Punto de Encuentro

Singapur: La verdadera historia

20 Noviembre, 2024

Dennis Falvy

Por: Dennis Falvy

Hace ya muchos años Mario Vargas Llosa señalaba en un artículo que Singapur ha pasado a convertirse en un país de maravilla encaminado por Lee Kuan Yew. Este personaje es considerado por Henry Kissinger en su libro escrito a sus 99 años “Leadership”, uno de las 6 excelencias en liderazgo mundial, como son De Gaulle, Nixon, Sadat, Adenauer y Tatcher.

Un Fake New sobre Singapur en las redes señalaba que esa isla se había desarrollado, porque  liquidó a miles de sus delincuentes y tantas tonterías que me puse a investigar y todo ello era falso y la refutación era muy extensa.

Así que si quieren leerla, porque es una nota extensa, este es el link l que además involucra a Filipinas . : httpps;//otros y finanzas,la mula.pe/2016/12/13/entre.-la_-falsa-matanza-en singapur/lucuma

Hoy en día , noviembre del 2024 ,un video de 4 minutos con miles de vistas en la red y como estamos con una inseguridad ciudadana terrible y un país que se ha ordenado metiendo a la cárcel miles de delincuentes y hecho famosos a su presidente qujien ha sido reelegido en el cargo,, señala lo mismo.La matanza de miles de gentes en Singapur y otras cosas, que sin duda es no se atiene a la verdad.

Singapur, situada en el corazón de Asia, es una ciudad y al mismo tiempo un país, tan pequeño que su territorio ocupa apenas 700 kilómetros cuadrados y solo tiene cinco y medio millones de habitantes. Pero, así de pequeño, es el segundo puerto más importante del mundo y el centro financiero donde tienen su sede los bancos e instituciones financieras más grandes del planeta.

Precisamente, y a causa de esa actividad económica tan exitosa, se desató una corrupción que parecía invencible. Los desfalcos y trampas de dinero eran cada vez más grandes. La isla era estremecida diariamente por escándalos sobre desfalcos, contratos amañados, corrupción del Estado y de las empresas privadas. Se llegó a pedir sobornos hasta para autorizar el traslado de un moribundo al hospital.

Fue entonces cuando el primer ministro Lee Kuan Yew, que había encabezado el movimiento de independencia de su tierra, y al que consideraban padre de la patria, resolvió enfrentar el problema sin contemplaciones con nadie. Lo primero que hizo fue reunir su consejo de ministros y les dijo una frase que se volvería famosa: “Si de verdad queremos derrotar la corrupción, hay que estar listos para enviar a la cárcel, si fuese necesario, a nuestra propia familia . Una de las primeras medidas que tomó el gobierno de Lew Kuan Yew fue establecer unas reglas claras y sencillas para contratar con el Estado, pues descubrió que las normas legales habían sido redactadas con una confusión amañada, precisamente para facilitar los enredos de la corrupción.

Y fue entonces cuando se ordenó, además, que los empleados públicos tenían que rotarse en sus cargos cada cierto tiempo para evitar que se enquistaran en las entidades, perpetuándose y corrompiéndolas.

Prefiero redundar y señala que en 1959,  Lee Kuan Yew fue elegido primer ministro, por primera vez, cuando apenas tenía 35 años de edad. Lo primero que hizo fue anunciarle a Singapur entero que comenzaba la lucha implacable contra la corrupción.

Para empezar, todo empleado del Gobierno, antes de posesionarse, tenía que firmar un documento en el que autorizaba al Estado para revisar, cada vez que quisiera, sus cuentas bancarias en el país o el exterior. Y si en algún momento se le encuentra culpable de corrupción, pierde su derecho a la pensión y nunca más puede volver a ocupar un cargo público.

Manos a la obra. Fueron enviados a la cárcel varios ministros, unos gerentes, líderes sindicales, empresarios que ofrecían sobornos a los funcionarios, periodistas corruptos que hacían negocios indebidos con entidades estatales.

La batalla legal contra la corrupción estaba dando extraordinarios resultados. Tanto que, cada vez que había elecciones, el primer ministro ganaba de nuevo. La gente decía que Singapur era el único lugar del mundo donde, desde los tiempos del paraíso terrenal, el bien había triunfado sobre el mal.

