Punto de Encuentro

EL VOTO “PULPÍN”: Gobernabilidad, Gobernanza y Empleo Juvenil

Los jóvenes peruanos son el 30% de los votos en las presidenciales del 2016.

 

En el Censo Electoral del 2016 se prevé que un 30% de los electores peruanos estará entre los 18 y los 29 años, mientras que un 26,6 % tendrá entre 30 y 39 años. Es decir, que cerca del 57% de los votos de las próximas Elecciones Generales Perú-2016, corresponderán a electores menores de 40 años.  Y es justamente este difícil rango de edad, el que está sufriendo la discriminación laboral a escala nacional e internacional, ya que la falta de empleo joven es un problema global para el cual, por ahora, nadie tiene una “receta mágica” capaz de solucionar el desajuste laboral a escala planetaria.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) -Organismo de las Naciones Unidas (ONU)-, para la próxima década se necesitará crear a nivel mundial, cerca de 600 Millones de empleos, de los cuales 228 Millones deberían ser puestos de trabajo para jóvenes de menos de 30 años.

Los fuertes incrementos de productividad registrados desde la postguerra, no se han traducido en reducción de jornada, ni en mejoras salariales tan significativas como para poder aplicar las políticas de flexibilización laboral, como si de un “freno” al desbocamiento de los salarios reales se tratara. Se puede concluir objetivamente (con datos macro realmente fiables), que el mito liberal de la flexibilización del mercado laboral (abaratamiento del despido en general, liberalización o abaratamiento del mercado laboral juvenil, etc.),  no genera más empleo. Al contrario, contrae la Demanda Interna a medio y largo plazo, ralentizando el consumo y la inversión (por una crisis de expectativas adaptativas).

Definitivamente, las teorías economicistas al uso, sobre los motivos por los cuales, el Mercado Laboral no alcanza el Pleno Empleo son tan débiles como decepcionantes… Por ejemplo, la leyenda de que el desempleo juvenil es producto de rigideces del mercado laboral, el proteccionismo o una escasa productividad por empleado -por falta de una adecuada preparación académica o técnica-, se desmorona cuando un país tan abierto y competitivo como EUA registra en el 2013 una tasa de desempleo del 6,7% de la PEA y una tasa de desempleo joven (menores de 25 años) de más del doble: 13,5%. En Japón el 2013 arrojó una Tasa de Desempleo Nacional del 3,7% y de Desempleo Juvenil (< 25 años) del 6,2%. Nuevamente, se registró un Desempleo Juvenil muy superior a la Tasa General de Desempleo, pese a que los factores culturales y sociales japoneses plantean un modelo de crecimiento no occidental (asiático), que es desde hace décadas, líder en su región y el mundo entero, por su competitividad internacional (modelo de crecimiento exportador). El Informe de Investigación sobre el Estado de Empleo de los Jóvenes en China, elaborado por la Federación Nacional Juvenil y el Instituto de Estudios Científicos Laborales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la República Popular China, arroja para ese mismo año (2013), un desempleo general del 6,1% mientras que el Desempleo Juvenil se colocaba en un  9%

Queda claro, que estructuralmente, en todos los países que conforman el Capitalismo Global, el Desempleo Juvenil es considerablemente superior a la Tasa General de Desempleo.

También, el ejemplo de la UE es especialmente lacerante. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, al primer semestre de 2015 casi 285.000 franceses entre 25 a 35 años están residiendo en el extranjero. Además, cabe señalar un incremento tendencial: según el barómetro del IFOP-Deloitte, 28% de los jóvenes graduados franceses contemplan su futuro profesional en el extranjero frente al  13% en el 2012. El caso de los jóvenes españoles es aún más grave. El 25% de los desempleados en el 2014 era menor de 25 años (1’4 millones de jóvenes desempleados), pese a que el Empleo Joven en España sufre de una precariedad escandalosa con respecto a las rigideces del mercado laboral íbero.  Para colmo, 6 de cada 10 jóvenes españoles planeaba -en el primer semestre del 2015- migrar al exterior, optando el 50% por Europa y un 30% por Latinoamérica, como destinos preferentes.

