Hoy el aprismo peruano y sus primos hermanos continentales presentan crisis políticas que los llevan a reflexionar sobre la implicancia de sus decisiones para poder volver a la palestra de la política que el país necesita, ante las crisis sociales, políticas e institucionales que son producto de cuestiones que Haya de la Torre advirtió desde los inicios de la ideología aprista.
Es preciso recalcar que los dos líderes históricos más resaltantes en la historia del aprismo peruano son Víctor Raúl Haya de la Torre y Alan Gabriel Ludwig García Pérez, el primero fundó los 34 años se funda el Partido Aprista Peruano que lideró durante toda su vida; el segundo, asumió la secretaría general del Partido Aprista Peruano a los 32 años y llevó al aprismo por primera vez a sus 36 años. Estos hechos nos presentan un dato incuestionable y es que los liderazgos más importantes del aprismo peruano han surgido jóvenes que, conociendo la realidad peruana después de haber recorrido el país, con formación política e ideológica y una perspectiva dialéctica de sus contextos, se consolidaron como líderes. En ese sentido, es prudente analizar estos momentos en la historia del partido ya que es un insumo necesario para las decisiones políticas. Esperando así aportar con este documento, elementos para la reflexión de la militancia y simpatizantes del aprismo.
Este artículo identifica como elementos contextuales relevantes a analizar los siguientes: liderazgo carismático, capacidad de adaptación ideológica, contexto de debilidad estructural del sistema de partidos, y, cultura partidaria de fe aprista.
Primero, con relación al liderazgo carismático, Haya de la Torre encarnó un liderazgo fundacional con rasgos de liderazgo excepcionales mientras que García Pérez supo heredar y transformar ese carisma con juventud, oratoria y un discurso modernizador, ambos atrayendo a sectores populares y estudiantiles.
Segundo, el caso elemento de capacidad de adaptación ideológica es clave al ser el aprismo una ideología dialéctica que profundiza en el relativismo histórico para identificar necesidades en diferentes contextos, formar perspectivas y propuestas. Así, Haya de la Torre representó un movimiento antiimperialista y de unidad continental que García Pérez adoptó y le dio tintes de renovación que luego adaptó en un segundo gobierno, mostrando que era capaz de adaptarse a los tiempos y necesidades con apertura democrática.
Tercero, los contextos de debilidad estructural del sistema de partidos fueron claves, el aprismo logró consolidarse como una de las pocas organizaciones con estructura nacional duradera en un entorno político fragmentado y de tiranías, lo cual abrió espacio a liderazgos políticos duraderos en el tiempo. Mientras Haya de la Torre mantuvo cohesión durante décadas de persecución y exclusión política, García Pérez hizo lo propio durante el fujimorato y, sobre todo, supo aprovechar los retornos democráticos postdictatoriales. Mostrando así, una estabilidad enérgica que representan líderes jóvenes en combinación con instituciones sólidas.
Cuarto, el aprismo peruano cuenta con una cultura política con símbolos, rituales y lealtades que facilitan la continuidad ideológica y le da legitimidad de nuevos liderazgos, elementos incentivados y propuestos por Haya de la Torre que facilitaron la continuidad y legitimidad de nuevos liderazgos, lo cual también posibilitó que García Pérez fuera reconocido como su heredero político.
Los elementos antes mencionados nos permiten apreciar el hecho de que tanto Víctor Raúl Haya de la Torre y Alan Gabriel Ludwig García Pérez fueran jóvenes cuando emergieron como líderes tuvo un impacto crucial en su éxito político que se puede analizar desde factores como el capital simbólico en contextos de cambio, ya que la juventud suele asociarse con renovación, energía, ruptura con el pasado y capacidad de representar nuevas aspiraciones colectivas. También representa una ventaja frente a un sistema político envejecido o deslegitimado como lo fueron la oligarquía y el autoritarismo militar en los veintes y treintas o el fracaso de las dictaduras militares en los ochentas, contexto similar al de hoy en que se ve una clase política improvisada y trillada en el transfuguismo y negociados. Finalmente, la capacidad de movilizar juventudes e intelectuales universitarios por las redes estudiantiles que existen y la capacidad de conexión por identificación representan una oportunidad que no debería pasar desapercibida.
En ese sentido, la juventud no es solo una característica biográfica, sino una ventaja estratégica y simbólica que sumada a otros factores como el recorrer y conocer el país, la visión crítica de una realidad estructural muy venida a menos y las propuestas de renovación del funcionamiento de la política permitieron al aprismo consolidarse como una fuerza política que ha logrado perdurar más de 100 años.
Para finalizar, invito a los lectores a hacerse las preguntas de ¿quién en la actualidad podría reunir las características de líder para poder aprovechar el contexto de crisis institucional para volver a la palestra de la política? ¿qué rol deben tomar las generaciones más maduras del aprismo en coherencia con la propuesta aprista y el diseño institucional heredado por el c. Jefe?
José Alejandro Pimentel Santiváñez