“Es mejor que eso”, escribió el investigador Jonathan Tepperman. “Fue la victoria de los justos sobre los malvados”.

Una de  las leyes más afortunadas de Singapur fue, a mediados de los años sesenta, la que ordenó que colegios y universidades enseñaran a los jóvenes, en sus programas de estudio, la asignatura de ética pública. Lo mismo se hacía con el público, a través de las salas de cine, antes de empezar la película.

Fue entonces cuando se comprobó que uno de los aliados más perversos de la corrupción en los organismos gubernamentales es la cantidad de trabas y complicaciones que se les ponen a proveedores y contratistas privados. Se descubrió, incluso, que muchas veces esas normas son creadas, precisamente, para facilitar los sobornos.

Los resultados de esas decisiones están a la vista. El propio Banco Mundial, en un informe , reveló que Singapur es el país con menos trabas administrativas y burocráticas a la hora de hacer contrataciones con proveedores privados.

El resultado no ha sido solo moralmente estupendo, sino, además, económicamente envidiable: pequeñito como es, Singapur es hoy el sexto país más rico del mundo.

Pasaron los años porque el tiempo no se detiene ni en las buenas ni en las malas. Es implacable. Estamos ya a comienzos de los años ochenta. En el mundo entero estalla, como una auténtica epifanía, como un renacer florido de la humanidad, el imperio de la nueva tecnología, las redes sociales, los correos electrónicos, los teléfonos celulares. La humanidad entera se conecta. Ya no hay distancias entre la gente. El mundo se vuelve un pañuelo cuyas puntas se tocan.

Usadas torcidamente por el hombre, esas maravillas modernas se volvieron aliadas de la corrupción a través de computadores, direcciones falsas, trampas modernas, estaciones de comunicación por satélite.

La situación se puso peor que nunca. Lee Kuan Yew, que ganaba todas las elecciones y ya llevaba más de veinte años al frente del Gobierno, apeló entonces al recurso supremo, el último argumento, el más contundente de todos: la pena de muerte. Se estableció que serían ejecutados los que, al incurrir en la corrupción, hubieran ocasionado la muerte de otra persona. O los que desfalcaran los presupuestos para temas especialmente sensibles, como hospitales, escuelas públicas o ayuda alimenticia para los pobres.

Ministros y militares, jueces y policías, que estaban entre los funcionarios más importantes del país cayeron en las garras afiladas del delito. 

Fueron ahorcados o fusilados, al igual que los particulares que participaron en los mismos hechos.

Así, poco a poco, fueron recuperando la tranquilidad y la legalidad de los años anteriores. Hoy, Singapur no es solo la primera economía asiática –más rentable que gigantes como China y Japón–, con una gigantesca inversión extranjera, sino uno de los países más seguros para vivir porque su sistema de justicia es reconocido como uno de los más confiables que existen.

En rigor entonces, Carlos Predo de Xataca afirma que hoy Singapur no es país para pobres. Comprarse un coche cuesta tanto como un apartamento y acoge 36 mil millonarios pese a que su padrón no llega ni a seis millones de habitantes y promete escalar posiciones hasta despuntar con fuerza en el mapa internacional de las grandes fortunas.

Refiere que magnates del sector tecnológico como Li Xiting, Forrest Li o Eduardo Saverin, ya han optado por instalarse allí, atraídos por su cómodo nivel impositivo y calidad de vida. El banco HSCB Holding, dice que en cuestión de apenas ocho años, en el  2030, Singapur será, como mínimo, la nación con mayor proporción de millonarios de toda Asia y Pacífico, superando de largo a países como Estados Unidos, China o Corea del Sur. Pronto el 13.4% de la población adulta de Singapur tendrá al menos un millón de dólares.

Javier Navarro del Blog Salmon señala que Singapur se independizó en 1965 de la Federación Malaya tras bastan-tes conflictos.

El fuerte crecimiento económico impulsado por las políticas de atracción a empresas multinacionales, fue haciendo que bajo la autoridad monetaria de Singapur se fueran creando muchas reservas.

Se consideró necesario invertir las mismas para asegurar el futuro. De aquí surgieron dos de los tres mecanismos de inversión de Singapur: la autoridad monetaria (MAS) y el Fondo Soberano GIC Private Limited (Government of Singapore In-vestment Corporation).

