“Muchos de ellos, por complacer a tiranos,
por un puñado de monedas, o por cohecho o soborno
están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos.”
EMILIANO ZAPATA
Dicen los diccionarios que la palabra mercenario significa “(persona) que lucha a cambio de dinero o de un favor y sin motivaciones ideológicas”. Otra acepción es “Que realiza cualquier clase de trabajo por una retribución, generalmente económica, o que trabaja con el único interés de ganar dinero”.
Un mercenario entonces que ha ingresado a la vida política no tiene motivaciones ideológicas. Por lo mismo, no tiene principios éticos o valores. No lo mueve un proyecto trascendente de sociedad, y menos un programa de gobierno en favor de determinados sectores sociales, o hacia un modelo ideal de sociedad. Todo lo señalado (valores, principios, ideología, programa, modelo de sociedad) no existe.
¿Cuál es entonces su única motivación?: el dinero, sus pequeños intereses personales y las prebendas que pueda sacar del gobierno de turno. Por consiguiente, un mercenario de la política no requiere tener estudios reales, ni conocer sistemas de pensamiento político, y menos desarrollar un diagnóstico de la sociedad para poder intervenir en ella. Por ello -por lo general- es torpe intelectualmente, muy escaso de cultura y sin escrúpulos sociales. Ignorancia y atrevimiento combinadas con algo de sagacidad lumpen.
Las actuales graves circunstancias que viene atravesando el país, nos ha descubierto a un mercenario de la política. Mientras la economía familiar popular está siendo destruida por el Gobierno del neo senderista Castillo, cuando las inversiones mineras han comenzado a fugar del país generando más pobreza y pérdida de empleos, cuando cada semana se descubren hechos de corrupción que llegan grotescamente hasta los propios baños de palacio de gobierno, mientras la gente se vuelve más pobre y la institucionalidad del país ha comenzado a ser demolida en manos de las redes de influencia de sendero y aliados, el señor César Acuña, “líder” de APP se pone de espaldas a los intereses de la mayoría del país y blinda políticamente al senderismo en el poder, contra la moción de Vacancia en marcha.
Es el uso de la política para impregnar la acción del Estado con actividades de defensa de intereses particulares, y quizás ilegales, ilícitas o incluso abiertamente delictivas.
Su perspectiva no es defender la democracia del avance de Sendero sino probablemente negociar oscuras influencias en la SUNEDU o el Ministerio de Educación; tampoco le interesa el aumento súbito y creciente de la pobreza, sino hacer un posible trueque con el Gobierno para mantener con prebendas legales los ingresos de sus cuestionadas universidades.
Su agrupación política no es –en estricto sensu- una organización de naturaleza política. Es una maquinaria burocrática y de movilización social aceitada con financiamiento privado. Este instrumento vaciado de contenido político, es la herramienta del señor Acuña para traicionar al país y para ser el nuevo aliado de facto del senderismo en el poder.
Pero la sociedad norteña, donde la oposición a la presencia del senderismo en el poder es la más grande del país, al igual que toda la sociedad, ha tomado nota. Cesar Acuña, repentino gonfaloniero del neo senderismo, tendrá que rendir cuentas muy pronto ante la sociedad democrática y, quizás, ante la justicia.