Inseguridad desbordada: La guerra que el Estado no quiere pelear
Cada día en el Perú, los ciudadanos despertamos con una nueva noticia de violencia, una nueva vida que se pierde a manos de la delincuencia y su supremacía en avance. Asaltos, extorsiones, sicariato y secuestros han convertido las calles en un campo de batalla donde los únicos vencedores parecen ser los criminales. Mientras tanto, el Estado sigue atrapado en medidas aisladas e insuficientes, incapaz de dar una respuesta efectiva a un problema que se ha convertido en una pandemia social.
La delincuencia, en cualquier lugar, de cualquier manera, sin autoridad, va ganando terreno. Comerciantes que pagan cupos para poder trabajar, familias que viven con el temor de que un ser querido no regrese a casa y ciudadanos que han normalizado vivir con miedo, sobrevivimos día a día. Lo más alarmante es que, frente a este escenario, las autoridades siguen sin articular una estrategia integral y multisectorial para combatir el crimen.
Es momento de dejar de lado los tintes políticos y apostar por políticas públicas estructurales que enfrenten la raíz del problema. Estas son tres estrategias clave que podrían marcar la diferencia:
- Inteligencia y tecnología al servicio de la seguridad: La lucha contra el crimen organizado no puede depender únicamente de patrullajes y operativos esporádicos, mucho menos de Estados de emergencia. Se necesita una unidad especializada en inteligencia criminal que utilice la tecnología para rastrear y desmantelar las redes delictivas, un grupo íntegro y meritocrático que tenga la valentía y decisión incluso, de investigar a actores estatales vinculados al crimen. Cámaras de reconocimiento facial, interconexión de bases de datos y trabajo articulado entre la Policía Nacional, Fuerzas Armadas, Gobiernos Locales, el Ministerio Público y el Poder Judicial son fundamentales.
- Reforma penitenciaria y justicia efectiva: Las cárceles en el Perú no rehabilitan a los criminales; más bien, funcionan como oficinas de operaciones para bandas organizadas y centros de alta especialización en el crimen. Es crucial invertir en infraestructura penitenciaria, implementar bloqueadores de señal telefónica en los penales y endurecer las penas para delitos violentos, redadas y acciones de control sin complicidad de las autoridades y el personal del INPE. Asimismo, el sistema de justicia debe actuar con rapidez y firmeza, evitando la impunidad y garantizando que quienes cometan delitos cumplan sus condenas efectivamente.
- Prevención y recuperación de espacios públicos: La lucha contra la delincuencia no solo debe enfocarse en la represión, sino también en la prevención. Es necesario invertir en programas de educación, empleo y deporte para los jóvenes en riesgo, quienes muchas veces ven en la delincuencia la única salida a su situación. Además, recuperar espacios públicos y garantizar entornos seguros contribuye a reducir la sensación de inseguridad y fortalecer el tejido social.
- Personal policía rotativo en Comisarías: Las comisarías son los primeros centros de atención y lucha de actos delictivos. No puede ser posible que los ciudadanos acudamos a nuestra P.N.P. y algunos malos elementos, sean los mismos que nos entregan a las manos de la criminalidad. ¿Por qué cuando vamos a denunciar hechos delictivos o los que afectan el orden público no se acciona? Porque algunos malos elementos están coludidos o simplemente no quieren manchar su trayectoria y prefieren el silencio e indiferencia cómplices. En ese sentido, se debería proponer un tiempo de seis meses para la rotación del personal policial en las comisarías previa evaluación y según trabajo por resultados.
No podemos seguir viviendo con miedo. Es momento de que el Estado asuma su responsabilidad y actúe con la firmeza que la situación exige. La delincuencia no se combate con discursos ni con operativos aislados, mucho menos Estados de emergencia infructuosos; se enfrenta con planificación, tecnología y una estrategia clara: decisión política. De lo contrario, seguiremos viendo cómo el país se sumerge en la violencia mientras las autoridades miran desde la tribuna, perdiendo vidas que salen en búsqueda de bienestar para su familia y que solo quieren emprender sus sueños, muchos de los que la delincuencia ha frustrado y puede seguir frustrando si la inseguridad sigue siendo el pan de cada día… ¡HASTA CUÁNDO!.