El régimen peruano está compuesto no solo de los principios y valores propios de la ideología democrática y de la teoría constitucional, sino también de la Constitución material, que comprende el texto, la jurisprudencia e incluso su desarrollo legislativo. A la luz de la Ciencia Política podemos afirmar además que el régimen incluye las particularidades del sistema de partidos, del sistema electoral, e incluso de las peculiaridades del electorado. Así, lo que hoy observamos en la actividad política de nuestro país es consecuencia de cómo han evolucionado en nuestra sociedad, todos los elementos antes mencionados. En ese sentido, por ejemplo, cuando encontramos nuestra democracia representativa sumergida en una aguda crisis, debe señalarse como principales responsables a los actores políticos que, en las últimas décadas, han perjudicado todos y cada uno de sus fundamentos, comenzando por instaurar el voto preferencial, usado al final de la dictadura militar para debilitar la autoridad de Haya de la Torre al interior del Partido Aprista, en lo que sería luego una prédica uniforme de todos los populismos posteriores, en contra de las dirigencias partidarias. La denominada partidocracia fue una enfermedad de la democracia representativa expuesta en numerosas publicaciones, esencialmente en Italia, donde las cúpulas de los partidos acordaban legislación, sin la participación real de los parlamentarios, quienes luego solo eran convocados para ratificar lo ya resuelto.
Sucesivas “reformas políticas”, se encaminaron a debilitar esas estructuras partidarias, y lo peor, envenenaron las mentes de un importante porcentaje de electores, que prefieren individualidades surgidas de la farándula noticiosa, desprovistas de cualquier formación política, a los políticos profesionales, aquellos que habían optado por dedicar su vida al servicio público y que habían escalado y luchado al interior de sus respectivos partidos, adquiriendo las competencias que son necesarias dentro del Legislativo y del Ejecutivo. Consecuencia de ello, es el masivo ingreso de aventureros en el espacio del antiguo sistema de partidos. Sumémosle a lo expuesto, la pérdida de la exclusividad de los partidos nacionales para presentar candidaturas, pues los dirigentes provinciales y regionales prefieren abandonar a sus partidos para presentar sus candidaturas personales, con mucha mayor facilidad que la competencia interna en una organización partidaria, constituyendo los denominados movimientos independientes, que han probado ser instrumento perfecto de corrupción, pues no garantizan control interno alguno al líder-candidato, además de pervertir la representación, pues desaparecen una vez que su líder-candidato deja el cargo público.
Reconstruir el régimen peruano, demandará un costo político para los legisladores que asuman el compromiso de fortalecer la democracia, pero es imprescindible hacerlo.