Punto de Encuentro

Pandemia, ¿es Martín Vizcarra el principal genocida?

Por: Abraham Fudrini

Los gobernantes de nuestra sociedad deben siempre recordar que lo que comienza mal termina mal y si se presentara otra pandemia o un rebrote en el futuro, que se sabía sucedería, debería hacerse desde el comienzo un responsable y buen trabajo contra cualquier epidemia para que no afecte como esta, que hasta ese momento –se comenta– está costando probablemente más de 100 000 muertos por COVID en forma directa o indirecta, ya que miles murieron por causas de otras enfermedades que no podían tratarlas en los hospitales por temor a contagiarse con el coronavirus, o porque no había médicos para atenderlas ya que todos estaban en la lucha contra el COVID-19. Faustino creía que, hasta que no se vacune el 60 % o más de la población peruana, probablemente los fallecidos pasarán de largo los 150 000 peruanos. No consideraba que la mortalidad fuera mayor porque la tasa se había reducido, principalmente, gracias al enorme cuidado que los mayores están dando a sus vidas en todos los sectores de nuestra sociedad. Sin embargo, todavía no se había producido el rebrote o la nueva subida de esta única ola de la epidemia del coronavirus, a la que erróneamente se le llamó “segunda” ola.

La situación política, moral y psicológica de Martín Vizcarra cada día era peor pues le llevó al extremo de pretender amenazar diciendo que peligraban las elecciones si se continuaba amenazándole de vacancia. Como el pedido de vacancia se había originado del grupo de congresistas perteneciente al pintoresco líder radical Antauro Humala, hermano del expresidente de Perú, Ollanta Humala, quien había estado preso provisionalmente por acusaciones de corrupción y crímenes durante su gestión gubernativa entre 2011 y 2016, Vizcarra llegó al extremo de decir una más de sus innumerables mentiras públicas, pues pretendió hacer creer a la opinión pública que solo el grupito congresal de Antauro Humala era el único que quería vacarle.

En el colmo de su desesperación, pretendió hacer demagogia para que la población olvidase las acusaciones de corrupción que le habían hecho y sugirió la idea de que, en plena epidemia del coronavirus en Perú, el partido de fútbol entre Perú y Argentina se realizara con público en el Estadio Nacional José Díaz de Lima, lamentable propuesta para que el pueblo olvide la acusación de inmoralidad permanente que el Congreso de la República le había hecho. Apoyado por sus incondicionales se pretendió asustar a la población con la amenaza de que se estaba produciendo un rebrote de la epidemia del coronavirus en Perú. Esa noticia no era verdadera pues aún no se habían producido las movilizaciones de los jóvenes universitarios principalmente de las universidades privadas, de los trabajadores de las oficinas no gubernamentales (ONG), de los grupos denominados “progres”; todos ellos apoyados por los canales de televisión Frecuencia Latina, América, Canal N, ATV, RPP-TV y los diarios El Comercio y La República, a los que se sumaron las movilizaciones  de los trabajadores del agro en el Sur y Norte de Perú, acciones masivas que causaron el inicio del rebrote de la epidemia del coronavirus y el incremento de la enfermedad COVID-19, que en los países de Europa los especialistas calculaban que normalmente sería en abril de 2021, pero que se adelantó desde la tercera semana de noviembre debido a que –como señalaron los científicos europeos– no se respetaron las medidas de contención y seguridad contra el coronavirus y la COVID-19.

Un mes antes, comenzando el último tercio de octubre, como era costumbre hacerlo varios días de cada semana, Begonia había llamado a su padre para contarle que recientes estudios, en los hogares de Alemania, habían demostrado que el contagio era poco probable en las superficies dentro de las viviendas. Le dijo que la carga patógena del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) encontrada era insuficiente para contagiar. Le explicó que en el caso del ébola un solo virus contagia, se trataba de una enfermedad muy altamente contagiosa y que en el cólera menos de 10 bacterias no contagiaban.

La última semana de octubre de 2020, se intuía que por fin iba a caer el corrupto Martín Vizcarra, quien asesorado por profesionales “constitucionalistas”, fiscales, jueces deshonestos, algunos magistrados oportunistas del Tribunal Constitucional, prensa vendida por sus dueños y operadas por inmorales periodistas, que antes habían en conjunto confabulado para cerrar el Congreso de la República, esta vez les protegerían para continuar dedicándose a robar y coimear en medio del descuido y abandono de decenas de miles de peruanos que murieron y continuaron muriendo de COVID-19, por la desidia de esos gobernantes frente a la epidemia del coronavirus.

(Del libro: “PANDEMIA. El coronavirus y la Covid-19 en el escenario de la política de Perú” de Abraham Fudrini)

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