Punto de Encuentro

Buscando refugio: los emigrados venezolanos de la vida real

María Inés Valdivia

maivaa2015@gmailcom

Es el mes de septiembre y el invierno está en su momento agónico, una ligera brisa anuncia la estación de la alegría, en el parque Redención, en Río Grande do Sul, el estado más meridional de Brasil.  Todos los fines de semana son cientos las personas que se encuentran para beber y compartir chimarrão, bebida típica que forma parte de la cultura gaúcha. Para los brasileros, sus vecinos latinoamericanos más conocidos son los del Cono Sur, es decir, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.   Venezuela es un país del cual han escuchado recientemente, se asombran de lo acontecido en Roraima, zona fronteriza con la tierra de Simón Bolívar donde se produjeron diversos enfrentamientos por las medidas tomadas contra la emigración venezolana. Esta crisis humanitaria también afecta a otras naciones como Perú y Colombia, cuyos servicios se ven desbordados por la ingente cantidad de demandas de ingreso. 

Camino por el parque Redención pero no he venido de paseo.  Una joven venezolana, Alexandra, del programa Portugués para Extranjeros, organizado por la Universidad Federal de Río Grande do Sul, me ha ayudado a conseguir una reunión con un grupo de refugiados de su país.   Inmediatamente me percato que son muy activos, gente joven o de mediana edad, conversan ávidamente sobre cómo mejorar las condiciones de su primera estancia. Entrevisto primero a Daniel, tiene 22 años, ha llegado hace tan solo dos meses, está sonriente pero preocupado, aún le falta el carnet de trabajo y se le terminó el dinero prestado, sus recursos propios le fueron requisados en Falcón, por lo policías venezolanos: maleta y dinero, el pasaporte no, porque lo tenía en la mano.  Con un préstamo pudo comprar algunos dólares en el mercado negro: 70,000 bolívares por un billete con el rostro de George Washington.  Es el sexto miembro de una familia que emigra en menos de dos años, escapando del régimen del presidente Maduro. Su hermana menor tiene 18 años, se fue hacia el Perú, sus dos tíos, marcharon para México y su abuela cruzó el Atlántico en dirección a Nápoles, Italia.

Daniel me cuenta que posee dos profesiones y salió de prisa, espantado ¿De qué? ¿De quién? Huye del 14,000 % de inflación, una tasa de desempleo de cerca de 35%, y el desabastecimiento de los productos más esenciales para vivir: “me cansé de comer sólo mangos”, expresó con tristeza.  Él también fuga del peligro cotidiano que acecha a los venezolanos: robos, inflación, acaparamiento de subsistencias y sinnúmero de violencias. Muchos latinoamericanos desconocen que la pobreza en Venezuela ha pasado de 48.4% en el 2004 a 87% en el 2017 (ENCOVI: 2017).

Hasta hace un año atrás, Daniel había podido desempeñarse más o menos como estudiante de la carrera de Negocios Internacionales, pero el heredero del régimen chavista declaró que todas las profesiones de letras son asuntos que Venezuela no necesita.  Daniel domina el inglés e italiano, es presumible que no le sea difícil aprender el portugués, como si fuera poco en una persona tan joven, culminó la carrera de Director de Orquesta.  Tchaickovski, Brahms y Mozart, pertenecen a su universo cultural, estudió desde muy pequeño en el Sistema de Orquestas y Coros Juveniles conformado por José Antonio Abreu en 1975, el programa de formación musical más ambicioso de Venezuela y posiblemente del mundo, cuyo propósito fue hacer que los jóvenes hicieran un buen uso del tiempo libre a la par de constituir un símbolo de democratización.  El mensaje indicaba que no era necesario nacer rico para ser culto, un adiós significativo al sentido elitista de la cultura, fue antes de Chávez.

Alexandra, mi otra entrevistada, se expresa con claridad, no tiene tiempo para llorar, con 20 años, es la mayor de cinco hermanos, cursó cuatro semestres de biotecnología hasta que uno a uno sus profesores también fueron emigrando.  En el pasado, Venezuela tuvo un excelente sistema educativo que garantizaba la gratuidad de los estudios y alentaba la formación de postulantes de las zonas más alejadas y pobres del país.  Hoy en día, los jóvenes además del hospedaje y sus materiales de estudios, también deben soportar la persecución y la duda de los activistas del régimen.  Ser dirigente estudiantil en Venezuela se ha convertido en un riesgo de vida.  Hasta el momento, las protestas estudiantiles han sido poco expuestas en los medios de comunicación, pero entre abril y junio del 2017 hubo 72 muertos. La libertad ya tiene sus mártires.

