Punto de Encuentro

La Pentagonía de don Ramón Tamames

10 Octubre, 2025

Claire Viricel

Claire Viricel

Con su novela Pentagonía. Acta final, el español Ramón Tamames, emérito de tantos oficios, ha sabido llamar la atención. Pues no es la novela su género favorito. Le conocíamos Historia de Elio, la primera, del año 1976, autobiográfica, que escribió durante su segundo paso por la cárcel, y que anticipaba un par de acontecimientos históricos. Cuarenta y nueve años después, retorna a la ficción autobiográfica y demuestra que su creatividad se mantiene intacta. De paso adivinamos que contiene algunos mensajes sutiles puesto que, de entrada, advierte que la considera una suerte de “descansadero mental”.

Pues aquí tenemos al protagonista — “el profesor”— que se desdobla en todos los roles que le conocemos, y se abre sobre la aflicción parental que le deparaba el destino. En una bioficción donde el autor destila su contribución tardía a la historiografía que consta en no menos de cinco libros, y todo eso tras cumplir noventa años... Con una intensa presencia en este universo antrópico, ésta la hipótesis que defiende con entusiasmo, y que la coherencia de sus decisiones valida. Además, reúne a unos quinientos personajes ilustres, de nuestro tiempo o de la quinta dimensión, en esas páginas inspiradas volviéndolas un estímulo para repensar el quehacer público, entre lo bueno que se hizo y las oportunidades perdidas. Sin perder su notorio optimismo.

Bien nos advierte que no son memorias —las publicó en el 2013, Más que unas memorias, año de su 80° aniversario—, sin embargo, alterna lo real íntimo con la ficción para contarnos los “trances” que marcaron sus 90 años, en una trama reveladora de su profundo sentido de la vida, colectiva e individual. Ese año 2023 había robado cámara aceptando ser portavoz de la moción de censura al gobierno de Sánchez presentada por Vox, para que un independiente, experto, estadista y figura de la insuperada Transición democrática, sea escuchado de toda la ciudadanía. Tema tratado en la segunda parte. Su decisión había suscitado incomprensión, desconcierto. Y para tratar su mofada egolatría, el autor ofrece deliciosos diálogos con su yo interior y más ficción. Es que durante su existencia ha mostrado tener plena conciencia de quién es y qué no es, de lo que puede y debe hacer. Ser y estar en la circunstancia que a uno le toca, de cuerpo y mente enteros. De ahí sus compromisos políticos, su goce de la cátedra y la tribuna. En la despiadada esfera pública, cierta dosis de egocentrismo es un factor de longevidad.

Con el tiempo que pasa, la cuestión metafísica apremia. De ciencia y trascendencia trataba su gran síntesis del 2018, Buscando a Dios en el universo. Y de eso consta la primera parte —“Seminario cosmológico”—, unas tertulias regalonas entre doctos visitadores del orbe científico o religioso, vivos y muertos cruzándose en un microcosmos cuántico, con diálogos y reflexiones de los más sabios. Tanto así que se aprecia pausar la mente deteniendo los ojos en las ilustraciones de dichos invitados y aludidos, cosa que lo redondea todo bien. El “seminario” prepara la cuarta parte, la más íntima, una reflexión sobre el envejecimiento, la prolongación de la vida como su final, la otra dimensión que nos espera. Envuelve el doloroso contexto de la muerte repentina del hijo del autor. Pero la energía cósmica los reúne en un sueño ligero. Conmovedor y respetable.

Como el arte consuela, tras la muerte viene una pieza creativa y el cuento de la Fundación Real JCI. De lo más entretenido. Cierra la quinta parte sobre el régimen monárquico que contribuyó a construir.  Si bien recuerda que descartó ser médico, ha hallado en su patria ese paciente incorpóreo del que cuida desde los veintitantos años, buscando que se desarrolle y se gobierne bien.

Su gran curiosidad lo había llevado a recorrer el planeta, especialmente la cuenca del Pacífico que fue dominio español durante siglos y crisol de civilizaciones. Así pudo confirmar intuiciones, discutir la teoría poscolonial, responder a la leyenda negra con la hispanidad —un legado que suma lengua, religión, mestizaje, y cultura— y asumir un enfoque integrador que se propone defender. Es el resultado del estudio del “imperio inacabable” que fue España. Y la tercera parte del libro. Contiene las ideas fuerza de sus pesquisas históricas, que confirman que el autor no traicionó al niño ni al joven que fue: siempre persigue activamente la reconciliación nacional y la proyecta en el ámbito hispanoamericano. Había saltado a la Historia en el 2013 al publicar Vasco Núñez de Balboa y el Mar del Sur. Y luego siguieron Hernán Cortés, gigante de la historia, y  La mitad del mundo que fue de España. Nada menos.

Esta narrativa florida es más que una novela. Enseña mucho. Sirve para un autoexamen colectivo. El profesor traslada sus preocupaciones. ¿“Acta final”? Más bien acto de responsabilidad, acción, en el sentido filosófico que Hannah Arendt atribuye a la vida activa.

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