Punto de Encuentro

SÚBETE A MI MOTO.

Era el viernes 21 de febrero de 1986 en el despacho presidencial de Palacio de Gobierno del Perú. Eran las 3 de la mañana y el  joven presidente Alan García Pérez  aún permanecía en la casa de Pizarro, solo y muy estresado. Ya llevaba  más de medio año ejerciendo de mandatario en un país confundido con un creciente terrorismo y una economía que ya se desmoronaba. Estaba más que agobiado, nada “le salía bien” y se sentía totalmente incomprendido y abrumado. La ansiedad se lo tragaba a borbotones, mientras él hacía lo mismo con  una generosa copa  de Whisky Dalmore en las rocas.

Acto seguido cerraba las ventanas de su oficina y asegurándose su  total intimidad, se cambiaba de ropa, dejando su corbata y terno Pierre Cardin a la estoica viga de su armario. Por unos segundos disfrutaba estar  desnudo y   libre  del intenso calor limeño y de la enorme presión que lo “aplastaban”.  Exhalaba nerviosamente y en unos minutos ya estaba en la reja principal de entrada de palacio con su rugiente y moderna moto Kawasaki, totalmente encuerado de negro, encubierto en  un elegante casco polarizado.  Las calles limeñas parecían un pueblo fantasma y esto a Alán le extasiaba sobremanera. Conducir a 180 por hora, libre, de madrugada, sintiendo la fuerte brisa del aire impactando en su bello casco y moto lo hacían sentir “Superman” por unos minutos, sobretodo en la Javier Prado que desde Magdalena hacia Monterrico se la corría en menos de 10 minutos.  Cuando llegaba a palacio a las 4 am, entraba  por la puerta  de Carabaya, relajado, radiante, directo a su despacho, sacando del cajón de su escritorio dos pastillas de litio que tomaba junto a un vaso con agua fresca, para luego ponerse  de pie, pletórico y sonriente frente a su espejo de cuerpo completo:

“¡Como nuevo Alan!”_ Se decía así mismo, contento, esbozando una sonrisa bonachona y seductora.

Hoy 17 de Abril del 2019  a las 6:35 am,  Alan, ahora en su casa de Miraflores, también estaba más que estresado ante alguien que posiblemente quebrantó  su total intimidad. Fue hacia el cajón de su velador y en vez de encontrar las llaves de su moto, halló una FN Browning modelo GP-35.

Todo esto  me lo soñé despierto hoy por la noche mientras veía por TV, aún incrédulo, el funeral del ex presidente en la Casa del Pueblo. Q.D.E.P.

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