Por Antero Flores-Araoz
Estamos ya cansados y hasta la saciedad, que se reclame a la Policía más eficiencia para combatir la delincuencia, sobre todo la callejera, en que son interceptadas damas como caballeros, ancianos como niños, asaltándolos para robarles el celular, para llevarse billetera y monederos, cuando no carteras, a fin de quedarse con el dinero y mal usar las tarjetas de crédito y de débito de las personas intervenidas.
Empero, desde las mismas altas autoridades, se predica que no deben tener armas de fuego los custodios del orden y, si es que las tienen, que no las usen, lo cual es un contrasentido pues por lo general los delincuentes no solo están armados, sino que tienen como ventaja el factor sorpresa, además de mimetizarse con la población constituida por una mayoría que reclama el respeto a la ley.
Entre los ciudadanos que claman por mayor eficiencia policial, hay quienes tienen una doble moral, pues hacen alarde de ser respetuosos con la ley pero al mismo tiempo, con conocimiento de causa o sin él, cometen el delito de “receptación” que no es otra cosa que adquirir bienes cuya procedencia es el delito. Me explico Sabemos que gran mayoría de los celulares robados, se comercializan en el llamado “Hueco”, en “Las Malvinas” y en algunos “Polvos”. En lo que se refiere a autopartes de automóviles y otros vehículos, lo robado se comercializa en “Tacora”, en “La Cachina” y en “San Jacinto” entre otros lugares.
Si por el precio de los bienes mencionados, que son de segundo uso, es fácil presumir que su origen es ilícito, quienes los adquieren pueden ser pasibles de denuncia por el delito de “receptación”, ser procesados judicialmente y hasta sancionados por ello, pero lo que es peor es el desparpajo de ésas mismas personas que reclaman acción policial oportuna y eficiente. ¡Qué tal cuajo! reclaman por los robos callejeros, pero van a comprar lo robado a los reducidores conforme hemos reseñado.
Coherencia es lo menos que se puede pedir a los ciudadanos de la doble moral a la que nos hemos referido. Si reclaman por la perpetración de los delitos callejeros, no cometan el delito de adquirir lo robado. Si es que no hay quienes compran lo robado, por simple lógica fáctica, desaparecerán quienes los vendan y la cadena delictuosa por lo menos decrecerá.
Sabemos que nuestro Código Penal tiene deficiencias, pues teniendo 466 artículos ha tenido muchísimas más modificaciones que el número de ellos y, lo que es peor, haciendo añicos la lógica de la doctrina penal, de que, a mayor valor del bien tutelado, más grave es el delito contra tal bien y por ende más dura la sanción a ser aplicada. Tanto es así que hoy hay delitos cuya pena es más fuerte que la del homicidio, en que es la vida humana lo que se protege y es el valor sustantivo más importante.
Sin embargo, la tipificación del delito de “receptación” que no es otra cosa que “reducir” los bienes provenientes del delito, comercializarlos o simplemente adquirirlos, es la adecuada. ¡Rechacemos la doble moral!