Este último fue establecido con asesoría del banco británico Rothschild En junio de 2022 GIC gestionaba un portfolio de 690.000 millones de dólares: https://www.elblogsalmon.com/entorno/asi-invierte-gobierno-singapur

Encabeza el ranking de la región Australia. Los expertos del HSBC tienen en cuenta aspectos como la cantidad de dinero que los ciudadanos tienen depositado en los bancos, acciones, bonos y participaciones, sumas de las que se descuentan las cantidades sujetas a hipotecas aún sin liquidar.

Y ¿CUÁL ES EL SECRETO? 

Seguridad y una relajada carga impositiva, su sistema sanitario, clima y haberse convertido en lugar de destino de profesionales y capital procedente de China. El país no es barato.

En el 2019 un informe de The Economist Intelligence Unit, mostraba que un vehículo nuevo exige un desembolso más que considerable y el alquiler de un piso, incluso uno alejado del centro, costaba 1.885 dólares.

El impuesto de sociedades era del 17%, dato que destaca en el Sudeste Asiático, y los dividendos y las ganancias de capital estaban exentas de tributación.

EN RIGOR ENTONCES

Que distante se siente Perú y parte de Latinoamérica de estos países asiáticos, en que el sistema educacional es primera prioridad. Un informe Pisa, en el que participaron 72 países, señaló que el sistema educativo de Singapur es un éxito y con China son los primeros.

De hecho, en las pruebas  que mide el rendimiento en Matemáticas, Ciencia y Lectura, 1 de cada 4 estudiantes de este país tuvieron un rendimiento de nivel máximo de Ciencia. Que envidia que dan.

FINALMENTE : LA FALSA MATANZA EN SINGAPUR

En el 2016 publique en mi blog que por años un artículo en la Internet señalaba que en Singapur se había liquidado a la delincuencia a sangre y fuego y vaya que el mismo se hizo muy popular. Sin embargo en marzo de este año, vino un aclare. Es decir una refutación del popular ‘artículo’ sobre la historia de Singapur a cargo de Lin Hongxuan;  quien es Magíster en Historia por la Universidad de Washington (Seattle) y Bachiller en Historia por la Universidad Nacional de Singapur. Actualmente está cursando estudios de Doctorado en la Universidad de Washington, donde se está especializando en el Islam y comunismo en el Sudeste Asiático, Islam y género, y colonialismo comparado. Este caballero señala entonces que:

En internet circula un esperpéntico artículo que arguye que gracias a la implementación de la pena de muerte en Singapur en 2004, dicho país pasó en cuestión de meses de ser un antro de perdición a no solo una ciudad libre de crimen, sino a tener parques limpios, universidades de nivel mundial y ciudadanos trilingües. En este post especial, el historiador singapurense Lin Hongxuan (Universidad Nacional de Singapur, Universidad de Washington) le enmienda la plana.

Recientemente, mi amigo y colega Jorge Bayona me mostró el artículo titulado Cómo Singapur resolvió el problema de la delincuencia. Soy un singapurense de nacimiento que ha estudiado en escuelas singapurenses, ha hecho servicio militar en las fuerzas armadas singapurense y ha trabajado en el sector público singapurense, y dicho artículo me pareció completamente absurdo.

Por lo general, el que cualquier artículo empiece con “Según datos…” pero que carezca del pie de página correspondiente es generalmente una señal de alarma clara y fuerte. Suele denotar que el autor no cuenta con una fuente confiable sobre la cual basar lo que está por decir. La afirmación de que Singapur antes de 1960 tenía una de las más altas tasas de criminalidad del mundo –¡debido a su proximidad a Malasia y China!– apesta a orientalismo. No solo es patentemente falso para el caso de Singapur, esta aseveración se basa en presunciones respecto de la rampante criminalidad de China y Malasia, que supuestamente se esparció por toda la región del Sudeste Asiático. Esta es una aseveración sin base; a fines de la década de 1950 China estaba en medio de la hambruna provocada por el Gran salto hacia adelante y no estaba en condiciones de ‘exportar’ criminalidad a Singapur (o a cualquier otra parte). El autor pasa a hacer otras aseveraciones respecto de la sociedad singapurense, según las cuales abundaba la “impunidad y los malos manejos del gobierno”, las mujeres estaban sujetas a violaciones y asesinatos durante las noches, y que la ciudad era una de las más sucias de Asia y sufría de constantes congestiones de tráfico. Todas estas aseveraciones carecen de sustento en la realidad, y constituyen el fantástico y distópico telón de fondo frente al cual el autor desea presentar su predilección por las (igualmente fantásticas) medidas legales draconianas que supuestamente ‘salvaron’ a Singapur.