Antes de partir, la madre de Alexandra le dio valiosos consejos, la bendición y algo de dinero para hacer el viaje hasta Porto Alegre, donde su prima emigró un poco antes.  Cruzó en ómnibus los 5,160 kilómetros que separan el estado de Roraima de Río Grande do Sul. La primera, es la ciudad que presenta los índices de violencia más altos contra las mujeres, en el Brasil.  No cuesta imaginar la precariedad de la vida para una emigrada, sin embargo, cuando converso con Alexandra, observo que sus cabellos crespos son tan infinitos como sus esperanzas. 

Jaxaira y Marco, ya no son tan jóvenes, pero a cambio tienen un capital profesional importante: ambos son médicos graduados y poseen especializaciones.   Jaxaira me expresa: “incluso con Chávez, las cosas no anduvieron tan mal”, hoy es la más crítica al régimen de Maduro.  Marco, está preocupado ¿Qué hará si Brasil finaliza el programa de MASMEDICOS? Este plan les brinda apoyo económico, aunque sólo como becarios.  Es casado y tiene dos niños, aquí no puede ejercer su profesión, la legislación del país no lo permite, este es un asunto delicado porque el país tiene una oferta laboral propia en este campo.

A Marco le pregunté ¿Por qué el pueblo votó por Chávez? Su respuesta guardó consonancia con la historia del país llanero.  En 1947, el general Pérez Jiménez, miembro de la Junta Militar de gobierno derrocó al Presidente democrático Rómulo Gallegos.  La gestión de la Junta coincidió con el auge petrolero y se lograron diversas obras que modernizaron Venezuela pero a cambio este gobernante persiguió a todos sus opositores, en especial a los miembros de Acción Democrática y el Partido Comunista.  A partir de 1953 “el nuevo ideal nacional” de Pérez Jiménez se dedicó a invertir en la construcción de infraestructura y una serie de ofrecimientos dirigidos a calmar a los grupos más pobres. Conservador, nacionalista y finalmente dictador representó para los venezolanos el precio de un proyecto de modernización sin libertades.

A lo largo de dos siglos, en Venezuela han existido trece golpes de estado, uno de ellos fue el que intentó el militar Hugo Chávez contra Carlos Andrés Pérez, quien afrontaba una de las crisis más terribles de su régimen, a la par del hartazgo de la población ante la corrupción de la clase política.  Finalmente, el lenguaje proteico chavista, al igual que el otrora dictador Pérez Jiménez, recibió un amplio apoyo por parte de la población. 

Enciendo mi computador, voy a entrevistar a la hermana de Daniel, está en el Perú, quiero compartir su testimonio.  Pronto cumplirá 19 años.  Ella estudió hasta el cuarto ciclo de la carrera de Nutrición, paradojas de la vida, el hambre la hizo emigrar.  Llegó al Perú con la idea de poner un negocio textil, pero tenía poco capital.  Finalmente pudo arrendar un dormitorio precario en el distrito periférico de San Juan de Lurigancho, consiguió empleo en una tienda, el aviso decía que era para ventas, sin embargo, tuvo que hacer de cajera, limpiar e incluso soportar el acoso del dueño.  Le quedaron debiendo el salario, sin ingresos tentó su última alternativa, vender productos en la calle, cruda experiencia: “Las cosas que les dicen los hombres peruanos a las mujeres, son las más perversas”. 

Un candidato a la alcaldía de Lima necesitaba incrementar puntos en las encuestas, siempre se afirmó a sí mismo como una persona decente, de pronto, señaló a los venezolanos como la cuna de todos nuestros males nacionales sin detenerse a observar su propio origen (hijo de inmigrantes italianos) y que la ciudad que pretende gobernar está compuesta de migrantes, declaró: “no se puede vivir con un sistema que incentiva la migración de venezolanos”.  De esa manera dejó como evidencia el facilismo del discurso xenofóbico, cuya solución es la exclusión e hipocresía.  Este personaje de la política criolla del Perú, no comprende que los emigrados vienen desesperados, en el marco de una situación económica inhumana, de nulo respeto a sus derechos humanos e incluso perseguidos. Brasil les ha dado la nomenclatura correcta a gran parte de ellos: refugiados.  Huyen de un régimen que también ha utilizado el terror para suprimir las protestas.  El Perú, trata de poner orden a sus asuntos, Colombia igual, recibirlos y ayudarlos a regularizar sus documentos estableciendo las reglas claras para todos, no evadir el problema, esa es la solución.  Debemos brindar una señal de esperanza, que aún no hemos perdido la cordura ni el sentido de la fraternidad, al menos entre los latinoamericanos.  Ese es el único y verdadero sentido de la Justicia Social.

 

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