El ejercicio de la ciudadanía es primordial para el mantenimiento de toda república democrática. Sin ciudadanía estamos ante una manada de individuos que siguen a un líder o a una corriente ideológica. En países africanos, asiáticos o latinoamericanos, el ejercicio ciudadano, entendido como el ejercicio de derechos y deberes en una comunidad, es casi nulo. Esto siempre fue así desde el arribo de la democracia hace poco menos de 300 años. Sin embargo, sorprende que en la misma Europa, “cuna de la democracia”, la ciudadanía cada vez más esté perdiendo terreno, ante el avance de nuevas ideologías que legitiman regímenes totalitarios, apoyados en las nuevas tecnologías.
El ocaso de occidente es, en realidad, el ocaso de la democracia en el mundo. Entre los factores que influyen en su fracaso se pueden considerar “el desgobierno”, “la agenda 2030”, “la perdida de las soberanías de los países”, entre otros. El sistema democrático funciona en ciudadanos, no en ganados que son arreados como rebaños ignorantes hacia un acantilado.
Hoy en día, estamos ante un rebaño de hombres y mujeres que voluntaria o involuntariamente, están dispuestos a perder derechos civiles a cambio de seguridad, salud y protección, no solo en tiempos de guerra o emergencia sanitaria, sino inclusive en condiciones normales. La llamada “libertad” es una falsa y engañosa retórica, no solo en los países del sudeste asiático y en muchos países sudamericanos que no tienen el ADN democrático en sus pobladores, sino también en la vieja Europa.
Sin el ejercicio de ciudadanía estamos expuestos a regímenes disfrazados de democracia popular, a una suerte de neo maoísmo, condenados dictaduras totalitarias de izquierda. Este naufragio solo nos empujaría hacia el otro extremo del río, al retorno de los ultra nacionalismos y, tal vez, al retorno de los grandes imperios.