Los errores factuales en este artículo son tan numerosos que no podría explicarlos todos, de manera que tendré que limitarme a resaltar los más descarados. Las políticas que según el autor fueron implementadas por Lee Hsien Loong después de 2004, tales como una política de tolerancia cero respecto de las drogas y la corrupción, en realidad habían sido implementadas desde hacía mucho antes. Su padre, Lee Kuan Yew, en coordinación con otros ministros del People’s Action Party (PAP) -sobre todo Goh Ken Swee y S. Rajaratnam- ya habían puesto esas bases durante las décadas de 1960 y 1970. En consecuencia, no hubo una asombrosa reducción en comportamiento criminal tras 2004, ya que la situación jamás fue distópica, ni se ha vuelto utópica desde entonces. Singapur disfruta desde hace ya muchas décadas de una tasa de criminalidad relativamente baja (y de tráfico ordenado) para una ciudad-estado de aproximadamente 5 millones de personas. De manera similar, la aseveración del autor de que había 500,000 prisioneros hace 12 años carece de todo fundamento –en 2000, la población carcelaria de Singapur apenas llegaba a 13,791. La aseveración del autor de que la población carcelaria fue reducida a tan solo 50 en seis meses es igual de absurda –el número de prisioneros jamás ha estado por debajo de 10,000 desde 2000, como podría esperarse de una ciudad de ese tamaño. Es verdad que Singapur ha implementado una política de tolerancia cero respecto de la corrupción, deshonrando públicamente a los políticos y funcionarios corruptos, y mandándolos a la cárcel,lo cual ha resultado en una esfera pública notablemente libre de corrupción. Sin embargo, jamás se ha aplicado la pena de muerte por corrupción (solo se aplica para la posesión de narcóticos), que es otra de las falsedades que el autor está intentando diseminar. Y hay muchas más. El autor presenta otras mentiras descaradas, medias-verdades y distorsiones a lo largo de todo su artículo con el fin de crear una falsa dicotomía entre una distopia pre-2004 y una utopía post-2004.

Singapur es realmente una ciudad-estado exitosa, con altos estándares educativos y crecimiento económico sostenido. Es verdad que implementa duras leyes anti-drogas y que no tolera corrupción por parte de sus funcionarios públicos o políticos. Sin embargo, el autor hace una falsa asociación entre leyes draconianas y una economía exitosa. El éxito de Singapur se debe tanto a su excelente liderazgo, sagaz planeamiento económico y la diligencia de sus ciudadanos como a los accidentes de la historia y geografía. Queda claro que su éxito no se debe a los abusos de las libertades civiles y la implementación implacable de la pena de muerte. Singapur también tiene problemas, particularmente respecto de la falta de libertad de prensa, la legislación que criminaliza la homosexualidad, la falta de límites a la detención, así como la pena de muerte obligatoria para crímenes de drogas. Todas estas son razones por las cuales Singapur podría, y debería, ser criticada. Sin embargo, atribuir el éxito de su economía o la mejora de sus instituciones académicas a la dureza de sus leyes es un intento descaradamente fraudulento del autor por utilizar a Singapur como justificación de su agenda política.

A mi parecer, este artículo nos dice mucho más sobre las aspiraciones y fantasías del autor que sobre Singapur, o de la relevancia para otras sociedades de su experiencia de construcción de nación. En lugar de darnos un cuadro objetivo de Singapur, el autor ha proyectado sus propios deseos -su propia imagen de una utopía lejana y desconocida- sobre Singapur, con el fin de justificar sus prescripciones preconcebidas para su propia sociedad. Este artículo es patentemente deshonesto a la hora de presentar hechos, y no puede ser citado de manera razonable como guía para cómo cualquier sociedad debería implementar la gobernabilidad.

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