Punto de Encuentro

El bombón rojo

El bombón rojo es el teatro como cabaret que nos hace cumplir algunos sueños. Gloria ha cumplido hasta su ensueño: Se ha convertido en abogada de día y bombón de noche. Ha pasado de un modelo reglamentario a un modelo de vida. Su historia de vida es la de casi todas las bombones, y casi todas las mujeres: De niña le gustaba bailar y cantar, ponerse la ropa y los zapatos de mamá. Alguna vez fantaseó con ser bailarina y actuar. Pero, sus padres la obligaron a estudiar derecho. Un día, al realizar una diligencia, como funcionaria de la municipalidad, en vez de cerrar el cabaret, ella se convirtió en bombón. Las otras bombones la persuaden, porque ellas tienen la particularidad de pensar, decir y hacer. Su resistencia originaria se transfiguró en una soflama de algarabía: “Está decidido. Seré una bombón”. Ocurre que el método foucaultiano de la genealogía es pleno en el cabaret: Por los trastocamientos, las discontinuidades, las especificidades de la historia de cada bombón. Bien vista, Gloria es el lazo con todas las mujeres, con sus esferas públicas, privadas, sobre todo íntimas. Es más, el disimulo de Gloria equivale a una “no interpretación” que, con certeza, es una forma de “interpretación”. La verdad es que las bobones representan a todas las mujeres, porque todas interpretan.

El teatro de cabaret rompe con el control de los discursos. La genealogía toca las diversas posibilidades de la vida de Gloria, y de las demás bombones. Como ella, algún día todas dejaron de fingir. Michel Foucault diría que ese es el día, el lugar y el momento, en el que estas mujeres, y todas las mujeres, se sitúan. El filósofo dice que dejar de fingir es una condición que “da al saber la posibilidad del hacer”. Gloria, con su conversión inesperada, escapa de la profesión, de la dulcificación, que la aprietan. Está concebida como un personaje secundario, pero su protagonismo crece foucaultianamente, por el cabaret y por ella misma. Toda la actuación de Gloria está en la geneología de Foucault: “(por) la confusión de las violencias, las pasiones, los odios, las iras, los rencores, las amarguras… (por) todas las circunstancias menudas que hacen las derrotas y aseguran las victorias”. En este cabaret, la posesión violenta de sus cuerpos de mujer no impide que las bombones tengan una sociología de mujeres empoderadas. Debo ponerme prescriptivo: No caben espectadores machistas e higienistas. Por supuesto, las bombones son una familia, y el cabaret es el sanatorio de sus sociodiscursos. Cada una de ellas tiene su historia: El personaje principal es Alondra, la hija de madame Solier, dueña del cabaret, que es interpretado por Gia Roselino. También participan como bombones Mapi Nue, Malory Vargas, Daniela linares, Dayana Reátegui, Aaron Murga, y como maestro de ceremonias Manchi Ramírez. El director teatral es Walter Espinosa, y el director musical es Armando Abanto. No obstante, el personaje principal de este artículo es Gloria, la abogada bombón, que es interpretado por Ekaterina Konysheva. Cruzar la puerta del teatro es romper la cuarta pared. Es entrar a un cabaret verdadero. Finalmente, en palabras de Alondra Solier a Gloria: El escenario es tuyo, bombón rojo.

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