Punto de Encuentro

El APRA y la corriente de Educación Popular

13 Septiembre, 2022

José Pimentel

El presente artículo esta inspirado en 2 experiencias: 1) Mi militancia en el Comando Universitario Aprista en la PUCP cuando era estudiante de pregrado; y, 2) mis estudios en la Maestría de Educación y Convivencia en la Universidad Iteso de Guadalajara. Digo esto porque así en base a estas dos premisas se pasará a un análisis posterior para afirmar que el APRA tiene como parte de su filosofía y forma de hacer política la Educación Popular. Finalmente, se propone una reflexión de cómo se debe accionar en el contexto político actual.

Primero, definiremos qué entender por educación popular. La educación popular es una corriente pedagógica que parte desde una perspectiva emancipadora y democratizadora que entiende la educación como una forma de hacer política a través del empoderamiento de las clases populares.

Otra idea que se precisa definir es la de Partido Escuela la misma que postula Víctor Raúl Haya de la Torre cómo parte de la propuesta programática del  Aprismo en 1934, planteándolo en los siguientes términos:

“Así en también, todo miembro del partido, por ignorante que sea, tiene la oportunidad de aprender y progresar. Su Brigada de Trabajo es a la vez escuela donde aprende y laboratorio en el que practica. El jefe de su brigada o secretario, tiene la obligación de enseñar y dar trabajo. Si no lo hace, falta a su deber y el miembro de la brigada tiene expedido su derecho de exigirle que cumpla con la obligación disciplinaria fundamental de dirigir y de enseñar la labor. Por este medio, la responsabilidad del dirigente se hace efectiva ante el afiliado y a su vez éste tiene como condición de crítica y control el deber de trabajar.” (Haya de la Torre:1934)

Dicho esto, podemos entender que el APRA comparte la filosofía de la Educación Popular en tanto perspectiva emancipadora y democratizadora la misma que se ve materializada al instrumentalizar la estructura partidaria como herramienta para el aprendizaje de su militancia y simpatizantes. Es decir, se hace política más allá de los periodos de elecciones y se hace empoderando a la ciudadanía y a su militancia mediante el acercamiento de conocimientos que le permitan desarrollarse de mejor manera en distintas dimensiones.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con las experiencias mencionadas en el primer párrafo? Aquí vamos: 1) Cuando aún no tenía la mayoría de edad y estudiaba en la Facultad de Estudios Generales Letras tuve la oportunidad de presenciar una ponencia del padre Jeffrey Klaiber, sacerdote, historiador y maestro en la PUCP, quien entre muchas otras cosas comentaba su amistad con Haya de la Torre y la dirigencia aprista ya que compartían cómo interés la vocación de servicio a la comunidad. Comentaba el maestro Kleiber que en muchas oportunidades compartieron ideas de cómo aproximar conocimientos y otorgar mejores experiencias de aprendizaje a quienes más lo necesitaban ya que ambos pertenecían a instituciones que se dirigían a grandes grupos de personas.

Esta primera experiencia la recordé gracias a la Maestría que curso en la actualidad en la ciudad de Guadalajara (México) en la que abordamos el estudio de la corriente de educación popular y como la utilizaron los jesuitas en la iglesia católica. Me resultó muy gratificante el poder integrar conocimientos adquiridos al inicio de mis estudios universitarios y de casi 10 años después al iniciar mis estudios de maestría.

A modo de análisis, es evidente que el aprismo comparte la visión de la corriente de educación popular en tanto ambos tienen como objetivo la transformación de realidades a través de la educación. Incluso ha tenido una relación muy estrecha con esta corriente como lo expresa el maestro Klaiber con quién compartía reflexiones y objetivos. No obstante, existe una diferencia relevante y es que el aprismo empodera a través de la educación sin desligarse del quehacer político electoral e institucional manteniendo una estrecha relación entre ambos, mientras que en la corriente de educación popular no es necesariamente así.

Más allá de lo dicho anteriormente, hoy en día en el Perú se ha dejado muy de lado la perspectiva en la que se plantea la educación como una forma de hacer política y se ha reducido el ejercicio de la política a la política electorera y mercantilizada en dónde los grupos económicos dominantes y partidos empresa tienen un pacto tácito de mantener en el inconsciente colectivo que la política es así. Posicionando en la narrativa dominante que la política es complicada y que solo se logran cambios a través de elecciones basados en una falsa esperanza de que llegue una especie de salvador a todos nuestros problemas que una vez electo solucionará las cosas. Así, hemos pasado por Fujimoris, Toledos, Acuñas, Humalas, Castillos, Vizcarras y otros que aprovechando esa narrativa practican la política como si fuera un reality show sustentando su carrera política en la popularidad y las prebendas.

Dicho esto, creo que los partidos políticos reales y con trayectoria deben realizar esfuerzos en reposicionar cómo narrativa que la política no solo se hace en épocas electorales y a través de prebendas, que es iluso pensar (por más de que la prensa tradicional lo repita) que vendrá un salvador y que se puede apostar por proyectos políticos reales, con programa y que hagan política de manera continua a través de la educación por ejemplo, siendo esta opción más realista y con mayores posibilidades de mejorar el Statu Quo. Por lo que los esfuerzos deben pasar por determinar en cómo cambiar esta narrativa e implementarla. Termino señalando que hoy la política en el Perú está tan desinstitucionalizada y es tan improvisada que lo revolucionario es institucionalizarla y hay que convencer a los peruanos de eso.

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