María Inés Valdivia
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La informalidad tiene un lado nefasto, millones de peruanos expresamos sus códigos de comportamiento más letales, aquellos que no surgieron con la pandemia, fueron revelados por ella. Defectos nacionales como la impuntualidad, dejar las cosas a medio hacer, conducir el auto y hacer caso omiso de las normas, hasta la manera en que desarrollamos nuestra conducta sexual, como la encuesta ENDES gráfica: el 40% de peruanos ha tenido hijos sin desearlo, en otros términos la descendencia llegó así nomás.
El neoliberalismo tiene la culpa ¿Slogan rabanoide o certeza aprendida a topetazos? Seamos sensatos, es lo segundo. Aplicamos la receta del Consenso de Washington de manera inflexible. Se desmantelaron las organizaciones sociales, se financió el discurso de la anti política y -salvo García-, poco se hizo por modernizar el sistema educativo a gran escala; Durante el fujimorismo se eliminaron las asignaturas esenciales relacionadas con la ética y la cultura, expresadas en los cursos de Educación Cívica, Historia del Perú y Universal, Arte, Educación Física, Literatura, Geografía, condensamos todo y en paquete, con horas mínimas e imposibles para discutir sobre problemas globales y nacionales, sin formación básica cualitativa, sin indicadores cuyo resultado verificable quizá puede ser menos tangible en precisión numérica, pero resulta más sostenible a la luz del tiempo, indispensables para formar un ciudadano consciente que entienda la letalidad del COVID y que a la vida hay que otorgarle valor. El memorismo actual y las deficiencias de la educación peruana, forman estudiantes al estilo de "no es plagio, es copia", sin capacidad de discernimiento, responsabilidad y sentido de culpa.
Una formación humanista real nos permite comprender el entorno y el sentido de la existencia social e individual, ejercitar nuestras nociones de solidaridad, asumir nuestra ciudadanía no sólo como un maremágnum de exigentes derechos, sino la ciudadanía como el ejercicio de deberes ineludibles. Pero, aún la más impecable y articulada malla curricular de materias humanistas y preclaros docentes de la ciencia, poco pueden hacer sin la infraestructura fundamental para desarrollar una enseñanza de calidad: bibliotecas, computadoras, programas educativos, ambientes sostenibles, áreas de recreo y ejercicio físico, docentes cuya formación contemple las exigencias máximas y no las mínimas, con formación intercultural y criterios de equidad, bilingües. La crisis de la educación pública y gran parte de la privada, es tal que cambiar las cosas exige reeducar a las autoridades administrativas, el sindicato, los maestros y familias, a las universidades que imparten la enseñanza en la carrera docente, antes que los alumnos, pero ¿De dónde viene el dinero para tamañas hazañas? Del presupuesto público ¿Y estos recursos? De los impuestos generados por la actividad económica pública o privada. Sin impuestos no hay políticas públicas, sin formalización, el circuito letal sigue su curso. El orden no fluye de manera espontánea, es la sociedad la que tiene que organizarse y es el Estado, su figura más contemporánea y legítima el que debe brindarle orientación.
En la mesa de cuatro patas que sustenta el cuadrilátero de la existencia: familia (en sus diversas variantes), escuela, empleo y Estado, la mayoría falla, por mediocridad, precariedad o ausencia. Los medios y la tecnología ejercen de baby sister cotidianos. Los padres trabajan entre 10 a 14 horas diarias, toman otras tres para trasladarse a casa ¿Quién orienta al niño o niña que desde que nace conoce mejor el funcionamiento del celular y el adolescente compensado cuyo juego de video lo invita a visitar varios link de páginas pornográficas antes de mascullar bien la clase de matemática o la jovencita de quince años cuya técnica para el selfie perfecto con boca de pato le permiten obtener una treintena de likes para esconder sus carencias reales de autoestima y soledad?
El amor, la educación, el diálogo y la orientación son lindezas que requieren voluntad, formación, tiempo y dinero, un lujo para las familias del quintil 1 y 2. Como señaló la historiadora francesa Michelle Perrot, el último resquicio de protección social, el que nunca falló cada vez que se suscitó una crisis económica o reajuste estructural, fue la familia, esta vez ha sido afectada y sus efectos pueden ser inexorables ¿Cómo ser buenos padres sin tiempo y recursos económicos? ¿Qué le puedo imprecar a una jefa de hogar cuya realidad cotidiana es un cuarto minúsculo de piso de tierra y esteras, sin agua y obligado(a) a salir en búsqueda de dinero para retornar sólo cuando garantice la comida del día?¿Cómo aplicar la reforma educativa con profesores cuya carga docente es de cinco a siete aulas con un mínimo de cuarenta alumnos...por sección?
El neoliberalismo nos dio a Vizcarra, anodino líder de la anti-política informal, mendaz, aprende por ensayo error, por cada error una encuesta jam, por cada encuesta un reportaje estulticio y cómplice. Es el rostro, pero no la causa, la mano que mece la cuna es la misma que lucra mediante monopolios financieros, comerciales, al punto de querer extraernos el tuétano del hueso, el oxígeno para los pulmones, las pastillas para dolencia. Ayer Humala, hoy Vizcarra, mañana Guzmán, evadir la responsabilidad, correr de espanto o maquillar las estadísticas con eufemismos técnicos y ambigüedades, nos dan la idea de la dimensión del problema, si los de arriba no asumen, los de abajo menos.
O nos ponemos la vacuna de la formalización en todo y reestructuramos el modelo, hasta hacerlo de verdad competitivo, meritocrático, justo y moderno; con equidad, paritario, intercultural, sostenible, y sin miedos lelos para construir la Agenda Social por la Gobernabilidad y la Reconstrucción o nos sumimos en el acabose social y económico que nos reventará en la cara con más fiestas Covid.