Punto de Encuentro

Qué hay que aprender IV

Qué hay que aprender IV 

Abrojos

Francisco Basili Domínguez

Hay que aprender a reconocer los abrojos porque si una buena semilla cae entre abrojos, estos la asfixian e impiden que se desarrolle y que dé fruto. 

Si uno deja que crezcan abrojos, su planta se pasmará o tendrá una cosecha lamentable.

Los abrojos son cactus invasivos, malas hierbas que invaden un terreno y  retrasan el desarrollo de las buenas semillas porque van ocupando todo el espacio y todos los recursos disponibles.

La planta más importante a cultivar es nuestro proyecto de vida.  El plan para ser la mejor persona posible consiguiendo las metas que más nos interesan y motivan.

Todos tenemos metas que nos interesan y motivan, pero si no hay un plan las metas se quedan en deseos, no son más que anhelos para soñar despierto.

Todos tenemos una energía interior que nos permite identificar metas, priorizarlas, planear su realización y cumplir ese plan hasta realizar las metas elegidas. 

La cantidad de esa energía interior es variable.  Puede ser mucha o poca, pero es posible cultivarla.  Sí, la motivación, la voluntad, la actividad para hacer lo necesario, se pueden aumentar y desarrollar.

Así como se aprende a amar amando: escuchando, siendo solícitos y considerados, ayudando, entregando y aceptando buen afecto, respetando y construyendo una intimidad placentera y edificante…

También se aprende a desarrollar la energía interior identificando metas prioritarias, poniéndose horarios, renunciando a lo accesorio y distractivo, persistiendo… a cambio de lo que se quiere conseguir.

Las metas para ser mejor persona, honrar nuestras relaciones, lograr nuestros sueños, desarrollar nuestros talentos y compensar nuestras deficiencias, exigen concentración y persistencia, esfuerzos y renuncias. 

En una iniciativa para ayudar a estudiantes adolescentes a identificar su propio proyecto de vida*, ellos aprendieron que pronto aparecen abrojos y deben identificarlos y luchar para que no se desarrollen.

Estar pegado al celular o el internet, la presión del grupo para hacer lo que sea y evitar el hielo, las exigentes “ganas de” que salen de adentro y desafían la contención y disciplina, la flojera…son abrojos.

Vivimos en el tiempo.  Cuando perdemos tiempo o lo usamos en contra de nuestras metas, nuestro proyecto se estanca, todo se queda en deseos, ahogamos la buena semilla.

Un pueblo donde cada persona tiene su proyecto para ser mejor y cumple su compromiso con sus metas, es un pueblo que prospera.

La Constitución de un país es la buena semilla que su pueblo y sus instituciones deben cultivar.  La Constitución es la simiente del Proyecto de Pueblo de un país.

Tiene sus propios abrojos: el racismo, la codicia, la pasividad, el pesimismo, la impaciencia iracunda que no soporta procesos y quiere acelerar a cualquier precio, la astucia desvergonzada y demagógica.

La incompetencia, la corrupción, la voluntad de refundarlo todo o “complejo de Adán”, el cultivo de envidias y resentimientos son abrojos virulentos que asfixian casi sin remedio el proyecto de país.

El cultivo de la mediocridad, la pérdida del respeto y de la fe en el trabajo, la impunidad de los delincuentes, la arbitrariedad y venalidad de las autoridades, la ignorancia… son abrojos.

Todos tenemos el deber de cuidarnos y proteger a nuestro prójimo, de desarrollar y hacer producir nuestros talentos y de conservar y mejorar la naturaleza que es la casa común.

Cumplir esos deberes es ser mejores cada día.  Esa es la buena semilla que hay que impedir que ahoguen los abrojos.

*La iniciativa de Promoción de Proyectos de Vida fue animada por el equipo de Familia y Desarrollo en instituciones educativas públicas de Ate Vitarte, Carabayllo y Villa María del Triunfo.

Francisco Basili Domínguez, Chorrillos, Octubre 2022

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