El racismo ha sido tratado de todos los modos posibles. Enfrentado desde todas las perspectivas posibles. Sin embargo, subsiste y hasta hay quienes dicen que en un país tan diverso como el nuestro no debería incidirse es esta práctica atávica e idiota dada esta diversidad (esto es que si no hubiera tal mezcla de razas quizás sería mucho más propio admitir algunas variantes de racismo, etc.). En realidad, no debería practicarse esta manifestación de los elementos más bajos de la especie humana precisamente para no vernos afectados por este primitivismo sin fundamentos.
El gran infierno que surge de este problema, sobre todo en un país como el Perú, es la aceptación subalterna que la raza de la clase dominante es la mejor. Esto no debe ser admitido bajo ninguna forma puesto que, en principio, admite todo tipo de contradicción. Así a los bastos nazis bastaba advertirles que en tanto Sumeria o Egipto o Roma eran dueñas del mundo, sus antepasados habitaban la barbarie y las ciénagas improductivas del norte europeo. A los torvos hispanistas cabría recordarles que estuvieron durante ocho siglos a la disposición de la lascivia morisca y su despotismo brutal aunque, ciertamente, los árabes eran mucho más modernos y civilizados que los godos y mucho más inteligentes que los invasores peninsulares que arribaron a las costas doradas de nuestro continente en el mil quinientos.
Por eso es algo muy infeliz hallarle o tratar de hallarle razones al racismo. Quizás la ambición de la clase dominante y de los acomplejados arribistas que solo desean “integrarse” sea anular, en la medida de lo posible, al cholo y al indio y a todo aquel que tenga raíces sanguíneas y culturales con el Perú prehispánico y popular para así poder evitar que les disputen espacios de poder ya sea este político, económico, cultural o de cualquier tipo.
En el párrafo anterior puse “quizás” solo por una manía especulativa pero en realidad no hay nada que especular. Un indio, un negro, un cholo, un blanco o un esquimal solo pueden diferenciarse por la calidad de su inteligencia o el nivel de su talento. El problema es que sin las oportunidades adecuadas esta inteligencia y este talento serán en gran parte desaprovechados en lugar de ser atendidos en toda su extensión para el favorecimiento de la nación. Entonces, sí es muy claro que los agentes de dominación impiden el desarrollo del oprimido no solo económica y políticamente sino social y racialmente para beneplácito de las filas marchitas de su “raza” y su clase caduca.
En todo caso, lo peor que puede suceder ya ha sucedido en el país pues la mayoría de la gente debidamente estupidizada por los medios de comunicación ha asimilado esta forma de dominación que solo fue abiertamente combatida y casi aplastada durante el Velascato, régimen cuyos excesos y errores deben ser sancionados pero cuyos méritos jamás deberán ser ignorados o soslayados como este que estamos cuestionando. En cambio, todo el resto de gobiernos han hecho muy poco para derrumbar este atavismo miserable a tal punto que todos los presidentes cholos que ha tenido el Perú en los últimos cuarenta años en nada han entendido ni puesto en escena la trascendencia y la relevancia de sus propios mestizajes.
Esta aceptación acrítica por parte de las mayorías que acabamos de denunciar es una simbólica superficie falaz que solo pueden admirar los nazis y otros grupos de subnormales y renegados que buscan aplastar a los demás por factores externos antes que por las condiciones singulares y subjetivas de los miembros de sus respectivos países.
Alemania fue, en este orden de cosas, un caso particular y bien patético pues buena parte de los grandes literatos y científicos de dicha nación a inicios del siglo XX fueron parte de sus odiados judíos. Otro grandísimo error se da en nuestro país puesto que los descendientes del Estado más atrasado entre los grandes imperios europeos, sin duda alguna, España, territorio retrógrado y oscuro como el Santo Oficio y la mojigatería adyacente a tamaña represión, no puede servirnos de nada pues, ¿qué cosa valió algo luego del Siglo de Oro y luego de la primera derrota de los tercios? Compárese la producción filosófica de España desde el Siglo XVI hasta el XX con la de países como Francia, Inglaterra y Alemania y se obtendrá que no cabe ningún orgullo en jactarse por ser español.
En este sentido, es absurdo persistir en la imbecilidad de aquellos que buscan una raza superior, o que creen en la superioridad de cualquiera solo debido a sus ancestros o a su capacidad adquisitiva.
La única jerarquía que puede hacerse es en determinadas circunstancias y en determinados aspectos de nuestras vidas pero nunca de modo definitivo pues como dicta el antiguo dicho popular siempre habrá alguien que sea más o menos que tú en alguna circunstancia y por eso debemos aprender a ser siempre íntegros y enteros y no unos mentecatos ni unos tipejos viles que creen poder pisotear a sus semejantes olvidando esta condición precisamente compartida, es decir, todos somos prójimos o semejantes, y, por lo tanto, las ofensas contra uno de nosotros nos afectan a todos como integrantes plenos de la especie humana.
Por todo lo expuesto, qué es eso de indio asqueroso, o zambo bruto o serrano sucio o cosas como esa. Entiéndase que el Perú es esencialmente un país de cholos y mestizos y los malvenidos al mundo que no lo entienden bien pronto deberán ser sometidos a un escarmiento potente hasta que entiendan que la única superioridad que uno puede ejercer sobre otro solo será circunstancial y en el orden de la inteligencia o del talento con la paradoja añadida que si, además, eres una buena persona no te interesará hacer uso de los privilegios de esta jerarquía.
Como todo en la vida, la gran distancia entre el que debe estar arriba y el que debe estar abajo estribará solo en si eres una buena o mala persona. Tengan la plena seguridad que si ni el talento ni la inteligencia te hacen una buena persona, mucho menos, lo hará el prestigio familiar, usualmente tan armado y ficticio como la honestidad de los millones de tus cuentas bancarias, o el color o tono de nuestras pieles ni nuestra apariencia física. Como bien enseñó el Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”. A ver si lo entienden de una vez o, mejor aun, imitan el acto trágico de Demócrito en el famoso jardín.
P. S.
El racismo no puede aceptarse y debe combatirse tanto en el plano legal como en el fáctico con todas las armas y estrategias que se tenga a disposición. Ahora, entiendo que la gente se mida y se contenga e intente ser civilizada, sobre todo, cuando se lleva las de perder dada la condición socio económica del contendor pero, por lo menos, se les debe hacer saber que en otro barrio no correrían con la misma suerte. Humillar al soberbio y al racista es un mandato, hasta, de orden bíblico (véase el Salmo 75). ¡Avanti, popolo!
Pax Vobiscum.
02 de Septiembre de 2020.
PERCY VILCHEZ SALVATIERRA
Escritor
Abogado
Analista Político
Comunicador
Director de Libertad Bajo Palabra