Punto de Encuentro

!Extra omnis!

Por César Luna Victoria León

Francisco, por entonces solo Bergoglio, era candidato favorito para ser Papa. Por esa razón Cristina de Kirchner, presidenta de la Argentina, seguía atenta las noticias. A las ocho de la noche de Roma, las tres de la tarde en Buenos Aires, hubo humo blanco. Se abrieron las puertas del Balcón de las Bendiciones y el cardenal decano anunció, Habemus Papam, Georgius Marius Sanctae Ecclesia cardinalis Bergoglio.

La puta que los parió, explotó Cristina. Los Kirchner eran enemigos de Bergoglio, porque les criticaba las políticas que incrementaban pobreza. La homilía siempre es política, decía, se hace en la “polis”, se hace en medio del pueblo. Los Kirchner respondieron boicoteando las ceremonias de Bergoglio como presidente de la Comisión Episcopal y le preparaban las leyes del matrimonio igualitario y del aborto, que Bergoglio no tragaba, a pesar de ser liberal en otros temas.

Nos jodimos, concluyó Cristina, esperando lo peor. Se equivocó. Bergoglio, ahora ya Francisco, la recibió en el Vaticano en su primera cita oficial. Cristina devolvió la generosidad: el gesto no se hace a la presidenta, reconoció, es una atención al pueblo argentino. La vería siete veces, mucho más que a cualquier otra personalidad. A Javier Milei le pasó otro tanto. Zurdo hijo de puta, lo llamó. Elegido presidente pidió cita y lo recibió a la primera. No hay resentimiento, las palabras, en campaña electoral, van y vienen, comentó.

Tuvo encuentros oficiales con Fidel Castro, Evo Morales, Nicolás Maduro, Donald Trump y Vladimir Putin. Cumplió el protocolo. Pero los aprovechaba para dar mensajes sutiles. A Putin, por ejemplo, le regaló una medalla por los cien años del fin de la Primera Guerra Mundial, esperando la paz; a Trump le regaló “Laudato Si”, su encíclica sobre el cambio climático, con la esperanza de que los Estados Unidos no se retirasen del Acuerdo de París.

En ese peregrinaje, Francisco abrazó las causas de la infancia desnutrida, la pobreza extrema, los homosexuales, los migrantes y las mujeres. Para los creyentes fue un buen pastor que protegió a las ovejas más débiles. Para los demás fue un político que, guardando respetos por soberanías ajenas, urgió siempre a tomar decisiones a favor de los marginados.

Será recordado porque avanzó lo que pudo, porque en estos tiempos en que Dios ya no está de moda, el Papa es un político más que debe conciliar y transar. Si es un hombre bueno sirve, pero no será suficiente. Los regímenes políticos de ahora separan la Iglesia del Estado, el nuestro entre ellos. Por tanto, la Iglesia ya no tiene el poder de antes para ejercerlo directamente.

Si quiere mejorar las cosas tendrá que aprender a influir desde la sociedad, recuperando la esperanza de las gentes. Esta vez sin infiernos ni inquisiciones, sin miedos y sin culpas, trabajando mas bien para que el paraíso se construya aquí y no para después de muertos. Eso le espera al nuevo Papa.

Te vamos a extrañar Francisco, asi lo despide Cristina.

* Tomado de la página de César Luna Victoria en LinkedIn

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