El principal peligro del Desempleo Juvenil es que la gente joven caiga en la “anomia” social, es decir, se sumerja en una apatía, una resignación ante la desgracia, tan depresiva que definitivamente, no hagan nada. Así, en la UE los “ni-ni” ya alcanzan el 12,8% de la PEA, siendo en su gran mayoría, jóvenes que, como su nombre lo indica, “ni estudian, ni trabajan”.

Dos programas de la UE para el desempleo juvenil, han dado buenos frutos: “InCharge” (para prácticas en grandes empresas) y el Programa “Garantía Juvenil” que recicla a todo joven menor de 25 años que haya pasado más de 4 meses como “ni-ni”, obligándole a seguir cursos de carreras técnicas o a trabajar en prácticas en empresas y organismos públicos, reinsertándolos en el Mercado Laboral. En Perú se podría ensayar a aplicar programas similares, debidamente adaptados.

 

El caso peruano y la Ley Pulpín.

En el Perú la informalidad laboral es tan grande, que el 88,2% de los empleos son informales frente al 11,8% de trabajadores formales.  De las 11.584 empresas peruanas censadas en el 2013, el 78% son “micro”, es decir, tienen entre 1 y 5 trabajadores; otro 8% es pequeña empresa (de 6 a 10 trabajadores); el 5% son medianas (entre 11 y 30 trabajadores) y sólo el 8% son grandes (31 o más trabajadores).

La “Ley Pulpin” promulgada por Ollanta, lejos de incrementar el empleo formal, iba a precarizar el poco empleo juvenil “formal” existente. Porque reduciendo derechos laborales, no se combate la economía informal. Es falso de toda falsedad que eso funcione en nuestro Perú. En el 2011, finalizando el Gobierno de Alan García, según CEPAL, el paro juvenil era de un 18% en Latinoamérica (LATAM) mientras que en Perú era sólo del 8,9% (el segundo país más bajo en LATAM). La explicación: una muy peruana combinación de “mypes familiares” que emplean a sus jóvenes familiares y amigos, además de un “autoempleo” juvenil basado en la receta mágica del mercado laboral peruano: el “recurseo” (una continua auto-reingeniería laboral/profesional a la peruana).

Yo bauticé a esta fallida Ley Pulpín (que se promulgó en 11.12.2014 y se derogó el 26.01.2015), como la “Ley Ripley-Saga” ya que para lo único que iba a servir, era para incrementar aún más, los importantes niveles de explotación que las multinacionales de la distribución aplican a nuestros jóvenes compatriotas.

Sin duda, los Partidos Políticos de cara al 2016, tendrán que incluir en sus Programas de Gobierno, ofertas concretas de Empleo Juvenil. Hay que potenciar la Formación Profesional (Carreras Técnicas), los Cursos de Reciclaje y/o Emprendedurismo (mejorar e nivel de  nuestro actual “recurseo” improvisado), y fomentar los Trabajos en Prácticas (por encima de la actual legislación que  no ha funcionado). Sólo así, garantizaremos un Gobierno Eficaz (Gobernanza) y seguro (Gobernabilidad).

No existen “recetas mágicas” aplicables a nuestra realidad laboral, pero es fundamental que vayamos ensayando diversas baterías de herramientas, hasta que encontremos la senda del desarrollo económico, que implica, inevitablemente, la incorporación de la enorme masa de jóvenes peruanos en edad productiva (lo que técnicamente se denomina “cheque demográfico”), a la generación de riqueza, mediante trabajo realmente productivo y competitivo, basado en una seguridad institucional, una inversión y una formación juvenil, que primen la empleabilidad y la generación de riqueza (productividad y competitividad) a medio y largo plazo, para garantizar un verdadero y definitivo bienestar para todos los peruanos, especialmente, para nuestros jóvenes. Sin trabajo estable y de calidad, los jóvenes no podrán adquirir viviendas, carros, etc., deprimiéndose la demanda interna a medio-largo plazo. Sería un “pecado mortal” para la economía peruana, no hacer nada respecto a este grave problema. En el voto joven del 2016, debe haber una clara exigencia para que no haya más leyes “pulpín” y si, más baterías de medidas concretas que, debidamente combinadas, nos ayuden a incorporar a los jóvenes peruanos en el desarrollo económico nacional.

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