El régimen político caviar es subyacente, total, y signa el proceso político del Perú contemporáneo. Este artículo postula dos hipótesis: Que, en estos días, nuestro país vive dos regímenes políticos paralelos; y, que, en los últimos treinta años, nuestro país vive un régimen caviar. Primera hipótesis, a presentar: Que coexisten, de un lado, una “gran régimen” caviar, de tipo subyacente y estructural, que extiende su dictado en los últimos treinta años. Segunda hipótesis, a operacionalizar: Que el régimen caviar permite establecer el actual sentido político de nuestra historia, al punto que, en mayor o menor grado, condicionó a los gobiernos democráticos de Valentín Paniagua, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Pedro Castillo y Dina Boluarte; y, que ha determinado a los gobiernos no democráticos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti. A propósito, el régimen caviar podría definirse como un grupo, político y burocrático.
No es personal, y podría decirse que es hasta impersonal. Por eso, sus presidentes Vizcarra y Sagasti terminaron desposeídos hasta de la semántica, pues en ambos casos no cabe la relación entre el sustantivo y la sustantivación porque se alteró la relación clásica, o normal, entre el régimen dictatorial caviar y el dictador caviar. El régimen caviar tiene casi todos los elementos remozados de los totalitarismos del siglo veinte. Veamos: Por su intensidad coercitiva disfrazada como corrección, casi siempre ha tenido sometidos al Congreso de la República, al Tribunal Constitucional, al Poder Judicial, al Ministerio Público, al Jurado Nacional de Elecciones, y al ejército en el clímax de hacer que los generales vistan de mandil rosado. Adicionemos a ello, el control de casi todos los medios de comunicación. Por su pensamiento político enmascarado como enfoque, hace suya la ideología de género, y la imparte como enfoque curricular transversal en los colegios, y como forma de lucha supuestamente reivindicatoria de la mujer, en favor del homosexualismo y en contra de los hombres en la sociedad. La idea central de esta ideología es que, definida la naturaleza humana como fundamentalmente cultural, y no biológica, no se nace ni hombre ni mujer, y que la identidad de género es una construcción social y que ésta es responsabilidad principalmente de la escuela. Por su estrategia política encubierta como lucha contra la corrupción, hace suya la antipolítica, y la implementa debilitando las instituciones y los actores. De ahí la faena de desprestigio del Congreso de la República y de los partidos políticos, y de persecución, encarcelamiento y muerte de los políticos. Por su origen social agazapado en el progresismo, el régimen caviar está conformada y dirigida por intelectuales y burócratas de la inteligencia, de clase social alta, media alta, y “media media”, formados principalmente en las Facultades de Ciencia Sociales, y de Letras y Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Los caviares pretenden una posición total y objetivada ante la política, y ante la vida. Se creen superiores por su verdad, por su ética y hasta por su estética. Herederos, por la forma y no por el fondo, de Vanguardia Revolucionaria y de Mayo del 68, portan hasta hoy el hippie style.
Bien vistos, los caviares son totalitarios no solo con los otros, sino también con ellos mismos: Todos los caviares se parecen, o buscan parecerse. En puridad, el régimen político caviar es el príncipe revisionista, y peruano, de Antonio Gramsci, y es total porque es un método -y sólo un método- de hegemonía y de nueva violencia política. Finalmente, el régimen político caviar es subyacente, y totalitario.