Cine, religión y literatura son algunos de los temas que aborda el libro “Bicentenario, miscelánea cooltural”, en donde el autor, Carlos Trujillo Ángeles, transita entre la crónica y el ensayo para adentrarse en reflexiones existenciales y planteamientos filosóficos y teológicos, pasando por el Génesis Bíblico hasta aterrizar en la escena contemporánea, particularmente en la escena peruana de los últimos años. Lejos del elogio fácil y la falsa adulación, muy común entre los escritores jóvenes, para llamar la atención de los círculos oficiales, este libro es un elogio a la lectura, pues se nutre no solo de escritores famosos, sino también de autores poco conocidos que asoman tímidamente en la escena literaria actual. La intención de este libro es mostrar lo que hay debajo de la alfombra; lo que se esconde en el armario para no incordiar a la audiencia; lo que se silencia para no alterar el “orden público”; lo que se omite en las fotos para no afear las postales de la ciudad, ocultando esa Lima “conera”, “chacalonera”, bulliciosa y marginal, cuyo rostro apenas y aparece en las portadas de “Somos” o de “Cosas”, en donde la regla parece ser que para tener éxito en la industria editorial hay que tener la cara bonita y el cerebro de hormiga. Para Carlos Trujillo Ángeles no existen esos parámetros que crean falsos ídolos e imitadores de segunda, y ello lo lleva a sumir una postura independiente que redime a la buena literatura y les da esperanzas a esos desheredados, hijos bastardos de Dostoievski, Allan Poe, Wilde, Borges, grandes maestros de la literatura universal de todos los tiempos.
Conozco a Carlos Trujillo Ángeles en persona y no es ningún escritor quemado por la vorágine de la fama, antes bien, es un exquisito lector y un amante de la poesía y la belleza apolínea en el sentido nietzscheano de la palabra.
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