Punto de Encuentro

Ese viejo clisé: “La política está en crisis”

Seguramente, cuando aparecieron las primeras comunidades de personas entre las orillas del Tigris y el Éufrates, ya se hablaba de la crisis de la política. En Grecia, basta leer los textos clásicos, la política como actividad era puesta en cuestión. Desde esas épocas remotas hasta el surgimiento de líderes como Boris Johnson, Donald Trump, López Obrador y sus amigotes de esa plataforma de dudosas intenciones  denominada “Foro de Sao Paulo” (hoy, alias “Grupo de Puebla), la política y los políticos han sido amados y repudiados por la correctísima e impoluta opinión pública (todos caemos en ese otro clisé, de naturaleza populista, de que “el pueblo jamás se equivoca”).

La política tiene una dimensión dramática: Así como un Tomás Moro logró mantener una recta posición teológica y política frente al alborotado rey Enrique VIII; posición que le costó la muerte (y la santidad), también aparece en algún momento de la historia un Ariel Sharon, carnicero de fedayines. 

La política como arte de la razón práctica implica el ejercicio de la prudencia como virtud. Podemos afirmar, en ese sentido, que el actual gobierno peruano no tiene ni política, ni prudencia, ni virtud. La falta de dirección política (de rumbo, de norte) es una constante en la política peruana. Salvo el segundo gobierno del APRA, en el cual se realizaron políticas de Estado y de gobierno que afianzaron las bases para esos años de crecimiento económico superlativo y de disminución de las brechas sociales, los demás optaron por el denominado “piloto automático”. La falta de prudencia se constata, por poner un ejemplo, en la errática política exterior peruana (somos un país poco serio a nivel internacional, yendo en contra de toda una tradición diplomática desde el inicio de la república). Y sobre las virtudes, la política del gobierno y de la mayoría de los partidos-franquicias (como mencionaba Enrique Valderrama en un reciente artículo: “carrozas electorales, partidos-universidad, clanes familiares, organizaciones nuevas expresiones de actividades al margen de la ley”) se fundamenta en intereses crematísticos y en actos que lindan con la ilegalidad. Por todo ello, constituye una necesidad la aparición de nuevas propuestas políticas (dentro de los partidos históricos) y también, es importante señalarlo, de nuevas fuerzas políticas con programas, idearios, organización territorial nacional. La tan mentada reforma política seguirá siendo solo “tinta en papel” sin acciones concretas que, parece, los actuales representantes políticos no están interesados en promover o ni siquiera entienden su importancia.

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