En un mundo donde la innovación determina el progreso, el Perú enfrenta el desafío de romper con su dependencia de los recursos naturales y construir una economía basada en el conocimiento. Sin embargo, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) sigue siendo alarmantemente baja, representando apenas el 0,04% del Producto Bruto Interno (PBI). Esta cifra no solo limita las posibilidades de crecimiento económico, sino que también retrasa la modernización de su sistema educativo, un pilar esencial para un desarrollo sostenible e inclusivo.
La relación entre la investigación y la educación es crucial para preparar a las nuevas generaciones frente a los retos del futuro. Un sistema educativo que integra la I+D fomenta la innovación, potencia el aprendizaje significativo y conecta a los estudiantes con las demandas reales del mercado laboral. En el Perú, la falta de infraestructura y financiamiento en este ámbito afecta a las universidades, restringiendo su capacidad de generar conocimiento y soluciones prácticas a los problemas del país. Esto perpetúa brechas de desarrollo y reduce las oportunidades de progreso social y económico.
Un modelo inspirador para el Perú es Corea del Sur, que en el pasado enfrentó retos similares. Este país apostó estratégicamente por la educación y la innovación, logrando transformar su economía. A través de un progresivo aumento de la inversión en I+D y la creación de alianzas entre universidades, empresas y el gobierno, Corea del Sur inició un ecosistema de innovación que impulsó su competitividad global. Este enfoque no solo fortaleció su economía, sino que también promovió la excelencia educativa y la formación de profesionales altamente capacitados.
Para el Perú, el camino hacia un modelo similar requiere un enfoque integral. Primero, es necesario incrementar el financiamiento público para I+D, estableciendo metas concretas, como alcanzar el 1% del PBI en los próximos años. Esto debe complementarse con políticas que incentivan la colaboración público-privada, fomentando la inversión empresarial en innovación mediante beneficios fiscales y marcos regulatorios favorables. Además, resulta fundamental rediseñar los programas educativos desde los niveles básicos, promoviendo el interés por disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y cultivando el pensamiento crítico entre los estudiantes.
Las universidades peruanas también necesitan apoyo decidido para liderar en investigación aplicada y convertirse en motores del cambio. La asignación de recursos adecuados para infraestructura, formación docente y proyectos de investigación permitirá a estas instituciones contribuir de manera significativa al desarrollo del país. Asimismo, integrar la investigación como parte esencial del currículo fortalecerá la conexión entre la academia y las necesidades sociales y económicas del Perú.
Invertir en I+D no es solo una cuestión de economía, sino una apuesta por el futuro. Al priorizar la innovación y la educación, el Perú tiene la oportunidad de superar sus limitaciones actuales y construir un país más competitivo, equitativo y preparado para los desafíos del siglo XXI. El momento de actuar es ahora, y el compromiso debe ser sólido y sostenido.