Por: Abraham Fudrini.
22/11/24
(Investigador de la
Biblioteca “Luis Alberto Sánchez”
del CED del PAP de Miraflores).
Nicolás Maquiavelo es el padre de la Política Moderna, la creó desarraigándola de la Ética y la Filosofía Moral en las que se ubicaba; le dio una esfera propia, autónoma, con un nuevo método y nuevos conceptos. Él consideró, por ejemplo, que en la Política no hay hombres buenos y hombres malos, tal como sostiene la Ética. Para la Política todos y cada uno de todos los hombres son buenos y malos a la vez. Él nunca escribió “El fin justifica los medios”, sin embargo esa es la concepción general que encierra su pensamiento. Debo subrayar que para Nicolás Maquiavelo lo determinante era que “El fin…” para él era el Estado, por tal razón asegurarlo, fortalecerlo y expandirlo era bueno para la seguridad y bienestar del pueblo. El rey o gobernante cualquiera, podía usar la mentira, la inmoralidad, la corrupción, etc. para proteger o expandir el Estado. Por “este fin”, él justifica todo.
Sin embargo sostiene también el derecho del pueblo a la rebelión. Nicolás Maquiavelo fue un renacentista, un republicano que tuvo como objetivo unificar Italia y enseñar Política, como lo afirmó en el último capítulo de su libro El Príncipe.
Más de cinco siglos han transcurrido y la ciencia de la política se ha desarrollado enormemente, reconociéndose hoy que la “A” de la Política es saber limar las asperezas del grupo, uniéndolo en el diálogo o intercambio de opiniones o pareceres.
Cierto es que la corrupción siempre es un grave problema en los asuntos del Estado, durante el siglo XVIII Jean Jacques Rousseau escribió con el objetivo de moralizar a la burocracia estatal, sin embargo hasta hoy el problema existe, incluso podría decirse que ha empeorado enormemente.
Sin embargo, hacer política es considerar todo: lo bueno, lo malo, lo noble, lo denigrante, lo valiente o cobarde, lo intelectual o lo ignorante, etc. Todo como parte de esta nueva esfera que es la Política y si es así debemos reconocer que siendo la corrupción un asunto predominante para la lucha política, no es determinante. Lo determinante para la Política es el Poder.
Sin que el Poder deje de ser determinante, ahora el fin no es el Estado como en el tiempo de Nicolás Maquiavelo, sino la libertad, la vida segura, la salud, la propiedad.
Cierto que escribo como un aprista peruano. leo las redes, veo la televisión, leo libros, periódicos y puedo opinar que la situación actual, la crisis presente, se refleja y existe en la generalidad de las instituciones, una de ellas es el Partido Aprista Peruano (PAP).
Entre los apristas se difunden insultos, acusaciones a personas que tienen una vida cotidiana libre y solidaria, a las que la justicia no las sigue pues ellas caminan libres por las calles. Es decir, la difamación casi se ha convertido en un arma políticamente mortal y hasta para daños de menores niveles de importancia política, que en la mayoría de veces no son llevados a los tribunales de justicia, pero van afectando el nombre, el prestigio, la calidad, el trabajo, etc. de otra u otras personas.
Creo que es hipocresía política cuestionar, criticar, hablar mal de una persona sin nombrarla o haciéndolo indirectamente y nunca en su presencia. Parece que la gran mayoría hubiese perdido ya la autoridad para acusar directa y oficialmente a las personas que merecen realmente ser cuestionadas y acusadas. O también podría decirse o suponerse que todos tienen culpa, que nadie puede tirar la primera piedra.
¡Claro!, no incluyo a la aun sana, insipiente y no consciente masa aprista indiferenciada.
Bajo estas circunstancias, con la demanda del pueblo peruano que pide seguridad para la vida y un Gobierno que no la ofrece; es un deber aprista unirse porque el pueblo demanda un gobierno bien organizado, unido para alcanzar el Gobierno, salvar a Perú de la amenaza comunista nacional e internacional y asegurar la democracia con bienestar social.
La ventaja para la búsqueda de unidad del PAP, es que las contradicciones fueron (yo creo que ya no son) individuales, personales, morales, egocéntricas. Nunca fueron ideológicas, de haberlo sido no hubieran hecho posible la unidad.
Ayuda también al mismo objetivo, que los líderes más connotados tengan aspiraciones distantes o no contradictorias que incluso conducen a la positiva convergencia partidaria, relacionada con la primera vuelta electoral de las elecciones generales que probablemente se realizarán el año 2026.
Creo que solo hay dos opciones para ganar la primera vuelta electoral:
a) Una con Roque Benavides como candidato del PAP para Presidente de Perú, acompañado de dos vicepresidentes, miembros de la Cámara de Senadores, Cámara de Diputados y Parlamento Andino. Esta sería la NUEVA IMAGEN DEL PAP, pues le acompañarían extraordinarios compañeros generalmente con nuevos rostros y nuevos apellidos de todas las generaciones apristas que sean del más alto nivel en Perú.
Si el c. Roque Benavides no candidateara para ser el representante del PAP para el cargo de Presidente de Perú, el escenario cambiará enormemente.
b) En este caso solo hay una opción para que el PAP cumpla con la exigencia del pueblo: gobernar el período 2026-2031 y asegurar la reestructuración del Estado, el mantenimiento de una economía social de mercado, la creación de un Congreso Económico de la sociedad civil, vinculado al Estado. y una democracia en la que el pueblo, los ciudadanos, participen con iniciativas populares y en referendos. Para que esta opción gane en primera vuelta, el PAP debe mostrar ante la opinión pública que se ha logrado, por fin, la gran unidad esperada por la ciudadanía y debe comprometerse, ante la sociedad peruana, a que todos los problemas y cuestiones existentes, serán procesados políticamente por el PAP.