Ucrania es atacada militarmente por Rusia. Ataque militar, agresión a la soberanía, guerra preventiva (no te olvidamos Bush Jr.), acción defensiva, protección a minorías (los rusos que habitan el Donetsk y Lugansk), son conceptos que se usan en política internacional, a veces de forma intercambiable, pero que esconden una realidad que las relaciones internacionales rotuló, eufemísticamente, de diversas maneras: realismo defensivo, seguridad nacional, zonas de influencia, etc. La realidad, que siempre se impone más allá de las lecturas políticas postmodernas, muestra que detrás de estos conceptos se esconden estrategias de dominación geopolítica que en el siglo pasado se denominaron como “imperialistas”. Hoy, reiteramos, la ciencia, cada día mas alejada de la realidad, quiere darle estatus científico a una flagrante agresión con evidentes pretensiones de sometimiento. Volver un acto político en una categoría que será debatida en importantes universidades entre connotados “especialistas” mientras los tanques cruzan las fronteras aniquilando poblaciones.
El conocimiento siempre estuvo después del fenómeno. Los especialistas en política internacional vuelven a descubrir, luego de recuperarse del atolondramiento, que existen intereses nacionales que muchas veces se superponen. No fueron los politólogos ni los internacionalistas quienes, hace un siglo, descubrieron que el mundo era repartido por grandes potencias. Tres interpretaciones surgieron en Latinoamérica para explicar el motivo de nuestro retraso y nuestra falta de valores republicanos: Revolución Mexicana como proceso histórico que condujo a la creación de un estado social innovador para la época, el aprismo como proyecto histórico que pretendía dar una reinterpretación de la presencia ambivalente del capital extranjero y la necesidad de la urgente construcción de un estado antiimperialista que supiera negociar con él, y finalmente (e igual de complejo para interpretarlo en la actualidad), el peronismo como proyecto nacional y popular.
Existieron, desde luego, otras interpretaciones que bebieron de un marxismo rudimentario aplicado al continente del realismo mágico. La idea milenarista de la sociedad sin estado y sni antagonismos de clase dio lugar a tres vías identificables por su impacto en la historia de nuestros países: Allende y la vía chilena al socialismo, el notable aporte de J.C. Mariátegui y la mala interpretación de sus epígonos, así como la sanguinaria locura de enfebrecidos y siniestros personajes, que pretendieron realizar una revolución violenta pero que, finalmente, solo provoco muerte y terror (se impone dramáticamente, como sórdido ejemplo histórico, el genocidio senderista).
El imperialismo no ha vuelto porque nunca se fue. Solo cobro estatus científico como fenómeno catalogable en los estudios políticos, casi como una muestra de museo que nos hacia recordar el escandalo de un pasado oprobioso, pero que pervivía discretamente mediante la injerencia de potencias en pugna por la dominación mundial, en esta tierra que se encuentra muy lejos de Dios, pero bastante cerca de los Estados Unidos.
Pero no nos olvidemos que el imperialismo (no que se ha ido) se encuentra operando, con sutileza, en las conferencias internacionales o mediante “ayuda” económica (otra forma más interesante de hipotecar nuestro futuro, pero a mediano plazo, una suerte de “leasing” político como el que viene realizando China con algunos países de esta parte del hemisferio).
Nos toca, por todo ello, retomar lecturas que muchos decían que pertenecían a otra época. Revalorar los aportes, análisis, lecturas, diagnósticos, sobre todo aquellos que se realizaron fuera de la academia y que nacieron a partir de las luchas por la liberación de nuestros pueblos.