplazándose desde el liberalismo económico de Alianza para el Progreso hasta el conservadurismo económico de Perú Libre, sin obviar su paso accidentado por el displicente Acción Popular. No obstante, sus incongruentes decisiones no son lo único que preocupa en demasía, pues la complicidad transitoria con la que ha asumido su rol de candidato lo ha impulsado –incluso- a defender al ex dictador Martin Vizcarra Cornejo, sobre quien pesa una orden de captura como consecuencia de su delincuencial gobierno. ¿Acaso alguien que deja morir a miles de peruanos con Covid y prefiere salvarse utilizando vacunas, puede actuar de buena fe? La respuesta es obvia. Sin duda, las ansias de poder de Ciro Castillo-Rojo, lo obnubilan al grado de rozar la desesperación y la insania.

Las razones del actuar descrito líneas arriba pueden ser múltiples; sin embargo, estas se encuentran estrechamente ligadas a episodios vergonzosos que Ciro ha protagonizado, también, en su supuesta vida ‘privada’. No olvidemos que en el año 2014 fue detenido conduciendo en estado etílico en el distrito de Miraflores, para luego argumentar – cobardemente – que fue su hijo quien se encontraba detrás del volante. En dicho suceso, cabe resaltar que amenazó a un efectivo policial y lo acusó de abuso de autoridad. ¿Quién puede hablar de seguridad ciudadana con semejante prontuario? Al parecer una de las causas principales de sus desvaríos es el alcohol. Cercanos a su entorno afirman que el candidato ingiere grandes cantidades de licor frecuentemente, hecho que no es ajeno a los vecinos del Callao, quienes ya lo han bautizado como beodo.

Por otro lado, existe cierto sector de la población que afirma que votar por Ciro Castillo-Rojo significaría el balance de poder, pues el partido político de su oponente triunfó en la gran mayoría de distritos. Esto, en realidad, es relativo. La figura con mayor probabilidad es la que confrontaría a ambos bandos, significando la paralización de obras en el Callao, tal como ha sucedido con anterioridad. No olvidemos que las pugnas y los bloqueos en los que se enfrascaron las autoridades tuvieron como único perjudicado al pueblo chalaco, quien aún espera las promesas y los proyectos que fueron vilmente detenidos por intereses personales.

En conclusión, encontramos diversos motivos por los que resultaría peligroso inclinarse hacia el movimiento que comanda Ciro, movimiento que – por cierto – se encuentra destinado a desaparecer. A poco de la fecha crucial, es propicio reflexionar y esbozar un análisis que nos permita tomar una mejor decisión. Aún tenemos la oportunidad de sopesar, cuidadosamente, las consecuencias de nuestro voto y dar el gran salto que la historia nos demanda. Esa será la mayor responsabilidad que recaerá sobre nuestros hombros y que no admite arrepentimientos ni sollozos a posteriori.

 

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