Es motivo de alegría, para militantes y simpatizantes, el retorno del Partido Aprista Peruano a la institucionalidad democrática. El APRA, como movimiento, nunca dejó de existir. En cada corazón aprista, en todos los rincones del país, latía con fuerza la esperanza de recuperar el cariño del pueblo mediante una propuesta que conjugue dos valores que hoy en día, parece que andan disociados: la justicia social (el pan) y la libertad. Hoy esa esperanza es una realidad y es necesario estar a la altura de las circunstancias porque el país así lo exige. Sin odios, sin rencores.
Esta alegría debe ser, también, un motivo de reflexión para los militantes y para los amigos del APRA. Consideramos que es válida una hipótesis que muchos apristas y no apristas han esbozado en estos meses de trabajo político en el contexto del arduo proceso de recolección de firmas: Esta hipótesis sostiene que en los países en los cuales deja de existir la opción socialdemócrata, aparecen los fascismos y las izquierdas antidemocráticas.
La izquierda democrática, centro izquierda o socialdemocracia (incluso el denominado socialismo democrático) es una opción viable, necesaria y urgente. Los que hoy buscan a un Bukele peruano, son los mismos que apoyaron el discurso de mano dura de las oligarquías y que no entienden que sin justicia, no habrá paz. Igualmente, aquellos que extrañan al chotano (increíblemente el “presiburro” aún tiene sus adeptos) y buscan una salida autoritaria, encarcelando opositores, destruyendo la economía para generar colchones sociales de pobreza que luego son subsidiados por el Estado mediante prácticas de clientelismo político (“los empobrecemos y luego los mantenemos a cambio de votos”: es interesante lo que la izquierda antidemocrática aprendió del fujimorismo); ambas alternativas destruyen los cimientos de nuestra vida social y solo nos llevan a la pobreza económica y moral, al subdesarrollo, a una oportunidad perdida más en nuestra magullada vida republicana.
En esta nueva etapa de la discusión sobre el rol del APRA en la comunidad política actual, queremos señalar algunos aspectos que merecen una especial atención:
Refundación del PAP: Ya lo mencionaba Haya de la Torre en sus artículos. La refundación del Partido Socialdemócrata Alemán o, tal vez algo más cercano a nuestro tiempo histórico, la transformación programática del PSOE en España. Ambas experiencias nos deben llevar a reflexionar si es necesario realizan un congreso doctrinario o programático. El APRA entró a la modernidad política a partir del segundo gobierno del presidente Alan García. Es importante reflexionar sobre las experiencias aprendidas.
Aggiornamiento del PAP: El PAP tiene un rol que va más allá de la participación electoral. Con otros partidos históricos que también pugnan por su reinscripción, el aprismo es uno de los pilares de nuestra democracia. Es una responsabilidad mayor, que nos demanda más dialogo y apertura y menos sectarismos. Abrir nuestras puertas a todos los sectores democráticos es imprescindible, sobre todo en el momento actual.
Alianzas y el PAP: el PRI, la UCR, entre otros partidos hermanos, demuestran que es necesario discutir la política de alianzas o la posibilidad de generar espacios como la multipartidaria en Argentina (espacio político de diálogo que impulsó el ex presidente Raúl Alfonsín en los estertores de la sanguinaria dictadura militar). Juntos, pero no revueltos, o juntos, pero respetando nuestras diferencias. O tal vez el PAP deba ir solo en las próximas elecciones. Lo importante es no descartar de antemano cualquier escenario que nos lleve a contribuir, desde nuestras trincheras, al fortalecimiento de la democracia y al mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la calidad de la representación política.
Quedan otros temas que seguiremos tratando en los siguientes editoriales, uno de ellos tiene que ver con la importante renovación partidaria mediante figuras como Enrique Valderrama, César Peirano, Jacqueline Santos, Alan Salinas, María Valdivia, Iván Arenas, José Pimentel Santibáñez, José Mario Azalde, entre otros. El APRA volvió para quedarse